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Es la opinión generalizada entre las asociaciones micológicas de Castilla y León, a raíz de la regulación de una actividad que ya no sólo mueve a habitantes de las zonas reguladas sino también a grupos organizados que acuden, en temporada de setas, a recorrer todo el monte y llevarse todo lo que encuentran.
 
Las consecuencias y carencias de la regulación micológica es uno de los aspectos que ha abordado el fin de semana la Federación de Asociaciones Micológicas de Castilla y León (Famcal), reunidas en Cuevas del Valle en el marco de su undécimo encuentro.
 
Una década
Este grupo organizó el primer encuentro de las asociaciones y, con motivo de los diez años que cumple, ha vuelto a reunir a más de 150 personas en representación de todas las provincias castellanoleonesas, así como de Castilla-La Mancha, Madrid, Extremadura, País Vasco e, incluso, Dinamarca.
 
En las convocatorias anuales, se busca fomentar las buenas relaciones entre las distintas agrupaciones micológicas, para las que se organiza una jornada de convivencia que incluye rutas por la zona en la que tiene lugar la reunión, que ya ha pasado por los municipios burgaleses de Covarrubias y Pradoluengo, Ciudad Rodrigo (Salamanca), Saldaña  (Palencia), Boñar (León), Navaleno (Soria), Toro (Zamora) o Riaza (Segovia). 
 
Las asociaciones han aprovechado el encuentro para abordar una “visión ecologista” de la recogida de los hongos. Al respecto, González ha instado a desarrollar rutas que potencien el micoturismo para el conocimiento del reino funghi, tanto las setas comestibles como las que no lo son, en vez de buscar la mera recogida de hongos para su venta en el mercado.
 
La realización de rutas con pequeños grupos y una recogida de setas sostenible, que impulse la economía local, es el objetivo último que persiguen.

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