Las artistas salmantinas se convierten en los referentes que no tuvieron: “Queremos que se nos tome en serio y no se nos cuestione”

El mundo del arte y la cultura desde la mirada de las mujeres ha evolucionado, sin embargo, “está muy lejos de ser equitativo”, según la experiencia que han compartido María Caballero, diseñadora gráfica; Paula Barahona, restauradora de arte y la violinista, Lucía Urones

María Caballero, diseñadora gráfica, productora audiovisual, ayudante de dirección, montadora y colorista
María Caballero, diseñadora gráfica, productora audiovisual, ayudante de dirección, montadora y colorista

Durante siglos el papel de la mujer en el mundo del arte y la cultura ha quedado en la sombra, limitado a ser una fuente de inspiración para los hombres que pasaron a la historia reconocidos por sus obras.

La constante lucha femenina para ocupar puestos que merecen, tener representación en las esferas sociales y culturales ha ido acabando poco a poco con la invisibilización a la que han sido sometidas, sin embargo, aunque ya están en el camino queda un largo sendero por recorrer.

Presencia femenina en el mundo cultural y audiovisual salmantino

En el panorama salmantino existen numerosas mujeres que se dedican al mundo de los medios de comunicación, de la música o del arte, no obstante, “no hay toda la presencia femenina que desearía”, afirma Lucía Urones, violinista de The Son of Wood, quien se muestra “optimista” porque cada vez son “más mujeres en cada engranaje, pero faltan todavía”.

Además, “no hay equidad en la parte directiva”. Cada vez existen más creadoras, aunque “está muy lejos de ser equitativo” ya que actualmente los cargos de jefes siguen estando reservados en su mayoría para los hombres de los equipos.

En el caso del sector audiovisual, la división de género viene dada por el tipo de departamentos que conforman un proyecto. “He notado que los puestos como el de director, productor o guionista los suelen hacer los hombres; y luego hay otros cargos en los que la mujer suele tener el puesto, como el de maquillaje, peluquería o vestuario”, expresa María Caballero, diseñadora gráfica, productora audiovisual, ayudante de dirección, montadora y colorista.

Al contrario, el mundo de la restauración está repleto de mujeres, sin embargo, “si pueden tener chicos en los equipos los prefieren para mover las obras”, incluso actualmente que existen medios para transportar las piezas, según señala Paula Barahona, restauradora de arte.

Paula Barahona, restauradora de arte
Paula Barahona, restauradora de arte

¿Con qué referentes femeninos han crecido las creadoras de Salamanca?

Pese a que cada vez son más las mujeres que ocupan espacios de referencia, la mayoría de las creadoras que hoy se dedican a ejercer laboralmente en estos sectores crecieron sin apenas referentes femeninos, apoyándose sobre todo en quienes les enseñaron algún día la materia ya que fueron su contacto más estrecho en una sociedad donde el trabajo femenino no cuenta con el prestigio y reconocimiento suficientes.

“Me empezó a picar el gusanillo del diseño por dos asignaturas que tuve de adolescente, una de artes gráficas y otra de diseño en general, y las dos las impartían mujeres”, recuerda María, a diferencia de Paula, quien asegura que “ha tenido cero referentes en este sector” y durante la carrera “de todos los nombres que me dieron, uno era femenino”.

Por su parte, Lucía siente que “hay mucho vacío de instrumentistas”, aunque nota “un cambio” con respecto a “cuando era pequeña”. Además, cuenta que “hasta que empecé a interesarme por este mundo de músicas populares quería ser directora de orquesta” gracias a Inma Salas, que era “la única que conocía” en aquel momento.

Daniel Cruz, en el festival Modorrowland (Joarilla de las Matas)
Lucía Urones, violinista. Foto de Daniel Cruz, en el festival Modorrowland (Joarilla de las Matas)

Existe “un desconocimiento o falta de interés” por parte del Ayuntamiento de Salamanca

Con respecto al Ayuntamiento de Salamanca, las opiniones sobre su oferta cultural son muy controvertidas ya que Caballero percibe una escasez de nombres femeninos, a diferencia de Urones, quien considera que “intentan ser equitativos, no noto una desigualdad muy fuerte”, un punto de vista al que se acerca Barahona, considerando que “están intentando cambiarlo, pero el intento se queda en eso” asumiendo que no es una decisión deliberada “simplemente se nos tiene menos en cuenta”.

Sin embargo, las artistas coinciden en que existe “un desconocimiento o falta de interés” por parte del consistorio, resultando “más difícil” contratar a mujeres porque “tenemos más dificultades para dedicarnos a esto profesionalmente”, a excepción del campo de la restauración, ya que es más sencillo porque en su gran mayoría la disciplina la ejercen mujeres.

Lejos de ser algo intencionado por parte del Ayuntamiento, más bien es la consecuencia de que “hasta ahora no se haya hecho un esfuerzo en conocerlas”, por lo que María insta a las chicas a compartir su arte y su trabajo asegurando que “se echa de menos sus voces” y que esto puede ayudar para que “se animen más a participar”.

Una reivindicación común: "Que se nos tome en serio"

Las obras hechas por mujeres no han contado con el mismo crédito que las masculinas, siendo todavía un lastre entre una sociedad que aún no respeta de igual forma la figura de la mujer que la del hombre en puestos de poder. “A ellos se les toma en serio y no se les cuestiona”, denuncia la restauradora de arte.

Además, reconoce que vivió episodios machistas durante sus clases universitarias, donde comprobó que a los profesores hombres “les respetaban más que a las profesoras” y donde se infravaloraban sus capacidades. “Yo le decía a mi profesor que podía mover las obras, pero él prefería a los dos únicos compañeros que teníamos en clase”, cuenta aclarando que en su mayoría era un aula compuesta de chicas.

Igualmente, la violinista asegura que “cuando me ha tocado ser responsable notaba que iban a hablar con mis compañeros ninguneando mi autoridad”, algo “involuntario y sin maldad” que viene dado porque “es un mundo muy masculino”, lo que le ha llevado a “luchar” para que se ponga en valor "su trabajo y su autoridad".

Un sentimiento que comparte María desde otro campo artístico. “Muchas veces no se nos toma en serio y el cliente no escucha”, por lo que en el mundo del audiovisual “me toca ser más firme, autoritaria y alzar más la voz de lo que en realidad soy para que se me escuche y me tomen como una profesional que intenta hacer su trabajo lo mejor posible”.

“He sentido que mi trabajo se valora menos que el de mis compañeros”

Por otra parte, las oportunidades no siempre se han dado de igual modo para hombres y mujeres, cuyas carreras competitivas no son de tú a tú. “Creo que a los chicos es más fácil que les den oportunidades incluso sin estar preparados”, expresa Barahona.

Las chicas sienten que su trabajo "se valora menos que el de mis compañeros” a lo que se suma “que somos jóvenes”, destaca Lucía reivindicando que “no somos monas, somos válidas” poniendo sobre la mesa otro de los patrones patriarcales asentados en estos tiempos en los que, en ocasiones, consciente o inconscientemente se trata desde el paternalismo para invalidarlas.

Con respecto al mundo de la restauración, Paula ha explicado que se trata de una labor “multidisciplinar” en la que siente que “si tú haces demandas siendo una chica te van a hacer caso, pero si eres hombre piensan que sabes”, aunque hay chicos que “sí se dan cuenta y rectifican”.

“Creo que hay un problema real respecto a la invisibilización del género femenino dentro del mundo del arte, aunque pienso que cada vez más el número de mujeres artistas dentro de mis ámbitos está en aumento y espero poder ver o por lo menos que la siguiente generación pueda percibir un mundo artístico que conceda las mismas oportunidades independientemente del género”, ha concluido la diseñadora gráfica, mostrando una visión optimista, que han apoyado las otras dos profesionales.

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