25 años de la caída de Mario Cipollini en Salamanca que cambió la seguridad en el ciclismo

La Unión Ciclista Internacional (UCI) estudió la implantación del uso obligatorio del casco tras las lesiones que se produjo el italiano en la avenida Federico Anaya el 26 de abril de 1994.

 Mario Cipollini
Mario Cipollini

La Vuelta a España ha contado con 22 finales de etapa en la ciudad de Salamanca. Ninguno de ellos ha podido tener unas consecuencias tan fatales como el acaecido el 26 de abril de 1994 en la segunda jornada de la carrera.

El recorrido de ese día unía Valladolid con la capital charra a través de 178,4 kilómetros. El último de ellos era una recta que atravesaba las avenidas María Auxiliadora y Federico Anaya. El pelotón llegaba agrupado a este punto, por lo que los velocistas presentes en la carrera querían aprovechar su primera oportunidad para ganar, dado que la ronda española arrancaba la fecha anterior con una contrarreloj individual en la que se imponía el suizo Tony Rominger (Mapei-CLAS).

Entre esos especialistas del esprín se encontraban dos italianos: Adriano Baffi y Mario Cipollini. Los dos formaban parte de la primera de las dos escuadras, independientes entre sí, que se han denominado Mercatone Uno. ?Il Bello?, debutante en la Vuelta, intentaba progresar por el lado izquierdo del grupo mientras que Baffi le iba cortando el camino hasta provocar un terrible suceso: Cipollini chocaba su bicicleta con la pata de una valla publicitaria, la rueda delantera se partía y el corredor salía despedido hacia la calzada. Su cabeza botaba varias veces contra el asfalto y su cuerpo terminaba en medio de la calle. Baffi vencía, pero era descalificado por acción antideportiva (no mantener la línea recta en los últimos 200 metros) y el triunfo recaía en el francés Laurent Jalabert (ONCE), segundo en la meta.

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Como consecuencia del impacto, Cipollini era evacuado al Hospital Virgen de la Vega, donde permanecía ingresado una noche. Tenía un traumatismo craneoencefálico, una contusión pulmonar y heridas y erosiones en la cara, el tórax y las extremidades. El que en 2002 sería campeón del Mundo excusaba a su compañero, quien, a su vez, indicaba que nunca tuvo intención de tirarle. A esta creencia se sumaba Bruno Vicino, director del Mercatone Uno.

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Sin embargo, los organizadores de pruebas ciclistas tomaban nota de lo sucedido y decidían eliminar las patas de las vallas que se colaban en la calzada. Por su parte, la Unión Ciclista Internacional empezaba a plantearse el uso obligatorio del casco en los kilómetros finales, dado que Cipollini corría sin él y el accidente, rápidamente conocido en todo el mundo a través de los medios de comunicación presentes en una de las tres grandes competiciones por etapas (las otras dos son el Tour de Francia y el Giro de Italia), podía haber acarreado consecuencias muy negativas para el corredor. Tiempo después, la UCI apostaba porque los ciclistas se pusieran el casco forzosamente durante una determinada distancia, norma actualmente extendida a todos los kilómetros de cualquier carrera ciclista.

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