Con nosotros comparten la historia de una mujer que ha pasado dieciséis años presa y mañana sale en libertad condicional, sobre el escenario su última y larga noche, transitando entre el miedo y la esperanza. Justo hoy le comunican que su madre ha muerto y entonces se carga de coraje e ironía para repasar su vida desde que fue condenada. Es la hora de quererse y asomarse a la vida libre. ¿Está preparada? Una puerta a la calle, un salto al vacío, un baile complicadísimo.
La esclusa representa esos espacios reflexivos que se abren y cierran como interrogantes. El escenario carcelario del monólogo es, además de una mirada hacia la realidad de las prisiones, una metáfora de muchas cárceles con las que convivimos a diario. En este contexto de privación se muestra la situación de las mujeres presas: doblemente juzgadas y condenadas a una vida silenciada a base de cadenas penales y sociales.
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