Sacyl ayuda a más de 4.000 personas a que el dolor crónico deje de ser "protagonista en sus vidas"

El responsable de la unidad ahonda en que hay alteraciones también del sistema inmune

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Imágenes de archivo del Hospital de Salamanca
Imágenes de archivo del Hospital de Salamanca

La Consejería de Sanidad de la Junta puso en marcha hace cinco años en Valladolid una unidad que ha ayudado a más de 4.000 personas a que el dolor crónico "deje de ser protagonista" de sus vidas a través de un programa transversal y pionero que dura hasta 16 semanas y está basado en la "evidencia científica".

"Aquí tratamos personas, no tratamos etiquetas diagnósticas", explica a Europa Press el coordinador de la Unidad de Estrategias de Afrontamiento Activo para el Dolor, Federico Montero Cuadrado, que recuerda que la génesis de este servicio está en un proyecto de investigación que arrancó hace "trece años" en la Universidad de Valladolid al alimón entre el mencionado Montero Cuadrado y Miguel Ángel Galán, fisioterapeutas y profesores de la institución académica.

"En Atención Primaria veíamos muchos pacientes con dolor musculoesquelético que venían todos los años dos o tres veces a tratamiento, que mejoraban poco o no lo hacían. Tuvimos la suerte de poder hacer formación internacional con australianos, belgas, ingleses y americanos y vimos que allí el abordaje era diferente", recuerda.

Al respecto, explica que existía la idea de que en el dolor crónico tenía que haber una "lesión en los tejidos", pero la neurociencia, "que ha avanzado mucho", ha demostrado "que cuanto más dura un dolor, más tiene que ver con alteraciones funcionales y estructurales del sistema nervioso central y menos tiene que ver con patología musculoesquelética".

En este sentido, el responsable de la unidad ahonda en que hay alteraciones también del sistema inmune, del sistema nervioso vegetativo, que influyen en la estabilización del dolor crónico. "Hoy en día la neurociencia ha demostrado que es mucho más complejo y que para mejorar el dolor no solo tenemos que tratar las lesiones físicas, el movimiento o la intensidad del dolor, sino que tenemos que hacer un abordaje integral y biopsicosocial de la persona con todos los elemento que pueden repercutir en el dolor. Y es lo que hacemos aquí en la unidad", argumenta.

Montero Cuadrado subraya que en la unidad se tratan personas, "no etiquetas diagnósticas" y siempre "desde un punto de vista basado en la evidencia científica". "En los últimos años se recomiendan en las guías de práctica clínica de tratamiento del dolor musculoesquelético, enfoques activos de tratamiento, donde dejemos fuera el modelo paternalista en el que los sanitarios deciden qué tratamiento ponen, para que sea el paciente el que conozca qué es lo que verdaderamente le está pasando y participe. Es, lo que se llama una medicina centrada en el paciente", continúa. El movimiento, la actividad, cobra protagonismo en detrimento del fármaco.

Enfoques que van de la mano siempre de la "investigación" para implementarlos de la manera "más rápida" posible en la práctica clínica asistencial en pacientes con un perfil diverso pero un nexo en un común, en dolor crónico. "Son pacientes que llevan meses o años con dolor, con etiquetas diagnósticas de cervicalgia, lumbalgia, dolor de rodillas, fibromialgia, COVID persistente... pero también tenemos pacientes con neuropatías, con síndrome de dolor subregional complejo, pacientes que también tienen dolor de miembro fantasma", refleja.

Eso sí, aunque todos llegan con un "montón de etiquetas diagnósticas", la unidad los evalúa desde su "funcionalidad". "En vez de etiquetas diagnósticas, clasificamos por fenotipos de capacidades funcionales, porque el dolor no es tratar su intensidad, es mejorar las funcionalidades para tener mejor calidad de vida", concluye.

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