​Ian Garrison, la última historia de La Covatilla: farolillo rojo a casi una hora del ganador y toda la etapa en solitario

Salvó el fuera de control por algo menos de tres minutos, llegando a la meta cuando ya caía el sol en la sierra bejarana 

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Debutaba en una gran vuelta y en su cabeza solo estaba llegar a Madrid, pero por el camino tuvo que pasar auténticas penurias por territorio salmantino. Ian Garrison ha protagonizado una de las últimas historias de La Vuelta, pero es una de esas que no se ven por televisión.

Garrison es un ciclista estadounidense de 1,93 metros, tiene 22 años y debutaba en una gran vuelta en este 2020. De hecho, este es su primer año como profesional en las filas del Deceuninck - Quick-Step Cycling Team y aunque en la etapa que unía Sequeros con La Covatilla fue el último clasificado, ha cosechado muy buenos resultados, de hecho es el campeón de Estados Unidos de contrarreloj y el subcampeón del mundo sub-23.

Sin embargo, no se olvidará fácilmente de la provincia de Salamanca o al menos de sus carreteras. Llegando a las Mestas su chubasquero se enganchó en la rueda trasera y fue la puntilla de un día que ya había comenzado mal para él, puesto que desde los primeros kilómetros ya se le veía cerrando el pelotón.

Lo que no sabía él es que a partir de ese punto protagonizaría una de las historias de superación de esta Vuelta Ciclista a España 2020: más de 144 kilómetros en solitario por la geografía salmantina.

No es habitual que en un puerto de primera categoría como es el caso de El Portillo, además con lluvia y viento, no se descuelgue nadie del pelotón ciclista. Siempre se suele formar desde las primeras subidas un pequeño grupo de corredores que terminan juntos la etapa y se ayudan para no llegar fuera de control, es el denominado popularmente en el ciclismo como ‘el autobús de los esprínters’. Sin embargo, este no se creó en el puerto salmantino y la carrera pasó por la cima de El Portillo con un grupo muy numeroso de escapados, mientras que detrás circulaba el pelotón compacto; salvo, varios minutos después, el joven corredor estadounidense de más de 1,90 de altura.

Ian Garrison protagonizó así una historia de superación, tenacidad y una lucha física contra los puertos salmantinos y otra psicológica consigo mismo para no rendirse. Le fueron cayendo los minutos como losas, pero este joven estadounidense, que debutaba en La Vuelta, se empeñó en terminar la etapa a pesar de rodar más de cuatro horas en solitario. Al final era demasiado castigo decir adiós a Madrid en la penúltima etapa.

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Por el alto de La Garganta llegó a pasar con más de media hora de diferencia con la cabeza de carrera, pero con el premio de ser uno de los más animados tanto antes de Candelario como en el propio municipio salmantino. La afición ciclista le dio su último aplauso, antes de encarar en solitario el alto de La Covatilla, sin público, con viento y con el sol cayendo en la sierra bejarana. Ian Garrison logró mantener su pedaleo para entrar en meta a más de 50 minutos del primer corredor, pero salvando por algo menos de 3 minutos el fuera de control que le hubiera dejado sin el premio de terminar La Vuelta en Madrid.

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Garrison, un corredor que por sus características y su juventud está llamado a hacer grandes cosas en el ciclismo mundial, vivió una vez más la cara más dura de la bicicleta, pero esta le cambió cuando pasó por meta y se dio cuenta que había llegado el último, pero que había ganado su carrera personal. Es un héroe más de la etapa con final en La Covatilla.

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