Los dos equipos venían rodados tras la pretemporada, y pelearon en todo momento por el balón, aunque era Topas quien lo combinaba con más peligro. El encuentro fue muy emocionante, y el resultado al final del tiempo reglamentario era difícil de creer al no haberse producido goles. Así se mantuvo hasta que faltaban por jugarse catorce segundos de prórroga, en los que volvió a vivirse una situación atípica.
Topas había estrellado el balón dos veces en el poste en una misma jugada, y encajó un tanto que parecía fatal. Sin embargo con portero jugador, y a falta de seis segundos para el bocinazo final, llegaba el empate que llevaba el partido a los penaltis. Ahí no falló Villavieja de Yeltes, y se convirtió en el campeón de la Supercopa.
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