Entre los firmantes, he colaborado escribiendo el capítulo que ahora resumimos. Y así,  decimos en nuestra colaboración:
 
Cuando nos adentramos en el interior de nuestra tierra, situada en la lejanía de itinerarios populosos y masificados de sol y playa, esperamos sorprendernos con nuevas emociones y experiencias, y al mismo tiempo ampliar conocimientos sobre otras culturas y enriquecerse con nuevas relaciones de un entorno recientemente descubierto. 
 
Con esta idea se presentan varias formas de cautivar el espíritu viajero que tanto caracteriza al hombre, lo que hacemos para atender o despertar la atracción por lo que está por descubrir.
 
O quizás, por redescubrir, o para recordar sensaciones olvidadas, o para reencontrarnos con la historia de antiguos pobladores, o para viajar en el tiempo durante varios siglos.
 
O para protagonizar viejas leyendas en escenarios originales, o simplemente para admirar el patrimonio monumental y artístico o la cultura popular manifestada en una arquitectura singular y en usos y costumbres caídos en el olvido.
 
El viaje interior por este territorio tiene su punto de partida en Ávila, la ciudad amurallada por excelencia y buen ejemplo de fortaleza medieval. 
 
Qué mejor título entonces para este texto que el de ‘Castillo interior’, si en él sintetizamos la ruta viajera que nos proponemos desde Ávila, que es castillo y que es ciudad de interior. 
 
También tomamos prestado el título ‘Castillo Interior’ de la obra que escribió Teresa de Jesús en 1577, y ello porque La Santa nació en Ávila y es un icono imantado para los viajeros, y lo mismo que ella hizo en la creación de sus fundaciones, desde esta tierra se quiere proyectar la acción cultural como ejemplo y referencia en la promoción turística.

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