Vinieron para quedarse: Los extranjeros que la Unión Deportiva Salamanca trajo a España y ahora son unos charros más

SALAMANCA24HORAS reúne a Nuno Afonso, Jorge D’Alessandro, Cristian Lupidio y Lucian Marinescu al cumplirse este sábado 96 años de la fundación de la UDS.

 Extranjeros Unión
Extranjeros Unión

Cuando el 9 de febrero de 1923 Federico Anaya firmaba el acta fundacional de la Unión Deportiva Salamanca (denominada en ese momento Unión Deportiva Española), pocos pensarían que aquel club recién creado podría albergar a futbolistas llegados de otros países que una vez retirados decidieran quedarse a vivir en tierras charras. Tampoco se les pasaría por la mente a muchos durante gran parte del franquismo, cuando la normativa impedía incorporar a jugadores foráneos. Sin embargo, la realidad refleja que 96 años después de la creación de la UDS, cuatro deportistas extranjeros que dejaban sus lugares de origen para jugar en ella residen en Salamanca.

El primero en abandonar su casa para arribar a orillas del Tormes era el portero Jorge D’Alessandro (Buenos Aires, 28-7-1949). “Mi fichaje se produjo de manera sorprendente, en el Trofeo San Juan de Sahagún que se disputaba en Salamanca en junio de 1974, con el equipo recién ascendido a Primera División. Estuve una semana compitiendo con el San Lorenzo de Almagro y la directiva se interesó por mí, así que firmamos el contrato esos días”, cuenta a SALAMANCA24HORAS el argentino. Aunque en su estancia para jugar el torneo ya paseaba por la ciudad, su aterrizaje definitivo se producía el 18 de julio, “una fecha significativa por entonces, ya que se conmemoraba el Día del Alzamiento Nacional”, recuerda el cancerbero mientras señala que “hacía un calor asfixiante”.

La temperatura, lejos de influir en su adaptación, le permitía callejear para descubrir rincones ocultos: “Al ser verano, las terrazas estaban llenas y había un ambiente distendido y de cordialidad. En Salamanca solamente había estado para disputar los partidos de junio, pero me fui haciendo a sus calles poco a poco. Mi mujer, mi hija mayor y mis suegros vinieron tiempo después, así que pude seguir con mi vida argentina, incorporando otro hijo y otra hija que nacieron en la ciudad”.

Ahora ya es abuelo y al observar a sus nietos confirma lo que intuía en sus primeros días como ‘charro’: “Me gustaron la tranquilidad, la normalidad y la naturalidad de la gente, con un concepto de vida de pueblo en ciudad que le confería encanto. Por eso, conecté con los salmantinos, me gustó su modo de vivir y creí que estaba en el sitio idóneo para construir un futuro familiar”.

Jorge defendía durante diez años el arco de la UDS. Durante ese tiempo sufría la extirpación de un riñón por las secuelas producidas tras chocar con un jugador del Athletic Club en un encuentro disputado en Bilbao. Pero también disfrutaba de una localidad más dinámica que la actual. “Se iba andando a cualquier sitio y las casas y los coches tenían las puertas abiertas porque se confiaba en todo el mundo. ¡En Argentina era impensable!”, rememora sonriente. En esos años se incorporaba a la tradición de comer hornazo el Lunes de Aguas (“el hornazo está institucionalizado en mi casa”, apunta) y creaba una personal que sigue realizando: tomar café por las mañanas en la Plaza Mayor, su lugar favorito de Salamanca.

Tras retirarse, D’Alessandro ejercía de entrenador en varios equipos, entre ellos la propia Unión. Pero también regentaba una tienda de ropa deportiva que estaba situada donde ahora se encuentra el llamado ‘Rincón de D’Alessandro’: “Colgados los guantes, mi familia y yo nos integramos más en el día a día, algo provocado por el local. Más que un comercio, era una casa de los sueños. Simbolizaba un punto de encuentro para niños y mayores que querían un autógrafo. La tienda se transformó en un lugar emblemático”.

Como reconocimiento a su aportación a la vida deportiva y comercial de Salamanca, el Ayuntamiento le elegía como pregonero de las Ferias y Fiestas de 2012. Actualmente, es tertuliano en el programa de televisión El Chiringuito de Jugones, lo que hace que viaje a Madrid al menos un par de días a la semana.

2D'Alessandro

En 1995, once años después de la retirada de D’Alessandro, la Ley Bosman cambiaba el fútbol: los jugadores nacidos en países miembros de la Unión Europea pasaban a tener la misma condición que los españoles, por lo que futbolistas extranjeros podían ocupar sus licencias. La Unión Deportiva Salamanca sacaba tajada de ello y en el verano de 1996 fichaba a varios deportistas de Portugal o procedentes de la Liga de esa nación. Entre ellos figuraba Nuno Afonso (Lisboa, 6-10-1974): “La Unión acababa de bajar a Segunda División y nos incorporó para ascender. Terminaba contrato con el Benfica y accedí porque me pareció una buena oportunidad”. En todos los sentidos, podría añadir el defensa central, pues gracias a aceptar esa oferta, conocía a una charra y formaba una familia que completan tres hijos nacidos en Salamanca (una chica y dos gemelos).

Contaba con la ventaja de haber estado ya en la ciudad, aunque fuera con 18 años para ganar el Torneo Internacional de Fútbol Juvenil con el Benfica. “En realidad, poco pude ver porque estábamos hospedados en Cuatro Calzadas y nos llevaban en autocar hasta los campos. La final la disputamos en el Helmántico contra el Real Madrid”, recuerda. “Cuando vine para jugar en la Unión, me acompañó mi representante. Entramos por el barrio de Buenos Aires y las calles estaban vacías por ser verano. Nos alojamos en el Gran Hotel y nos miraron como a ignorantes cuando preguntamos en recepción por un sitio para cenar. ¡Teníamos la Plaza Mayor al lado! Fuimos a ella y la impresión cambió: estaba a rebosar de gente sobre las nueve y media de la noche”, relata a SALAMANCA24HORAS.

Compartir vestuario con compatriotas le ayudaba a integrarse en la vida salmantina: “El idioma lo aprendí con miedo a perder el acento portugués, pero las costumbres me resultaron parecidas a las portuguesas. Aunque el jamón es distinto al luso”.

Nuno Afonso únicamente militaba una temporada en la Unión, suficiente para regresar a Salamanca cuando se retiraba en 2003 y se convertía en empresario. De esta forma, montaba una tienda de ropa para niños y una clínica dental. Ahora posee una escuela de pádel (All Padel Academy) y otra de fútbol (Academia de Tecnificación de Fútbol Nuno Afonso). Cuando el trabajo se lo permite, se divierte por el casco histórico: “Me encantan la Plaza Mayor y las catedrales. Cuando vienen amigos a visitarme los llevo por allí y ejerzo de guía turístico con ellos”. “Salamanca es una ciudad viva en la que los estudiantes aportan mucho. Es cómoda y segura para residir. Todo lo que tiene es bueno”, sentencia.

2Nuno Afonso

Doce meses más tarde del paso futbolístico de Nuno Afonso por Salamanca y tras el Mundial de 1998, la UDS incorporaba al rumano Lucian Marinescu (Bucarest, 26-6-1972), que había disputado dicho campeonato y se preparaba para afrontar su segunda campaña en el Rapid de Bucarest. “La Unión había traspasado a Gabriel Popescu al Valencia y me llamó. Me gustó la idea de jugar en España, aunque únicamente había estado en el país para disputar un partido amistoso contra su selección, el de mi debut con Rumanía, celebrado en Palma de Mallorca en 1997”, detalla el centrocampista a SALAMANCA24HORAS.

Marinescu se enamoraba de Salamanca nada más pisarla: “Era verano. Vine con mi mujer el día antes de mi presentación y llegamos tarde, por lo que fuimos a cenar a una pizzería italiana y salimos a dar una vuelta con Bogdan Stelea (entonces guardameta de la Unión Deportiva Salamanca). Pasamos por la Plaza Mayor, que estaba a rebosar. Mi esposa ya dijo que nos teníamos que quedar a vivir en Salamanca. Aprendimos rápidamente el idioma de forma autodidacta, sin recibir ningún curso. Acostumbrados al clima de Rumanía, nos resultó curioso que el tráfico se paralizara por una nevada”. Marinescu y su pareja eran felices en Salamanca. Tanto, que se adaptaban a sus costumbres gastronómicas y comían embutido por primera vez. Se comportaban como unos charros más y por eso compraban una casa salmantina en 1999.

Sin embargo, en enero del año 2000, el rumano salía cedido al Farense portugués, del que regresaba en julio para militar otro par de cursos en la Unión. “Miguel Ángel Russo contó poco conmigo durante su etapa como entrenador. Aquello fue un misterio para mí, por lo que acepté irme cedido. Lo hice bien y el Boavista quiso ficharme, pero el presidente del Salamanca, Juan José Hidalgo, se negó a traspasarme. Por eso, volví y cumplí los dos años que tenía de contrato”, explica. Finalizados, se iba a jugar a Portugal (Académica de Coimbra y Desportivo de Chaves) y a Grecia (Akratitos), pero manteniendo su piso charro, en el que se quedaban su mujer y sus dos hijos (un chico y una chica), nacidos en tierras lusas, aunque están nacionalizados españoles, como sus padres.

En 2006, Marinescu se retiraba y se asentaba definitivamente en la capital charra: “Tenía la idea de montar una empresa de representación de jugadores y la llevé a cabo”. Ahora, trabaja en ella (Consultoría Internacional Deportiva Marinescu) y goza con los encantos de Salamanca. “Me entusiasma la zona del Convento de San Esteban y voy allí cuando hace buen tiempo. Además, viajo por la provincia porque tiene pueblos muy bonitos, como Ciudad Rodrigo, La Alberca, Miranda del Castañar o Mogarraz”, revela.

2Marinescu

También le apasionan los municipios salmantinos y sus tradiciones al argentino Cristian Lupidio (Balcarce, 7-9-1976), que cuando tenía 21 años y soñaba con jugar en los grandes estadios de España, ese país que nunca había visitado, recibía una llamada de la Unión: “Era un chavalín que estaba en el Quilmes y desconocía dónde estaba Salamanca. No había oído hablar de ella. Pero no me podía creer que me ofrecieran jugar en suelo español. ¡Fue muy emocionante!”.

Su primera impresión sobre la ciudad era fugaz porque le tocaba viajar para pasar el reconocimiento médico y firmar el contrato tras disputar un partido de la fase de ascenso a Primera División en Argentina. “Terminé el encuentro, volé, pasé el reconocimiento médico, firmé y volví de regreso a mi país. Salí un domingo por la tarde y el martes ya estaba allí de vuelta”, concreta. En el verano de 1998, ya incorporado al equipo blanquinegro, le extrañaba encontrarse con pocas personas por la ciudad: “Mi primer domingo en Salamanca salí a dar un paseo y me sorprendió ver todo vacío. En Argentina las calles se llenan los domingos. Pero aquí era verano, todavía se esperaba la construcción de los centros comerciales y los salmantinos estarían de vacaciones o en casa”.

El argentino traía otras costumbres, aunque hablar el mismo idioma que los españoles le permitía comunicarse sin problemas. “Eso sí, echaba de menos tener establecimientos con comida argentina”, confiesa a SALAMANCA24HORAS. Quizás, por eso, se aficionaba a la jeta: “Nunca la había probado”.

El lateral izquierdo llegaba a Salamanca con su pareja y fruto de ese vínculo nacían dos hijas salmantinas y un hijo brasileño, pues tras dos temporadas en Salamanca, Cristian regresaba al Quilmes para luego fichar por la Portuguesa de Brasil. En 2002, retornaba a la UDS, donde permanecía hasta 2005. Después, pasaba por el Hércules, el Gimnàstic de Tarragona, el Benidorm, el Mérida Unión Deportiva y el Guijuelo. Pero su idea era asentarse en Salamanca “porque es una ciudad limpia, tranquila y cercana a Madrid”, declara. Debido a ello, en 2009, una vez retirado, se quedaba a vivir en la villa charra y arrastraba a su hermana a ella: “Vino a pasar unas vacaciones y… ¡acabó casándose y residiendo aquí!”. Y es que la ciudad es una delicia para los allegados de Cristian, que desea que sus padres también se instalen en ella “en un par de años, ya que, aunque están jubilados, residen en Argentina”. De su progenitor aprendía el oficio de la restauración, lo que le llevaba a crear el Bar Lupi cuando colgaba las botas: “Mamé la profesión y me gusta relacionarme con la gente”. Esa necesidad de interaccionar le ha conducido a formar parte de conjuntos de fútbol modesto para seguir vinculado al balompié sin abandonar el municipio: “Toda la familia es feliz aquí. Estoy orgulloso de vivir en Salamanca, donde me siento un charro más”.

2Lupidio

Jorge D’Alessandro, Nuno Afonso, Lucian Marinescu y Cristian Lupidio son únicos en la historia de la UDS. Por ella dejaban sus países de origen y, tras una vida deportiva persiguiendo a un balón con las maletas acompañándoles de un equipo a otro, han encontrado la felicidad en la ciudad que les hacía emigrar a España. Salamanca y ellos forman una gran… ¡unión!

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