La trashumancia, una reliquia histórica en la provincia de Salamanca de la que solo quedan migajas
"Es el origen de la ganadería, que consiste en renovar ecosistemas”, así explica Manuel García Ramos el significado de la trashumancia, siendo el único ganadero de la provincia que la sigue poniendo en práctica en nuestros días
Lejos quedan los años donde los pastores y vaqueros de diferentes ganaderías de todo el ámbito español, pero sobre todo del campo charro, empacaban sus enseres y organizaban una larga ruta de cientos de kilómetros, antes de reunir a sus reses para emprender un largo viaje, conocido como trashumancia, en busca de terrenos más cálidos para los animales y de mejores pastos.
Y aunque ahora esta modalidad de desplazamiento estacional está prácticamente en desuso, o “muerta” como dicen los sabios vaqueros de la dehesa charra, esos hombres de piel curtida en mil batallas, que antaño trabajaban de sol a sol por unas cuantas pesetas, en el mejor de los casos, sigue manteniendo viva la esperanza, aunque colgando de un hilo, gracias a bohemios como Manuel García Ramos, conocido en estas tierras como ‘Barreiros’, ganadero de Tamames, de los últimos supervivientes de la trashumancia en Salamanca.
“La trashumancia consiste en renovar ecosistemas y en mantener viva una tradición. Es el origen de la ganadería, de cuando no había ni pienso, ni coches, ni ayudas…”, comienza relatando Manuel. Un hombre que en la actualidad sigue desplazando a su ganado de una explotación a otra a caballo y con la ayuda de sus perros, recorriendo kilómetros y kilómetros en busca del bienestar para sus animales.
Su historia con la trashumancia no es fruto de la herencia, de hecho, según relata, ninguno de sus antepasados la hacía, aunque la afición por el campo le viene por parte de madre, quienes sí tenían ganado. Más tarde, su padre compra una finca como “hobbie” en Tamames, a la que él se incorpora en el año 2008. Haciéndose en 2016 “por el tema de la PAC” con una finca en Extremadura, donde ha estado haciendo la trashumancia desde Tamames hasta ahora, antes de dejarla en septiembre de 2023.
Trabas por parte de la Administración y problemas a los que se enfrentan los ganaderos
“La finca de Extremadura la cogí en busca de mejores pastos y porque el clima es diferente, allí los inviernos son más suaves y hay dos primaveras y dos otoñadas.
Además, en Extremadura te dan una subvención por hacer la trashumancia, aunque este año ya me he visto en la obligación de dejarla por todas las trabas administrativas que nos imponen, porque en verdad no todo es tan bonito como lo pintan. A la hora de retornar el ganado hay muchas inspecciones, a la que se suman los papeleos de las guías, y ahora las vacunas y los saneamientos, y las nuevas enfermedades”, advierte.
Respecto a esto, al igual que otros ganaderos de la provincia, Manuel muestra cansancio y avisa de que “si lo que se quiere es que desaparezca el ganado extensivo, este es el camino”. A ello añade, que “esos objetivos no están en el extensivo, porque el extensivo es otra cosa, es la calidad, el respeto al medio ambiente y la limpieza, algo que nuestros políticos deben de tener claro si quieren apoyar al ganado en extensivo y a los ganaderos”. También Manuel expone el problema que encara en la actualidad todo el sector ganadero, en concreto el ubicado en Salamanca, donde hay mayor número de cabezas de ganado y que afecta también a la trashumancia: “Hay un problema muy importante que es el sanitario, y si de verdad mi forma de vida y mi negocio interesara a la sociedad, estaría apoyado, la Administración asumiría la responsabilidad y los costes para poner una solución, ayudándome a seguir con mi negocio.
La falta de actividad de la Administración y su incidencia en el daño causado se puede convertir en consecuencia de un ejercicio insuficiente de las facultades de supervisión y control atribuidas legalmente y, en este caso, la antijuridicidad del daño deriva del deber de omisión de control exigido”.
Sobre las enfermedades, el principal problema que está poniendo a la ganadería contra “las cuerdas”, expone que “al convivir los animales domésticos con los salvajes siempre van a existir las enfermedades en el ganado de extensivo mientras no haya una vacuna”, y pregunta “¿por qué no tomamos el ejemplo de Inglaterra?, que, al liberarse de la Unión Europea, vacuna contra la tuberculosis porque se ha liberado de las normas de la UE que lo impedían”.
También expresa que, en el caso de la EHE “el programa de control Rasve ha fallado, se veía venir y la Administración no ha hecho nada. Todavía no se sabe qué trascendencia puede tener esta enfermedad, como los abortos o daños futuros. Sobre esto COVAP ha advertido a sus socios de una posible pérdida de fertilidad en machos, según los chequeos que se han realizado”.
Sobre la lengua azul, también puntualiza que “el ganado, aunque no lo parezca, es muy frágil. El manejo lo debilita muchísimo, y la vacuna solo está causando daños”. Por todo ello, concluye que “al ganadero se le está faltando el respecto”.
La trashumancia en la actualidad
Cuando todavía tenía la finca extremeña, Manuel junto a otras cinco personas recorría unos 170 km cada año, atravesando la sierra del Puerto de Perales, frontera natural que separa la provincia de Salamanca de la de Cáceres: “La trashumancia nosotros la hacemos a caballo, con unas 300 cabezas de ganado, cinco personas y un coche de apoyo. En algunas ocasiones, el fin de semana cuando nos tocaba atravesar la sierra por el Puerto de Perales, al ser la etapa más complicada la hacíamos unas 20 personas, donde iban algunos amigos simplemente por afición y acompañamiento”.
Aunque además de la ruta a Extremadura, el ganadero salmantino realiza otros desplazamientos en la provincia de Salamanca, a los que se refiere como “pequeñas trashumancias”, donde desplaza el ganado “para la rotación del pasto” desde Tamames hasta Carrascal del Obispo, donde hay unos 24 km, Sepulcro-Hilario, o hasta puntos más lejanos como Valero que rondan los 50 km.
Ahí matiza que “los cordeles están muy mal cuidados en Salamanca, por regla general, debido al desuso. Una vez que cruzamos el Puerto de Perales, en Extremadura, los tienen mejor”. En este caso, el descuido de los cordeles dificulta los viajes con ganado en la actualidad, encontrándose la mayoría cubiertos por restos vegetales o integrados ya en terrenos privados que se "han apropiado" de ellos, aunque estos sigan sin ser de su propiedad, sino de uso público.
Además de las reses y de los caballos, para realizar la trashumancia, el ganadero de Tamames advierte de que los que perros juegan un factor clave: “A parte de que soy un apasionado de los perros, no concibo la trashumancia sin ellos, porque los perros pastores bien adiestrados te quitan mucho trabajo y son muy resolutivos”.
Respecto a la dificultad que conlleva esta modalidad de desplazamiento, ‘Barreiros’ confiesa que “en mi caso, desde que las vacas son becerras las manejo siempre con el caballo para que se vayan familiarizando con él. Por ello, lo más difícil es la primera trashumancia porque los animales no conocen los caminos y hay que mandarlas, por eso el primer año llevé bueyes para que fueran abriendo el camino. Pero el segundo año ya fueron solo las vacas, ellas ya conocen la ruta, y aunque hay un relevo generacional, y siempre hay ganado nuevo, no hay problema porque las vacas viejas dirigen la manada y llevan reunidas a las jóvenes”.
La dificultad de este desplazamiento hace también que sean únicamente las hembras las que la realicen, mientras los sementales que tengan que viajar, por el celo y las peleas, son transportados en camión, al igual que las vacas recién paridas con los becerros. Antiguamente, los sementales ya viajaban por separado.
El buen manejo y enseñanza del ganado desde que son crías es primordial para realizar estos trayectos, donde es importante que los animales conozcan a los propietarios, mayorales y vaqueros, familiarizándose con su voz, para obececer más facilmente sus órdenes, evitando así que se produzcan pérdidas durante el viaje. En el caso de Manuel, habla de que durante sus trayectos se han producido algunos extravíos, aunque que después los animales "aparecen rápidamente", asegura.
El antes y el después de la trashumancia
La trashumancia que se hacía hace décadas no tiene comparación con la de ahora, aunque se sigue conservando parte de aquel romanticismo. Antiguamente, los mayorales y vaqueros pasaban semanas fuera de casa, con alimentos cargados en alforjas llevadas por los caballos, durmiendo a la intemperie, y vigilando que ninguna res se alejara de la manada o fuera atacada por algún depredador. Cambiaban de lugar de residencia durante las temporadas de cambio de estación, con lo que aquello suponía, mudanzas de toda la familia y los pocos animales domésticos que tuvieran, cuando no había prácticamente medios de transporte, o, mejor dicho, los había, pero solo los tenían los ricos.
Ahora, muchos ganaderos cambian sus reses en estas fechas, pero lo hacen en camiones, y los pocos que apuestan por hacerla a pie, lo hacen adaptados a los tiempos actuales, sin pasar calamidades: “Nosotros bajamos a Extremadura las reses en invierno por estas fechas, pasamos por cañadas reales o por los cordeles. Programamos el viaje, de manera que las vacas y los caballos se queden a dormir en la finca de algún amigo conocido, pero nosotros regresamos cada día a Tamames. A veces también nos hemos quedado a dormir en una casa rural. Solo ha habido un par de ocasiones que hemos dormido a campo, pero era en el regreso a Salamanca, en el buen tiempo”.
El desuso de lo que antaño era una tradición, donde cada año las reses y los cencerros que entonces portaban los mansos, encargados de abrir el camino cuando la trashumancia la hacía también el ganado bravo, invadían pueblos y ciudades. Ahora eso es un desconocimiento para muchos que quedan extrañados cuando hombres como Manuel y su gente se aproximan a los municipios por los que pasan dirigiendo a las vacas: “La gente de los pueblos nos recibe con mucha expectación cuando los atravesamos. En el caso concreto de Perales del Puerto cuando empezamos a pasar otra vez nosotros, por donde igual hacía 20 años que no cruzaba ganado, la gente sabía que íbamos a pasar por el pueblo, yo iba delante, las vacas detrás, y estaba todo masificado. Aquello parecía San Fermín, había muchísima gente viendo pasar al ganado, en silencio, muy respetuosos. Fue impresionante”, relata.
También, el ganadero cuenta otra anécdota del pasado año: “En 2022 cuando bajamos a Extremadura, había una crecida en el río de Ciudad Rodrigo y no podíamos cruzarlo por miedo a que se ahogara algún animal, por lo que pasamos por el puente del barrio El Arrabal, y también hubo mucha gente que nos estaba esperando”.
La UNESCO sobre la trashumancia
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, conocida como UNESCO describe a la trashumancia como “uno de los métodos de crianza del ganado más sostenibles y eficaces”.
Manuel García Ramos apoya esta definición: “Estoy totalmente de acuerdo. De hecho, en la situación que está la alimentación del ganado, la paja, el pienso, y el precio del gasoil, llegar a esta época y tener reservada la finca de Extremadura era un alivio para mí. Yo tengo ganado en extensivo con mucha tierra, unas 4.000 hectáreas para unas 600 vacas, y siempre tenían comida, aunque las tuviera que ayudar un poco con el pienso”.
Es por ello, por lo que confiesa que “mientras pueda, y me dedique a la ganadería seguiré realizando la trashumancia, aunque sea de menos kilómetros, por buscar el bien de los animales, y por conservar esta tradición, que de otra manera se perdería”.
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