El oasis que iluminará la catedral nueva de Salamanca gracias al pincel de Florencio Maíllo

El artista presenta la obra 'El Pensamiento ante el misterio de la Creación, Redención y Resurrección' que vestirá el trasaltar del edificio

27 nov 2022 - 08:00
El artista Florencio Maíllo | ICAL
El artista Florencio Maíllo | ICAL

La Creación, la Redención y la Resurrección, plasmadas en una obra de ocho metros de altura, serán los motivos que iluminarán el trasaltar de la catedral nueva de Salamanca. Bajo el pincel de Florencio Maíllo (Mogarraz, 1962), se erige esta pieza que acaba de ver la luz y que vestirá la pared de piedra del templo. Una obra que supone uno de los encargos más importantes del artista, a la que ha dedicado más de dos años y medio de trabajo en su taller de Encinas de Abajo, situado a 16 kilómetros de la capital.

Nada más terminar el confinamiento causado por la pandemia, Maíllo recibió el encargo del canónigo emérito de la catedral, Daniel Sánchez, quien falleció de manera repentina apenas dos días antes de la presentación de la obra. “Fue un momento complejo”, reconoce el artista a Ical, cuando echa la vista más de dos años atrás. Después de tres bocetos, Maíllo comenzó a trabajar en el proyecto final en el que ha reflejado, de una manera humana, el dolor y el realismo, pero, en todo momento, “intentando” ser él mismo.

Sobre un lienzo de ocho metros de alto, cuatro de ancho y 800 kilogramos de peso, acorde al tamaño de la catedral, ha cuadrado las piezas de este “puzle” formado por dos “L” que ensamblan la luz y la penumbra. En la parte superior aparecen representadas las dos personas de la Trinidad, con el Padre Eterno y el Espíritu Santo entre nubes, hacia donde asciende el cuerpo de Cristo, “a la derecha de Dios Padre”. Por su parte, en la parte inferior, con la penumbra, se encuentra el Crucificado formando un calvario con las figuras de María y San Juan Evangelista. Y la obra se completa con la representación de la Resurrección, con el Resucitado, San Pedro, San Juan y Magdalena en fase de Ascensión. 

“Este cuadro es como un oasis que va a estar iluminado por las vidrieras de colores góticas” de la catedral nueva de Salamanca, explica Maíllo. Realizado con la misma saturación cromática, el artista ha pretendido establecer “un diálogo con la luz”, elemento que refleja la vida y la eternidad y que se ve representado en la parte superior. En la parte de la penumbra, ha dibujado una “alegoría a la naturaleza” a través del pensador de Auguste Rodin, “que medita la redención”. Este guiño a la naturaleza a través de elementos como el agua o las lagartijas manifiesta “la mirada de la luz que ilumina algo que tenemos que cuidar”, argumenta el pintor. 

Más allá de las figuras principales, sobre el lienzo se esconden detalles en los que perderse. La propia catedral de Salamanca, iluminada bajo la mirada de los ladrones. Referencias a la tradición oral de la Sierra de Francia, con siete golondrinas camufladas, o el manto de María, teñido con la sangre del costado de su hijo. Letras inconexas, que dejan en el aire las últimas palabras de Cristo, y el detalle de estar aún vivo, mirando a su madre y despidiéndose, siendo consciente de la redención. O las saetas que forman parte del cuadro, vinculadas al orden estructural de la fachada de la Casa de las Conchas. 

Además, el artista representó a cinco miembros fallecidos de su familia en la figura de los ángeles situados junto al Padre Eterno. En la parte izquierda, sus padres, y en la derecha, sus dos hermanos. La quinta, debajo de la alegoría, corresponde a su abuela, la única que conoció. Florencio Maíllo ha marcado así su propio sello autobiográfico, integrado totalmente en la obra. Incluso encontrar la firma requiere de la atención del espectador, pues parece un elemento decorativo más. 

Referencia a la guerra de Ucrania

El dolor y el realismo son dos elementos que Maíllo ha buscado plasmar en la obra. Durante su creación, cuenta que le ayudó mucho la música religiosa de Vivaldi, que escuchaba en un recopilatorio que le había regalado el canónigo emérito. “Él me regala una colección que me ha transmitido una espiritualidad que me permitió romper el cuadro”, explica. Tras un año y medio construyéndolo, el artista sabía que “tenía que llegar un momento en el que percibiese el elemento desencadenante de ruptura, potente y fuerte”. Y llegó con la música y, casualmente, a la vez que estalla la guerra de Ucrania el pasado mes de febrero. 

“He reflexionado mucho en cómo transmitir esa violencia, que te sacuda, que está en movimiento”, y lo hizo a través de la representación de las bombas de racimo con elementos cortantes en forma de triángulo. “Tuve la necesidad de acercarme de un modo lo más realista posible a esta crudeza”, argumenta, y reconoce que “esta lluvia cargada me venía muy bien para concretar esa lluvia de sangre relacionada a la tradición iconográfica de la sierra de Francia”. 

Desde el sentimiento y el respeto, el artista anima a todo aquel que se acerque a “detenerse y disfrutarla”. Además, considera que “dependiendo de su estado de ánimo verá una cosa u otra”, debido a que es una pieza abierta. “Lo que quiero es que quien se acerque a la pieza le pueda transmitir algo”, confiesa. 

Una conexión entre el arte contemporáneo y el religioso

Florencio Maíllo establece una diferencia entre el arte religioso y el arte con temática religiosa. El primero, debe ser capaz de “interpelar y transmitirte emocionalmente un sentimiento”. Plasmar estos motivos sobre el lienzo en pleno siglo XIX supone acercar a los artistas de vanguardia a la Iglesia.

Ante ello, Maíllo señala con claridad que “la obra va a cumplir una función dentro de un contexto sacro. Yo no puedo hacer lo que me apetezca, porque puede ser que no sea idóneo para ese contexto”. Pero, a su vez, reconoce no ser “un brazo ejecutor” de esta institución, y, desde el respeto, poder crear cuadros de carácter religioso con su lenguaje artístico. “El arte religioso tiene la función de que te reflejes con tu interior. Todo el ser humano y las conexiones etéreas con la existencia son tan complejas que hay que dejar una gran libertad de sentimiento, y dejar que una obra no sea banal, que te interpele”, señala. 

Por otro lado, a la hora de afrontar un encargo religioso, se alegra de que desde la Iglesia estén acercándose al arte contemporáneo. “El arte ha acompañado siempre al hombre con esa necesidad de contar un sentimiento interior”, explica. Y, a través de la función simbólica y de transmisión, ha creado una obra en la que no ha faltado incluir su personalidad. 

Su taller en Encinas de Abajo guarda el proyecto con más duración de Florencio Maíllo. Todavía no hay fecha para que la obra “El Pensamiento ante el misterio de la Creación, redención y resurrección” establezca ese diálogo de luz y de color con las vidrieras de la Catedral. Pero la pared de piedra de la parte trasera del retablo mayor de la Catedral Nueva, frente a la capilla del Cristo de las Batallas, ya aguarda el momento en el que este enorme cuadro narre una nueva historia a los visitantes del templo que dibuja la silueta de la ciudad del Tormes. 

 

stats