Un año sin deporte base: “No conozco ningún caso que se haya contagiado por jugar al fútbol”

El último fin de semana que los campos de fútbol, las canchas de baloncesto o los patios de colegio se llenaron de pequeños disfrutando a la par que aprendiendo fue el de 8 de marzo de 2020

Un año sin deporte base
Un año sin deporte base

Hace 11 meses, España se paraba por completo. La evolución de la pandemia del COVID-19 provocó que, el 14 de marzo, los españoles tuvieran que confinarse domiciliariamente durante tres meses. Ese confinamiento vino precedido los días antes, eso sí, de la suspensión de diversas actividades, tanto lectivas como recreativas.

Una de esas actividades que comprende ambas facetas es el deporte base. El último fin de semana que los campos de fútbol, las canchas de baloncesto o los patios de colegio se llenaron de pequeños disfrutando a la par que aprendiendo fue el de 8 de marzo. Desde entonces, casi un año en el que la incertidumbre y el deseo de volver se ha apoderado de todos aquellos que, de una manera u otra, estaban involucrados: jugadores, entrenadores, padres, árbitros o directivos de clubes.

De hecho, a lo largo de estos meses, especialmente tras el verano, varios han sido los movimientos que han intentado posibilitar la vuelta del deporte base a Castilla y León. Si bien en un principio estaba previsto para el mes de enero, la Junta aplazó sine die el inicio del deporte federado, algo que motivó el enfado por la posible de discriminación. Y es que muchos no terminaron de entender cómo era posible que el Ejecutivo regional promoviera que las aulas eran seguras mientras que la actividad deportiva no, pese a los protocolos que presentaron las diferentes federaciones. De hecho, desde Salamanca se inició una recogida de firmas en una página virtual para protestar contra “el veto” de la Junta al deporte base y escolar.

No todo el mundo se ha visto afectado de igual manera, eso sí. Y es que algunas categorías del deporte base, como el fútbol regional, sí que han podido dar comienzo. SALAMANCA24HORAS conversa y ofrece el punto de vista de entrenadores y árbitros que, eso sí, de alguna manera u otra, han visto cómo la pandemia rompía un poco su sueño deportivo.

“No solemos hablar del tema; intentas mantener el protocolo al completo y ya está”

Allá por el mes de marzo, el Hergar marchaba líder de la Primera Juvenil Provincial. Tenía al alcance de su mano el sueño de ascender a categoría regional, aunque la pelea era más que bonita junto a Béjar y al Helmántico y, quién sabe, si el Jai Alai. Pero a falta de ocho jornadas, la pandemia llegó.

El entrenador de ese equipo, Javier Vicente, recuerda para SALAMANCA24HORAS, que en aquel momento les dolió parar “no ya por la clasificación, sino porque es algo que te gusta y porque lo que quieres es mejorar lo máximo posible y, a final temporada, ver los resultados y congratularte por el trabajo”.

Tal y como reconoce, en los primeros días del confinamiento, tanto él, como sus jugadores, como el club tenían la esperanza de que pudieran retomar la competición pasado un mes o mes y medio. “Cuando ves que no, te resignas y lo aceptas, porque no queda otra”, señala. Finalmente sí se decidieron los ascensos, por lo que por una parte, su trabajo se vio recompensado, aunque admite que les hubiera gustado lograrlo de otra manera y, por supuesto, celebrarlo.

Respecto a este año, allá por el mes de junio preparaban la temporada “pensando que las cosas irían mejor” y que habría una “relativa” normalidad, asegura. “Pero fueron pasando los meses y, cuando llega septiembre y no tienes novedades, empiezas a perder la motivación”, explica.

El volver cuando parecía que iba a ser un año en blanco por un lado alegró a muchos, pero también supuso una preparación diferente. Javi Vicente apunta que “todo lo que tenías pensado al principio, se resiente”, ya que incluso los propios futbolistas “habían hecho otros planes”. Pero al final, “te toca rehacer todo y ya está. Es como otra temporada más corta, pero las bases son similares”.

Sobre los entrenamientos, el entrenador señala que ellos están el máximo tiempo posible con mascarilla, “sobre todo cuando son ejercicios de contacto”, e intentan mantener una distancia de seguridad. Por curioso que parezca, eso sí, cuando llega el partido, y pese al contacto que supone el fútbol, estas mascarillas no son obligatorias, por lo que a priori también se podría prescindir de ellas durante la práctica. No obstante, Javi Vicente prefiere no mojarse al respecto, ya que él y su club se limitan a “cumplir el protocolo”, pero sí hay una cosa que tiene clara: “No conozco ningún caso que se haya contagiado por jugar al fútbol”. Aunque, por supuesto, sabe que “el deporte se practica mejor sin mascarilla”.

Javier Vicente, entrenador del juvenil del Hergar
Javier Vicente, entrenador del juvenil del Hergar

En su caso, él entrena a jóvenes de entre 16 y 18 años. Niños que se han visto afectados como los que más y que ya son conscientes de lo que está ocurriendo a su alrededor. Pero el fútbol es un espacio de tranquilidad mental. “No solemos hablar del tema, venimos a entrenar y ya está, e intentamos mantener el protocolo siempre al completo”, apunta el míster.

Un protocolo que les impide utilizar los vestuarios para cambiarse o el uso de mascarillas durante los entrenamientos, entre otras cosas. Javi sabe que tendrá jugadores que lo sientan más (la situación) o menos, pero desde el club tratan que todos lo cumplan escrupulosamente. “Nos fastidia a todos tener que entrenar y jugar así, porque además son más cosas a tener en cuenta, ya no sólo el físico, la táctica y la técnica, sino también lo sanitario”, relata.

De cara a la próxima temporada, Javi Vicente desea que “ojalá puedan empezar todas las ligas y todo el mundo pueda disfrutar del fútbol”. Porque sabe que ellos, dentro de lo que cabe, son unos privilegiados, ya que están pudiendo entrenar y jugar, una oportunidad que miles de niños y niñas de Salamanca y de Castilla y León no están disfrutando. “Ojalá todo esto pase, por el deporte y por lo que no es el deporte”, termina.

“Que pueda haber partidos es bueno hasta para los padres”

“Es algo nuevo, que no te esperas, y además te duele porque estás en el momento álgido de la temporada. Pero rápidamente te das cuenta de que esto está por encima de las ambiciones personales y que tienes que adaptar tu vida a la circunstancias”. Así recuerda Alfonso Vicente, árbitro salmantino de Segunda B, el inicio del confinamiento de marzo.

El colegiado, eso sí, se pone en la piel de toda la gente involucrada en el deporte base: “niños; árbitros; entrenadores, que suelen ser gente joven; dirigentes de clubes, cuya supervivencia depende de que haya deporte… es una pescadilla que se muerde la cola y que no escapa a una situación dramática como muchos otros sectores. Me da mucha rabia”.

Pese a que Alfonso ha podido seguir arbitrando en su categoría (Segunda B, así como cuarto árbitro de partidos profesionales), reconoce que echa “mucho de menos” dirigir partidos de fútbol base, algo que hacía con frecuencia antes, por eso desea que “se pueda volver cuanto antes a algo parecido a la normalidad”. Y es que, el que pueda haber partidos “es bueno para todos, hasta para los padres”. Pero en general, el que haya deporte es “un beneficio para toda la sociedad”.

Respecto a la situación actual de sus compañeros que arbitraban sólo fútbol base, Alfonso comenta que está en contacto con muchos de ellos y que la sensación que tienen es de “desasosiego”, porque “sienten que están perdiendo una parte importante de su vida”. “Y no hablo de la parte económica, que para muchos es una ayuda muy importante, ya sean jóvenes o adultos, sino de la parte vital de hacer deporte”, aclara.

Alfonso Vicente Moral
Alfonso Vicente

Pero el ser árbitro, como recuerda, va más allá. También se han perdido las reuniones de los viernes con el resto de compañeros en el Colegio de Árbitros o el entrenar juntos, costumbre esta última que se estaba implantando progresivamente en Salamanca y que se ha cortado de raíz.  “Es como si nos hubieran quitado una parte de nuestra vida. Y una parte importante”, valora.

Eso sí, como él mismo matiza, es un “privilegiado” por poder estar arbitrando desde julio del pasado año. “Es curioso, pero cuando te lo quitan de golpe y lo vas recuperando poco a poco, es una emoción indescriptible”, relata, recalcando que la alegría es “muy grande” y, aunque se echa de menos al público, algo que “da pena”, y se tiene que cumplir con una serie de protocolos estrictos, como pasar pruebas PCR cada semana, “se va recuperando parte de lo que hemos perdido”.

La pandemia, igualmente, ha obligado a los árbitros a cuidarse más si cabe, ya no sólo en cuanto a físico y alimentación sino también en cuanto a salud, y a modificar sus entrenamientos. “Tienes que reinventarte y adaptarse a las circunstancias”, detalla. Alfonso trata de acudir a las instalaciones deportivas cuando menos afluencia hay y siempre respeta “al máximo” las distancias de seguridad.

Además, como los gimnasios llevan cerrados un tiempo, la parte de ejercicios de fuerza han cambiado. “Hablas con tu preparador físico y con el de la RFEF y buscas hacer ese mismo trabajo en casa con ejercicios de calistenia y de peso corporal. También buscas videotutoriales en internet para hacer ejercicios adaptados a las circunstancias”, desarrolla el árbitro.

“Al final, con voluntad e imaginación, aunque no es lo mismo, sí que puedes suplir las rutinas que son igualmente válidas y eficaces”, añade, recordando que él habla de su caso y no del de los futbolistas, entre los que la situación es distinta.

Por último, Alfonso reitera que su deseo para la próxima temporada es que vuelva el fútbol. Eso sí, “que no haya prisa. Sé que todo el mundo tiene la necesidad, que existe el ansia y el deseo ferviente porque vuelva el deporte tal y como lo conocíamos. Pero con lo que está costando recuperar la normalidad, es necesario que tengamos responsabilidad y que, cuando volvamos, lo hagamos de verdad, sin tener que dar marcha atrás en ningún caso”.

En definitiva, estos dos ejemplos expuestos demuestran que el deseo del retorno del deporte base es algo instaurado entre todos los implicados y que, a buen seguro, será una realidad que está más próxima de lo que cualquiera puede imaginar.

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