"No vengo de una familia especialmente musical, pero según me contaban, desde pequeña era una de mis pasiones", afirma Marinah, quien recuerda que "a los ocho o nueve años, cuando me bajaba la musa, en cualquier bar o restaurante, me ponía de pie y cantaba. También recuerdo los playbacks en el espejo, a veces sola y otras con amigas. El primer vinilo de Alaska y los Pegamoides, Radio Futura, El Último de la Fila".

El flamenco llegó a ella por su madre. "En casa se ponía un cassette de Manolo Caracol o Lole y Manuel y después uno de Los Beatles, de Lou Red o de Jimmy Hendrix. En el coche solía poner a Camarón, Triana, Peret, Los Chunguitos, Los Chichos ? En casa de mi padre me encantaba escuchar el vinilo de Bola de Nieve, el de Pablo Milanés y el de Fania All Star y así crecí".

A los 17 empezó a combinar el estudio de sus mayores pasiones: la música, la moda y las artes gráficas y visuales. "También entró en mi vida el punk, el rock & roll y el hardcore más alternativo. Desde ese contexto de movimientos sociales, disfruté maquetando fancines, carteles, portadas, montando expos, también trabajé durante unos años en una cooperativa de mujeres donde reciclábamos, transformábamos y serigrafiábamos ropa. Y todos los veranos iba a Formentera a buscarme la vida, de camarera, vendiendo la ropa que habíamos hecho o cantando por las terrazas de turistas",

Allí en Formentera fue donde conoció a Max, a Juanlu y a Dani, con los que después comenzaría la aventura de Ojos de Brujo. "He tenido la suerte de cantar con gran cantidad de artistas a los que admiro: Peret, Martirio, Pepe Habichuela, Belén Maya, Asian Dub Foundation, Daara J, Nitin Sawhney, Los Van Van, Orishas, Miguel Campello, Bebe, Manolo García, Muchachito, Vinicio Capossela, etcétera".

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