El fuego devasta los tradicionales corrales de Navalosa

El incendio de Hoyocasero se ha llevado por delante los corrales de Navalosa, una riqueza patrimonial y cultural única en la provincia de Ávila que refleja la vida y cultura de los pastores de la sierra.

 El fuego devasta los tradicionales corrales de Navalosa
El fuego devasta los tradicionales corrales de Navalosa

Los corrales, chozos tinaos o tinadas son edificaciones de piedra y techumbre de piornos que “los vecinos de Navalosa vieron impotentes, cómo ardían en un devastador fuego que ha dejado la mitad del término municipal quemado y que provocó el desalojo de los navalosanos”, explican Javier González y Alba Pato, vecinos de la localidad.

Las zonas más afectada de todas las arrasadas por el fuego son las conocidas cono la de El Canchal y el Cotillo, donde las estructuras de madera y piornos han sido pasto de las llamas.

“Desde Cerro Pelao, junto a la carretera AV-905, extiendes la mirada y un color predomina: el negro del fuego; atravesamos el puente de los Trancos y observamos que sus aguas bajan turbias porque han arrastrado las cenizas hasta el Alberche”, describen el paisaje estos dos jóvenes conocedores de su término.

A medida que se asciende por el camino de Navalvao y Navagalindo, del paisaje de los corrales “solo queda su silueta, las paredes están completamente ennegrecidas, la cubierta de madera y piornos es inexistente porque se ha evaporado víctima de las llamas".

Y es que “el fuego nos ha arrebatado una parte de una nuestra cultura y  de nuestras tradiciones”, lamentan, para desear que las Administraciones ayuden a recuperar “la seña de identidad que los corrales son para Navalosa”.

Vestigios emblemáticos

La función principal de las tinadas era doble, por un lado “protegían al ganado de las crudas temperaturas invernales, sabiendo que así mejoraban el rendimiento y reducían la mortandad de los animales, y por otro se erigían como defensas contra los depredadores”, además de acumular estiércol para la producción de abono, según el antropólogo Pedro Tomé en su obra ‘Antropología ecológica’.

Estas construcciones “se atienen al principio general de economía y simplicidad”, con planta de forma ovalada, utilizando piedras casi sin labrar, y “para mantener la estabilidad y la trabazón del muro sin necesidad de utilizar grandes sillares para la formación de esquinas, se da forma curva al encuentro entre dos muros perpendiculares”, explica José Antonio Navarro en el libro ‘Arquitectura popular en la provincia de Ávila’.

Con vigas que suelen ser de roble, “la cubierta adquiere una acentuada pendiente que facilita la evacuación rápida, sobre todo de la nieve”, y para asegurar la capa superior de piorno frente al viento y al arrastre producido por la capa de nieve helada en el deshielo “se colocan en la cumbrera grandes bloques de piedras planas”.

Según Navarro, las tinadas o chozos pastoriles "posiblemente constituyen los vestigios emblemáticos de la cultura pastoril que se pueden observar aún con todo su valor antropológico, arquitectónico e histórico".

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