En este momento, aunque suene extraño, continúa siendo propiedad de la Unión Deportiva Salamanca. El club, que nació en 1923, todavía se encuentra en proceso de liquidación puesto que todavía no se ha aprobado el plan de liquidación presentado por los administradores. Hasta que no sea así, de ellos depende cualquier aspecto relacionado con el estadio.
El paso siguiente será la subasta de las instalaciones por parte de la Agencia Tributaria, un trámite que ya está en marcha y que podría materializarse en breves fechas. Pasaría por lo tanto a pertenecer a quien decida pujar por él. Si la subasta se decreta desierta, quedaría en manos de Hacienda que a su vez podría adjudicarlo a quien considerara oportuno o incluso devolverlo a su actual propietario, la Unión Deportiva Salamanca, siempre y cuando no haya completado su proceso de liquidación.
Por lo tanto, un proceso denso, posiblemente largo y farragoso que no augura un final demasiado positivo para un icono de la ciudad.
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