¿Y si Siloé es quien puede unir el sentimiento de Castilla y León?
El grupo vallisoletano volvió a Salamanca para confirmar su madurez musical y reivindicar, como pocos, el sentimiento de unión de todas las provincias de la Comunidad
Fito Siloé tenía 16 años y como muchos de los niños que hoy se han acercado a verle con su grupo a la Plaza Mayor de Salamanca, soñaba con estar un día sobre ese escenario.
Lo vivió en la misma Plaza Mayor que hoy ha vibrado y cantado con todas sus canciones, pero encima de aquel escenario había unos tales Vetusta Morla, casi nada.
Allí en aquella época les entregó una maqueta, que "ni oyeron", pero La Verdad es que si eso es cierto, los Vetusta perdieron la ocasión de ser los primeros en escuchar un grupo que ahora crea himnos con los que quieren encender el sentimiento de Castilla y León.
No era la primera vez que tocaban en Salamanca, pero sí la primera que lo podían hacer desde un escenario idílico y ante un público completamente entregado.
Un concierto que comenzó como ya es tradición, con Fito tocando y cantando desde la torre de técnicos para después abrirse paso entre el público hasta el escenario.
Sin embargo, a su tradicional verdad, le sumó versos de Sangre, su última colaboración con Viva Suecia.
Ya con todo el grupo en el escenario, un mensaje no solo dirigido a la gente de la ciudad de Salamanca, sino también a aquellos de otros pueblos de la provincia como Vitigudino, Ledesma y Ciudad Rodrigo; y del resto de territorios de Castilla y León, para demostrar que aunque lejos, siempre estamos unidos.
Traían la lección aprendida para camelar al público salmantino, disipando rápidamente la niebla para mostrar sus cartas sonoras y volver a traer a la ciudad el potente directo de Santa Trinidad.
El concierto acababa de empezar y para que tú, querido lector, entiendas lo que en la plaza se ha vivido este jueves solo te pido que cierres los ojos y vengas conmigo.
Había que estar abajo, dentro del meollo, donde las pulsaciones se disparan, la música se siente más y emociona. Aunque mi madre en ese momento pudiera pensar que era mejor rezar por mí ante tanta aglomeración, lo cierto es que es en ese punto donde se entiende por qué Siloé comienza a sumar un séquito de seguidores que plasman en su espalda ese "¿Qué tal si mandamos a todos a tomar por culo?".
Se notaba la emoción del grupo por el escenario, "nos tiemblan las piernas", decía Fito, pero seguían camelando a los charros incluyendo en sus conocidas canciones referencias a Salamanca, "los chinos en Anaya" o "leer a Unamuno".
No había oposición a ese cariño, porque aunque hay cosas como cantar, que muchos jamás hacemos bien, al final la felicidad y el poder es lo que también nos define y hace que merezca la pena.
Pasaba ya el ecuador del concierto y al grupo, desde el meollo de gente, ya se le notaba más suelto mientras pedían al público que les subieran al cielo y les dejaran allí.
De allí a aquí, aquí refiriéndose a Castilla y León, porque si algo identifica los conciertos de Siloé es reivindicar nuestra tierra, pero no la dividida o de provincias, la unida bajo una misma bandera. La misma que se colocó para poder ver tantas cosas y entonar las letras de una canción que también comparte con el dúo paisano, Fetén Fetén.
De esa reivindicación del 'Nada que se parezca a ti' (canción usada con el grupo para promocionar la Comunidad) al Song 2 de Blur, para caldear la recta final.
Levita y ven abrió -todavía más- el tarro de las esencias, para delirio de una plaza que llegó a completar su aforo y que también pudo escuchar La vida que me das.
Era el tramo final y la ocasión para las mejores canciones. No defraudaron y la Plaza Mayor de Salamanca se llenó de Todos los Besos, dejándose llevar por la locura de saber que nadie más estará nunca a la altura de lo que la música nos da.
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