Álvaro Torrens es uno de los 'invisibles' de Unionistas. Y también de los imprescindibles. El delegado del primer equipo comenzó en el año de Regional de Aficionados y es una de las figuras que cuenta con el cariño de todos los jugadores y ex futbolistas del club.
200 partidos. "Cuando uno empieza, no me lo imaginaba. Yo era un voluntario más el primer año y Astu me pidió si podía ayudar en el equipo. Así empecé. Fue en la temporada de Regional. El primer día no sabía ni qué tenía que hacer y he ido aprendiendo con el día a día. Sobre todo, preguntando a los jugadores qué necesitaban".
Buenos maestros. "Ha sido muy fácil trabajar con Javi, Alvarito, Garcy... Pero todos hemos ido aprendiendo sobre la marcha porque ninguno teníamos ni idea de qué teníamos que hacer. Al final, los que nos han enseñado han sido los propios jugadores y los capitantes. Nos decían qué había que hacer y qué mejorar para intentar que ofreciésemos lo mejor dentro de lo poco que tenemos".
Día a día. "Vengo pronto sobre las ocho u ocho y cuarto. Y luego intento que todo lo que no es fútbol, no tenga que preocuparle a nadie. Que de todo eso me ocupe yo. Es un halago que me señalen como una persona importante. Yo intento que la gente aquí esté a gusto y contenta, que solo se preocupe de jugar".
Jugadores. "He hecho muchos amigos. Si por el club han pasado doscientos jugadores, tengo a todos de amigos. Me quedo con todos pero los capitanes son los que más me han cuidado. Molina, Piojo, 'El Rifle' Oskar Martín, Isaac Manjón, Javi Navas... ahora Charly".
¿Cómo lo vive? "A mí no me cuesta mantener la compostura porque soy una persona muy tranquila. Aunque en la época de la Unión estuviese en la grada, aquí estoy muy tranquilo y nunca me pongo nervioso. Además, es mi trabajo: que la gente esté tranquila en el banquillo. El partido que marco es el ascenso a Segunda B".