Amigos y familiares de Ángel y Carlos Basas fallecidos en accidente de tráfico este viernes, lloran su muerte y recuerdan la bondad que les caracterizaba. En concreto, Óscar Hernández, natural de Monleras, y amigo de Carlos envía esta carta de despedida a Salamanca24horas en honor y homenaje a su gran amigo: “Todas las personas que os queríamos os echaremos mucho de menos”
Parece imposible, cuesta hasta creerlo, de repente alguien desaparece y te preguntas mil cosas, pero ninguna tiene respuesta. La vida es así de injusta, por qué si no lo fuera jamás existiría tanto dolor para la familia, amigos y un pueblo (Monleras), que se quedó admirado de la forma de ser de unas personas tan maravillosas: Carlos y Ángel Basas: fisioterapeutas, amantes del deporte, de la gente, de la vida…
Las personas que los conocimos tuvimos la gran suerte de pasar tiempo con ellos. No hacían falta muchos minutos para descubrir su bondad, tampoco segundos en encontrar una sonrisa. Su presencia te alegraba el día, nunca quedaba un favor sin cumplir si en sus manos estaba dártelo. ‘La alegría de la huerta’, como se dice en mi zona. Dos torbellinos, por descubrir el mundo, con una inquietud digna de admirar, trabajadores y merecedores de todos sus sueños. En definitiva, alguien que siempre querías tener a tu lado, aunque cueste escribirlo en pasado.

Con el corazón roto, mando estas líneas de despedida, la que no pudo haber, pero que todos guardamos dentro. Aquella que se perdió allí, en la lejanía de Nueva Zelanda. Quizás la lean desde algún lugar.
Tenía más relación con Carlos Basas, de 24 años y 361 días, tan solo le quedaban unos centímetros para llegar al cuarto de siglo. Pasé toda mi vida a su lado, entre su casa y la mía, las calles del pueblo, la peña, en Madrid, Florencia o donde fuera. Solo nos hacía falta alguna ‘mamarrachada’ —así llamábamos a nuestras tonterías— para disfrutar el uno con el otro.
Aunque mis momentos con Ángel fueran más escasos, que más se puede decir de una persona para la que solo existen palabras buenas. Sus compañeros de trabajo, deportistas y allegados lo confirman rotundamente.
Podría recordar como conocí a su hijo, una persona que sacó lo mejor de sus dos padres, pero era tan pequeño que apenas recuerdo ir en bici y ver su silueta a lo lejos. Quién diría que tras ese instante se abriría una vida de recuerdos. Una vida que, sin duda, repetiría una y mil veces junto a él.

Rememorando esos tiempos, en estos instantes de llanto, me acuerdo de charlar con Carlos sobre la muerte. Hablábamos sin mayor importancia ni echando cuentas. Él solía decirme que serían durísimos estos momentos, yo le contestaba (en broma) diciéndole que si eso sucediese “se viniese a echar una cerveza conmigo”. No le disgustó la idea y me dijo: “una birra recordando nuestras batallas, suena bien”.
No creo que ese trago vaya a poder tomarse, ojalá, pero de lo que sí que estoy seguro es que esas “batallas” y esas aventuras impedirán que las lágrimas borren los bonitos recuerdos.
Hasta siempre Carlos. Hasta siempre Ángel. Todas las personas que os queríamos os echaremos mucho de menos. Un abrazo muy grande para la familia.
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