Ni siquiera un apagón generalizado que ha sumido en el caos a la provincia y a la capital han podido empañar el espíritu festivo de los salmantinos en su esperado Lunes de Aguas.
Desde primeras horas del mediodía, desafiando la falta de suministro eléctrico que afectaba a gran parte del territorio, los alrededores del emblemático Puente Romano se convirtieron en un improvisado pero animado escenario de picnic.
La tradición, profundamente arraigada en el corazón de Salamanca, ha demostrado ser más fuerte que cualquier contratiempo; familias y grupos de amigos se han congregado a orillas del Tormes, decididos a disfrutar de esta jornada campestre por excelencia.

Y el tiempo, cómplice de la celebración, ha regalado una temperatura más que agradable de 24 grados bajo un cielo completamente despejado.
El aire salmantino se ha impregnado del inconfundible aroma de los miles de hornazos que, fieles a la costumbre, se han estado horneando con esmero en los días previos.
El apagón, sin duda un inconveniente, no logró arrebatar a los salmantinos las ganas de celebrar su Lunes de Aguas.
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