Carlos Fortea levanta una 'tormenta de polvo fino': "El paso del tiempo hace que las cosas se olviden y se repitan los mismos errores"
El que fuera decano de la Facultad de Traducción y Documentación de la USAL presenta este lunes su nueva obra en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca
¿El pasado condiciona el presente? ¿Recordar es una forma de comprender? El escritor Carlos Fortea reflexiona sobre estas cuestiones en su nueva obra, 'Tormenta de polvo fino', que será presentada este lunes a las 19:00 horas en el Centro Documental de la Memoria Histórica. "Va a ser un encuentro musical y literario. Tendremos a un guitarrista que interpretará piezas que se han compuesto expresamente para acompañar a la novela. Después mantendré un dialogo con las editoras", mantiene.
La elección del Centro Documental de la Memoria Histórica para acoger la presentación no ha sido casualidad. "Me hacía particular ilusión. Ahí se reúnen el hecho de la memoria, que en la novela es tan importante, y una parte de mi propio pasado", reconoce. Y es que en sus años de decano de la Facultad de Traducción y Documentación de la Universidad de Salamanca tuvo la oportunidad de acceder a muchos arhivos y visitar frecuentemente el lugar. Todo ello ha "inspirado mucho de lo que aparece en la novela.
Pregunta. ¿Qué nos vamos a encontrar en 'Tormenta de polvo fino' ?
Respuesta.Es una novela que cuenta un poco los últimos dos siglos de historia de España vistos desde la perspectiva de la gente normal, de los de abajo.
P.El título llama mucho la atención. ¿Qué quieres transmitir con él?
R.El narrador es un personaje que anda por los archivos, encontrando vidas en ellos, en los papeles, y cuando abre esos archivos que nadie ha abierto nunca, porque no son archivos de personas importantes sino de personas comunes, pues se levanta una nube de polvo, ¿no? Y esa tormenta de polvo es la que la que da título la novela. El polvo de la historia amontonado en los papeles de la gente normal.
P.Por la obra transitan diversos personajes, desde un afrancesado que comprende que el progreso solo puede provenir de fuerzas extranjeras a un profesor que lucha en la Guerra Civil. ¿Tienen algo de real?
R.Sí, tú sabes que en las novelas todos los personajes tienen algo de real, ¿no? Son en parte gente que el autor ha conocido o de la que ha oído hablar, por lo que no son reales en el sentido estricto del término, pero sí tienen muchos de ellos un pozo de realidad detrás. Cuando empecé a escribir la novela y me planteé cómo podía abarcar todo ese periodo de tiempo de un tirón, digamos, concibí la estructura de una novela de novelas. Es decir, hay un montón de historias, unas unidas a otras y unas separadas de otras en las que efectivamente aparecen muchos personajes. Un afrancesado en tiempos de Fernando VII, una persona que combate en la Guerra Civil española y que después desarrolla su vida como profesora de literatura, una actriz en los tiempos de la República, una periodista en los tiempos de la Transición... Hay siete u ocho tramas diferentes con muchos personajes. He intentado con eso dar un poco una idea general de este país.
"En el siglo XIX empieza la división ideológica en dos mitades españolas"
P.Al comienzo del libro escribes que "lo que somos hoy es consecuencia de lo que fuimos en aquel siglo XIX". ¿Qué perdura de aquella época?
R.Todo. Pervive todo. Desde el momento en que comienza el siglo XIX con la Constitución de Cádiz empieza la España moderna. También la división ideológica en dos mitades españolas, ¿no? Hay una mitad progresista que ha estado 200 años empujando por los cambios y el progreso del país y una mitad que ha estado intentando frenarla por todos los medios y eso no ha cambiado.
P.¿Dirías que el siglo XIX fue más decisivo aún que el XX en España?
R.Yo diría que el XX es consecuencia del XIX. En ese sentido sí es un siglo absolutamente decisivo, pero la novela cuenta los dos y llega hasta el año 2000. Con esto no quiero decir que sea una novela histórica, por no despistar a quien nos lea y que crea que todo lo que se cuenta son acontecimientos pasados. Son vidas que llegan hasta el presente.
P."Falta una conciencia de lo importante que es incorporar biografías anónimas a la historia", según Manuela Carmena. ¿Lo crees así?
R.Sí, cuando la editorial escogió esa cita de uno de los discursos de Manuela Carmena me pareció muy adecuada para contar lo que quiero: la historia de la gente, no la de los grandes acontecimientos ni la de los dirigentes políticos, sino la historia de los que la sufren, los que la hacen a pico y pala, por así decirlo.
P.¿También falta memoria histórica?
R.Yo creo que siempre falta memoria histórica. El paso del tiempo hace que las cosas se olviden y se repitan los mismos errores. Hay un montón de cosas que yo he querido contar en esta novela que son de cómo hemos vivido, de cómo se ha vivido en España durante muchas y muchas décadas y que son cosas que luego se olvidan. Una de las primeras personas que leyó la novela, una persona joven, me dijo: "Pero, ¿por qué no se divorcian estos personajes que tienen este problema?". Le expliqué que el divorcio estuvo prohibido 40 años y no se lo podía creer. Hay un desconcierto, digamos, en mucha gente, sobre todo en mucha gente joven, que viene del olvido de la historia. Yo creo que la memoria siempre es importante.
P.Has vivido durante veinte años en Salamanca. ¿Qué es lo que más echas de menos de la ciudad?
R.Muchísimas cosas. Echo muchísimo de menos la universidad en la que trabajé durante todos esos años y en la que ocupé puestos de responsabilidad. También a los muchos amigos que dejé ahí al volver a Madrid. Evidentemente, hay muchísimas cosas que me unen con Salamanca y por eso la presentación de este libro para mí es muy importante y le dije a la editorial que queria presentarlo en la ciudad en primer lugar.
P.Dejaste el decanato de la Facultad de Traducción y Documentación de la USAL en 2012. No sé si sigues de cerca la evolución de la Universidad y cómo la valoras.
R.Inevitablemente, pierdes mucho del contacto. Es obvio que no puedes estar tan al día como cuando estás ahí, como cuando hablas con todo el mundo. La sigo con la atención que puedo e intento mantenerme al tanto de los acontecimientos más llamativos, por así decirlo, pero, evidentemente, se pierden los elementos subterráneos, esas cosas que antes sabía uno porque las hablaba con todo el mundo y ahora pues ya no.
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