La tradición y el arte de un laborioso traje charro hecho a mano, en versión mini

María del Carmen Vicente cose cada detalle del traje, desde las medias al pañuelo, incluido el diseño de las joyas de las más de treinta muñecas que ha vestido

Exposición muñecas charras elaboradas a mano por M Carmen Vicente en Santa Marta  (2)
Exposición muñecas charras elaboradas a mano por M Carmen Vicente en Santa Marta (2)

Las medias caladas, los zapatos bordados, el manteo, el jubón, el dengue, el mandil, pañuelo, horquillas, collares, … Un traje de charra es una obra de arte con horas y horas de dedicación. Una laboriosa tarea que apasiona a María del Carmen Vicente, que pasa todo el tiempo libre que tiene rodeada de agujas, hilos y abalorios. Esta santamartina de adopción, natural de Peñarandilla, confiesa que su pasión por el bordado charro le ha llevado a coser seis trajes de charra completos, que luce siempre que tiene ocasión, y restaurar tres que eran de su abuela. “Antiguamente se repartían los trajes cuando una persona moría y los de mi abuela los tenían repartidos mis tías y primas. He conseguido reunir las piezas y restaurarlos”, asegura.

Pero su amor por las agujas y lo charro no se ha quedado en la laboriosa costura de sus trajes, sino que de ahí pasó a hacer vestidos para las muñecas. Nada menos que 34 trajes que lucen muñecas de todos los estilos y tamaños.

Exposición muñecas charras elaboradas a mano por M Carmen Vicente en Santa Marta (10)
Exposición muñecas charras elaboradas a mano por M Carmen Vicente en Santa Marta (10)

 

Cada una de ellas tiene un nombre y una historia, ya que las muñecas han sido regalos de sus familiares y amigas. Algunas son antiguas como las de Comunión que se regalaban a las niñas y otras son más modernas como las Nancys. Todas tienen en común una cosa: lucen un bonito traje de charra hecho a mano y pueden verse en una exposición que estará abierta en el Ayuntamiento de Santa Marta de Tormes hasta mediados de febrero. Incluso la muestra incluye unas barriguitas que confiesa le han costado un poco más por el pequeño tamaño de cada pieza.  

En la exposición, cuyas fotos se pueden ver en esta galería, se puede ver la ardua labor que tiene cada traje. Bordados, abalorios y paño tratado con mimo. De hecho, M. Carmen asegura que vestir una muñeca puede costarle entre mes y medio y dos meses cosiendo unas dos horas al día. Ella cose y diseña absolutamente cada detalle de cada una de las muñecas, desde los zapatos al peinado. Cada muñeca “tiene las medias de gancho, que las hago con aguja, algunas con punto garbanzo y otras sencillas”, asegura. “Luego tienen el pololo con sus cintas, las enaguas, la jubona, las puñetas, excepto las que tienen las camisas galanas, que estas van bordadas también. Luego va el dengue, la faltriquera, el pañuelo y los collares, pendientes y horquillas”, relata.

Exposición muñecas charras elaboradas a mano por M Carmen Vicente en Santa Marta (20)
Exposición muñecas charras elaboradas a mano por M Carmen Vicente en Santa Marta (20)

Tal es su amor por los detalles que incluso diseña y crea las joyas y horquillas que engalanan cada una de sus muñecas. “Compro las bolas y luego los monto. Hago los collares, las horquillas, los pendientes y todo”. También las peina. “Unas tienen moño, otras rodetes y otras llevan el moño de picaporte, dependiendo de la zona y el traje que llevan”, asegura. Por último, algunas llevan sombreros que, por supuesto también ha confeccionado ella. De hecho, sus muñecas son únicas, cada una luce un traje distinto, con bordados y estilos distintos haciendo un recorrido por la geografía salmantina, donde cada comarca y cada subcomarca tiene su rasgo identificativo propio en la vestimenta. Una de ellas lleva el traje que ella se pone para celebrar las fiestas más significativas del calendario salmantino y, por supuesto, lleva su nombre.

Lo mismo ocurre con los trajes que tiene hechos para hombre. No les falta un detalle. Llevan su gorrilla, el camisón bordado, el chaleco cuadrado con los botones charros, la chaqueta corta, el calzón, la media y el zapato o la bota de montar.

Además, en la muestra también se pueden ver otras piezas cosidas por ella. Algunos manteles bordados, alguna pieza a tamaño natural de un traje charro y, como curiosidad, una mantilla de rocador que era de su abuela.  

Una colección que sin duda será ampliada en futuro ya que confiesa entre risas que tiene otras siete muñecas esperando su turno.

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