Después de que el pasado sábado tuviera lugar el traslado del Cristo de la Liberación desde el cementerio hasta la capilla de Fonseca, pasada la medianoche de este viernes, ya Sábado Santo, ha desfilado en procesión por las calles del casco histórico de Salamanca con su peculiar cortejo fúnebre. Algo que no pudo hacer el año pasado debido a la lluvia, pero en esta ocasión el tiempo ha respetado a una de las procesiones más sobrias de la Semana Santa de Salamanca.
 
Al ritmo de cantos gregorianos y música de réquiem, la comitiva ha desfilado con su disciplinante de pafio negro con cola, capucha monacal y sandalia sacristanas, para los hombres, mientras que las mujeres visten el traje de luto ventioseno negro (luto charro) con manteo-falda, chambra y manto, zapato negro con hebilla. Un cortejo fúnebre que emociona a su paso por algunas calles de la ciudad en que la única luz la portan las antorchas de la comitiva.
 
Son los miembros más antiguos de la hermandad los que, respondiendo un anhelado deseo de poder contar con la imagen de un Cristo Yacente, el cual recibiera culto y oración en la Capilla del Cementerio Católico de Salamanca, proponen a la junta directiva de la Hermandad la realización de una escultura. Fue realizada en 1988 y procesionó por primera vez el 25 de marzo del año siguiente. Recibió el nombre del Santísimo Cristo de la Liberación. Se crea así, entorno a esta imagen, la denominada hoy Sección del Cristo de la Liberación, de la Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz.

 

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