La Misa Crismal, que el Obispo celebra con los presbíteros de la diócesis, es una de las principales manifestaciones de la plenitud sacerdotal del Obispo y signo de la unión estrecha de los sacerdotes con él. Es también la misa de la renovación de las promesas sacerdotales y de la bendición de los óleos sagrados que al término de la eucaristía los párrocos recogen para llevar a las parroquias y que se usarán en la administración de los sacramentos del Bautismo, Confirmación y Unción de los enfermos. Así, con el Santo Crisma consagrado por el Obispo, se ungen los recién bautizados, los confirmados son signados, y se ungen las manos de los presbíteros, la cabeza de los obispos y la iglesia y los altares en su dedicación. Con el óleo de los catecúmenos, estos se preparan y disponen al Bautismo y con el óleo de los enfermos, éstos reciben alivio y fortaleza en su debilidad.
La celebración Crismal, junto con la fiesta de San Juan de Ávila, patrón del clero español, son las dos grandes citas que cada año congregan en una misma celebración a casi la totalidad de los presbíteros de la diócesis de Salamanca. En la actualidad la diócesis de Salamanca cuenta 185 sacerdotes, de los cuales 3 están trabajando pastoralmente en Paraguay y otro se encuentra ampliando estudios en Roma. Las 411 parroquias que integran nuestra diócesis son atendidas por 94 sacerdotes diocesano, 17 religiosos y 4 diáconos permanentes.
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