La Pegatina se ha convertido en uno de los grupos de música referentes entre los jóvenes (y no tan jóvenes) de nuestro país. El martes, 14 de septiembre, actuarán en el CAEM a partir de las diez de la noche. El grupo catalán comenzó a ser conocido por la canción ‘Mari Carmen’ pero la explosión de ‘¡Y volar!’ les elevó en el panorama nacional. Ahora, llegarán a Salamanca para presentar su disco ‘Darle la vuelta’. Su cantante, Adriá Salas atiende a SALAMANCA24HORAS antes de “uno de los conciertos más especiales del año”.
¿Qué esperáis del concierto en Salamanca?
Yo creo que hace muchos años que no vamos. Estuvimos, probablemente, una sola vez. En la sala Potemkin. Sí que la hemos visitado muchas veces porque nos apetecía, en plan turismo. Estuvimos en la USAL con la Cadena SER, en un programa con Angels Barceló, y la gente nos paraba por la calle. Salamanca es una ciudad universitaria y un ambiente que nos encanta. Va a ser uno de los conciertos más especiales del año.
Todas vuestras canciones muestran buen rollo y buena onda. ¿Es un fiel reflejo de vuestra forma de entender la vida?
La gente se sorprende porque fuera del concierto somos más tranquilos. Pero cuando subimos, nos transformamos. Nuestra vida es esto. A la hora de componer las canciones, hay una alegría contagiosa que queremos transmitir al público. Incluso, sucede que hacemos canciones tristes y la música es alegre.
“¡Y volar!” os pone en el gran escaparate del mundo de la música.
Es sorprendente. Es una canción que tiene tres años y ha arrasado a nivel de escuchas en Spotify. Es una colaboración argentina de Los Caligaris, nos ha hecho crecer también en Latinoamérica. Es la primera vez que yo componía con Rubén a la vez. Nunca lo habíamos hecho así. La fórmula dio su resultado.
Esa canción es el momento de liberación que todos sentimos alguna vez y la herida se cierra.
Es así. Como lo has dicho. Nunca me he sentido tan libre como cuando he salido de un problema del que no era consciente. Una vez que lo dejas atrás, es pensar en uno mismo y ya está. También es una relación tóxica, no tiene por qué ser amorosa, o alguna situación que por rutina estás ahí sin saber por qué. Es sentirse libre.
Pero La Pegatina es mucho más que “¡Y volar!”. ¿Cuáles son vuestras propias canciones favoritas?
Nosotros depende. Las nuevas siempre se convierte en las favoritas. Ahora, por ejemplo, del último disco ‘Darle la vuelta’ las que más nos gustan ‘Siempre te pedí’, ‘Te veré cuando yo quiera’ y ‘Lena’. No son las más conocidas pero tienen algo especial para todos nosotros.
La pandemia ha sido muy dura para todos. También para los artistas. Ha sido también un buen momento para obligarse a parar y ser más creativo.
Para nosotros, que estamos en una inercia de tocar sin parar durante los últimos dieciocho años y no habíamos para nunca, como mucho para coger un mes de vacaciones, ha sido importante. De repente, nos obligaron a parar cuando teníamos una gira europea e internacional de cien bolos. Fue una putada grande. Porque encima íbamos a viajar y crecer fuera. Era un reto que nos apetecía. Pero piensas que no puedes vivir sin tocar y realmente sí que puedes. El verano pasado fue el primer verano que tuvimos vacaciones. Podíamos ir una semana a la playa con los colegas. Fue una sorpresa. Estábamos acostumbrados a que el verano fuese trabajo. No hay que obsesionarse con el proyecto y también hay que vivir otras cosas. No solo hay que poner toda la energía en La Pegatina sino también en la familia, amigos y en hobbies. Ahora intentamos equilibrar la música con amigos y familia. Otro aprendizaje fue prepararse las canciones de un disco tranquilamente en casa. Crear canciones y que cada uno pueda tener melodías, patrones… hemos tenido tiempo para crear y no sacarlo en tres horas. Eso nos ha hecho ser mejores y tener más calidad.
¿Qué significa para un grupo de artistas volver a un escenario y que, poco a poco, vuelva a acudir el público?
Todos los grupos hablamos de reencuentro con el público. Después de tantos años tocando por la península, tienes muchos amigos y te alegra ver a la gente. El público está sentado pero tiene una cara enorme de felicidad. Es igual de bonito. Hemos preparado un show con algo menos de caña porque si no sería más problemático para la gente. Si haces un concierto adaptado a eso, la gente lo va a gozar. Todo el mundo que viene está más atento al show que otras veces, porque solo puedes estar en la silla y no puedes ir a la barra o bailar con los colegas.
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