Toda ayuda es buena cuando se trata de intentar que los colectivos más vulnerables salgan adelante, algo que ha perseguido durante muchos años el Ropero de Puente Ladrillo que ha conseguido llenar un contenedor entero para dar ayuda humanitaria a Capiatá, en Paraguay.
Dentro del cargamento, se puede encontrar todo tipo de material como son mantas, material escolar, utensilios de cocina y libros que brindarán asistencia a cientos de personas gracias a la cooperación ciudadana de la capital del Tormes, que no se cansa de tender esa mano tan necesaria cuando la luz no se llega a ver al final del túnel.

Cabe destacar que el Ropero de Villamayor nació en 2024 como iniciativa solidaria para ayudar a las familias migrantes que llegaban a la capital del Tormes. Todo comenzó por una familia ecuatoriana que llegó a Salamanca y tuvo que convivir con otras doce personas, sin colchones, ni calefacción y sin escasos recursos.
Durante veinte años, cientos de voluntarios se han movilizado promoviendo valores tan necesarios como la acogida y la integración. Además, han tenido siempre un lema muy claro: "¿Qué hace falta además de ropa?, una persona amable, una sonrisa, que no me desprecien, que me miren a la cara, que me acojan, que me respeten”.

Hay que hacer hincapié en que no solo han sido los vecinos de Puente Ladrillo los que han abierto su corazón a esta iniciativa, sino que se han unido otros barrios y municipios de la provincia como Chamberí, Santa Marta, Prosperidad, Alba de Tormes, Scouts de Salamanca, la Fundación Mil Caminos, Santiago Uno y varios colegios.
Asimismo, personas de todo el mundo residentes en las localidades charras han dado esta ayuda, familias venidas de Argelia, Argentina, Bolivia, Colombia, Ghana, Guinea, Guinea Ecuatorial, Marruecos o Nigeria. Todo esto, planificado por el párroco Jorge Sotelo y Puente Vida que han facilitado la logística y espacios para llevar a cabo esta labor.

Dos décadas que han ayudado a ver como la solidaridad no tiene fronteras, que toda asistencia humanitaria es buena, que poder llevar pequeños ápices de luz a las más absolutas oscuridades hace que crezcamos como personas, en pro de saber que siempre habrá alguien que necesite un pequeño auxilio para alzar el vuelo.
El Ropero Puente Ladrillo envía su decimoquinto contenedor a Capiatá en su 20º aniversario
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