Salamanca consta de numerosos tesoros que se pueden visitar por el Día Internacional de los Museos: desde espacios comprometidos con el arte a los patrimoniales de Ieronimus y Scala Coeli. Esa riqueza se extiende más allá de los límites de la provincia gracias a las obras con sello charro que acogen pinacotecas tan importantes como el Reina Sofía o el MNAC de Barcelona.
El Museo del Prado es otra de las instituciones culturales que se han interesado por el talento procedente de Salamanca. De hecho, el pasado mes adquirió, a través del Ministerio de Cultura, dos obras de Antonio Carnicero por un valor de 20.000 euros. Se trata de 'Retrato de un caballero' y 'Retrato de dama', "pareja de pasteles sobre papel adheridos a lienzos" adquiridas en una subasta pública celebrada en la sala Ansorena, según recoge el BOE del 16 de abril.

Estas dos obras se suman a otras que el Museo Nacional del Prado ya custodia del que fuera pintor de cámara del rey Carlos IV de España, como 'Ascensión de un globo Montgolfier en Aranjuez' (1784), en exposición temporal y 'María Tomasa de Aliaga, viuda de Salcedo' (1787), en la sala 089. El resto de cuadros de Carnicero, por desgracia, se encuentran ajenos a las miradas del público que visita la famosa pinacoteca en Madrid. Tal es el caso de 'Vista de la Alfufera de Salamanca' (1783); 'Torero' y 'Maja de rumbo', ambos con un "aire rococó delicioso y refinado", y 'La Inmaculada Concepción, entre otros.

El Museo Nacional del Prado también tiene 'escondidas' las obras que reflejan el talento de Antonio Carnicero como grabador. 'Fernando de Borbón, príncipe de Asturias' (1798) es "el dibujo preparatorio para la estampa grabada en talla dulce por Pedro Vicente Rodríguez", según explica la pinacoteca en su página web. 'Carlos IV a caballo' y 'Manuel Godoy a caballo' (1796) también eran diseños preliminares, pero esta vez para el ambicioso proyecto 'Real Picadero de Carlos IV', "un tratado de equitación que pretendía convertirse en el más importante publicado en España".
Obras de Mateo Hernández e Isabel Villar en el Museo Reina Sofía

Antonio Carnicero no es el único artista salmantino con obras expuestas en instituciones de renombre. Varias del escultor bejarano Mateo Hernández pertenecen al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, como 'Bañista' (1925), una escultura de granito coral de Finlandia que se "basó en la técnica de la talla directa y la expresión de un realismo rotundo, relacionado con dos de las principales tendencias del período de entreguerras: el Art Déco y la Nueva Objetividad". Se puede visitar en la Sala 205.06 - Realismo y superrealismo en el arte nuevo.
Otras esculturas ('Iguana', 'Busto de la pintora portuguesa Sarah Affonso', 'Leona') y dibujos de Mateo Hernández ('Bañista', 'Retrato de mujer', 'Camellos', 'Orangután'...) también aparecen en la página web del Reina Sofía. Y aunque, en un principio, todas las obras del artista se habían destinado a dicha institución, el Gobierno las cedió en depósito al lugar de origen del artista, Béjar, donde se exhibe medio centenar de piezas en el museo ubicado en el hospital de San Gil.

El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía también cuenta en su colección con una pequeña muestra de la obra de Isabel Villar (el resto se reparte en la Biblioteca Nacional, el Centro de Arte Faro de Cabo Mayor y otros espacios culturales): los lienzos 'La familia en el estanque' (1975) y 'Viuda con monos' (1979) y la escultura 'La rosaleda' (1974). Todo ello nos acerca a una artista tachada de "fundamental" para entender el modo en el que la figuración pictórica evolucionó en las últimas décadas del siglo XX.
Celso Lagar, entre los artistas salmantinos más internacionales
El pintor oriundo de Ciudad Rodrigo, Celso Lagar, es uno de los artistas salmantinos con más presencia internacional. Basta con ver en qué museos se han expuesto sus obras: desde Musée Goya, en Castres (Francia), a Petit-Palais de Ginebra. También han formado parte de prestigiosas colecciones como la de Crane Kallman (Londres) o Zborowski (París). La capital francesa fue precisamente la ciudad en la que residió la mayor parte de su vida, y sus pinturas demuestran la infuencia que recibió de los artistas de Montmartre y Montparnasse.

No obstante, para admirar el talento del mirobrigense no es necesario viajar al extranjero, basta con recorrer algunos museos nacionales, como el d'Art de Catalunya (MNAC), en Barcelona, que atesora 'La Guerra Civil' (1936) en su sala 76. "Esta pintura es una amalgama de escenas diferentes que muestran los dos bandos enfrentados durante el conflicto español y los efectos que la violencia tuvo sobre la población", señala la revista Time Out. Una de esas escenas nos recuerdan a los fusilamientos de Goya mientras que otra hace referencia a la exhibición de los cadáveres profanados de las monjas en el convento de las Salesas de Barcelona.
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