Los padres asumieron la decisión, pero uno de ellos se mostró abiertamente en contra. Al no pagar el euro con el que había sido sancionado su hijo y quedarse sin jugar un partido, el presunto agresor explicó que no estaba dispuesto a aceptar una "tontería así" y de hecho rechazó el ofrecimiento de otros padres de pagarlo y se llevó al chico del club. En ese momento dejó una frase al entrenador que nadie tomó en serio, pero que después se haría realidad: "Ya nos veremos".
Tres meses después entrenador y padre se encontraron en la calle Libreros y fue el momento en el que al parecer comenzó la agresión. Los puñetazos fueron presuntamente propinados por el padre y un acompañante hasta que la víctima consiguió huir y refugiarse en la Universidad, según la denuncia presentada. El técnico tiene un ojo morado y varios rasguños y puso en conocimiento de la Policía el suceso.
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