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Fátima Blázquez: “Tener el maillot amarillo en la habitación del hotel es una responsabilidad”

La salmantina fue compañera de equipo de Joane Somarriba en dos de los tres Tours de Francia ganados por la española.

Joane Somarriba y Fátima Blázquez

El ciclismo femenino contó con su propio Tour de Francia,denominado ‘Grande Boucle’, desde 1955 a 2009, con interrupciones en variosaños. Tres de sus ediciones fueron ganadas por la española Joane Somarriba,triunfadora en 2000, 2001 y 2003.

En sus dos primeras victorias contó con la ayuda de FátimaBlázquez, que corrió con ella en el Alfa-Lum o colaborando desde el MichelaFanini (conjunto asociado) y que, además, era su compañera de casa lejos de lacarretera y de habitación de hotel cuando competían.

“El primer logro fue inesperado, porque Somarriba acababa deganar su segundo Giro de Italia y el objetivo era conseguir el Tour con lalituana Edita Pucinskaite. Pero Joane se puso líder en una contrarreloj ynuestra jefa de filas perdió tiempo en esa etapa y en otra que acababa en elTourmalet. Hubo que cambiar el pacto de equipo y pelear porque Somarribaganara, pues Edita iba mal y, de lo contrario, podría haber vencido unacorredora de otra formación. Fue un Tour complicado porque el grupo se dividióen dos, apoyando las ciclistas del este a Pucinskaite. Nos hicieron la vidaimposible”, rememora la salmantina Fátima Blázquez en SALAMANCA24HORAS.

La gregaria de Somarriba recuerda con más cariño la pruebade 2001: “Fue diferente porque Joane ya no era una sorpresa y acudía paradefender su victoria del año anterior. Estuvo enferma unos días que hubo quepasar lo mejor posible sin que se notara. Nunca es fácil ganar una carrera así,pero el ambiente fue distinto al de la edición anterior”.

A Blázquez le tocó defender el maillot amarillo de líder dela General en la carretera y lejos de ella al compartir habitación de hotel conJoane Somarriba: “Tener el maillot amarillo allí es una responsabilidad. Elprimer día que cruzábamos la puerta con él era de inmensa alegría, aunqueteníamos poco tiempo para disfrutarlo porque nos tocaba hacer muchos trasladosentre etapa y etapa. Eso provocaba que cenáramos de camino al hotel y que nosdieran los masajes en la propia caravana que utilizábamos para desplazarnos.Además, a Joane le gustaba hablar mucho por teléfono con su pareja. En nuestrasconversaciones intentábamos distraernos conversando sobre anécdotas o asuntosque no tuvieran que ver con el ciclismo para quitar la tensión de tener quedefender el maillot amarillo pocas horas después. Sin embargo, en el primerTour que ganó tuve que insistirle en que dejara de pensar que estaba haciendoalgo malo por tratar de vencerlo cuando Edita Pucinskaite estaba mal. ‘Siquiere lograrlo, ha de tener fuerzas para ir a tu rueda; si no, vamos a regalarla carrera a otro equipo’, le comentaba”.

Aunque en el palmarés de la exciclista charra aparezcadesierto el número de Tours ganados por ella, una parte de dos jerséisamarillos conquistados por Joane Somarriba le corresponden. “Los días de gregariade la primera clasificada son tensos. Desde que te levantas hasta que teacuestas, estás pendiente de todo. Incluso la noche anterior a una etapa, sinotas que hace viento, te impacientas por lo que pueda pasar al día siguiente.Yo no podía fallar porque significaba fallarle también al equipo y a Joane, queestaba tan pendiente de mí que continuamente intentaba tenerme cerca en elpelotón o auxiliarme si me caía. Había que darlo todo por ella. A raíz de todoese nerviosismo, me salió un herpes labial que se me curó una vez terminada lacarrera”, reconoce Fátima.

La escudera de Somarriba recuerda con nostalgia su etapa deciclista, dado que ella pudo disfrutar de una competición desaparecida:“Existían diferencias económicas muy grandes entre el Tour masculino y elfemenino. Era una prueba competitiva en la que estaban las mejores del mundo,pero el decorado era distinto. Faltaban la parafernalia y la repercusiónmediática del Tour de hombres, que es casi como un Mundial de fútbol. Por sifuera poco, la salida de una etapa consistía en bajar un puerto, algoimpensable en la versión masculina. Y eso que nuestro recorrido, a pesar detener menos kilómetros, era igual de exigente. El ciclismo femenino precisa decambios a nivel federativo. Nosotras crecimos porque los seleccionadorescreyeron en esta modalidad. Las ciclistas están para algo más que serseleccionadas para representar a España. Para que el Tour de Francia femeninovuelva a disputarse es necesario que empresas y patrocinadores inviertandinero”. “Sé que se necesita mucho más que cuatro personas para llevar a caboun evento de este calibre”, afirma Fátima Blázquez, la salmantina que sinllevar sobre sus hombros un maillot amarillo, sí puso su esfuerzo paradefenderlo.

Comentarios
anónimo Hace 4 años (06/07/2019 13:25)
Otra mujer invisible para las feminazis de Carmen Calvo, alias'Hitler'. <br/>41
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