Las bebidas energéticas “no deberían plantearse como un sustituto del alcohol” ni mezclarse entre sí
El médico especialista en Endocrinología y Nutrición del CAUSA, Manuel Delgado Gómez, sostiene que la "toxicidad" de estos ingredientes dependerá de la edad “dado que los niños y los adolescentes son mucho más susceptibles a sus efectos nocivos" y considera que este problema de salud pública “se debería regular"
Las bebidas energéticas han generado un gran debate en los últimos meses debido a sus efectos perjudiciales y el abuso de éstas por parte de la población infantojuvenil.
El pasado mes de octubre el consejero de Sanidad en Castilla y León, Alejandro Vázquez, anunció que estaban estudiando “todas las variables” ante la posibilidad de prohibir la venta de estos productos a menores, aunque analizarán el problema “antes de tomar una decisión” en la comunidad, sumándose a la iniciativa de otras como Galicia.
No obstante, Manuel Delgado Gómez, médico especialista en Endocrinología y Nutrición del Complejo Asistencial Hospitalario de Salamanca (CAUSA) considera que “se debería regular el consumo de todos los productos que puedan resultar nocivos para la salud, tanto en niños como en adultos”.
Efectos y consecuencias del consumo de bebidas energéticas
Entre los efectos perjudiciales para la salud se encuentran "alteraciones del sueño, irritabilidad, problemas de concentración, hipertensión, diabetes y trastornos cardiovasculares y neurológicos" que se generan debido a “unas elevadas dosis de cafeína y azúcar, así como otros estimulantes como la taurina” que desembocan en una “hiperestimulación del sistema nervioso", dando lugar a signos como "excitación, insomnio o ansiedad” acompañado de “dolores de cabeza, de abdomen, mareos y deshidratación”.
Además, según el Instituto Federal Alemán para la Evaluación del Riesgo, se ha relacionado cuadros depresivos con niños que consumen este tipo de bebidas, así como una “correlación estadísticamente significativa” entre el consumo de bebidas con taurina y efectos físicos como “temblores y dolor en el pecho” y el de bebidas con cafeína con los de “fatigabilidad, micción excesiva, insomnio y sensación de falta de descanso”.
¿Cuáles son las partes del organismo más afectadas?
Según ha explicado el endocrino, las bebidas energizantes “no contienen componentes dañinos en sí mismas” si no que depende de "la dosis empleada y del sujeto que las consuma".
“Por ejemplo, en relación con la Glucosa, con una lata de 300 ml de bebida energética, una persona ya estaría superando, en una sola ingesta, la cantidad diaria recomendada de azúcar simple, una de las principales causas de diabetes en los adultos hoy en día. En relación con la cafeína, una lata de 300 ml de una bebida energética equivale a 4 cafés, con lo que, a las pocas horas de ingerir este tipo de productos, el cuerpo humano aumenta de manera considerable sus niveles de estrés, el ritmo cardiaco y la presión arterial”.
Por el contrario, “la taurina es un aminoácido no esencial y, a dosis bajas no es nocivo, e incluso puede ser beneficioso en algunas personas mayores o con daño neurológico”.
El consumo excesivo y/o continuado afecta, principalmente, “al sistema cardiovascular (taquicardias, hipertensión, riesgo de arritmias…) y al sistema nervioso central (ansiedad, depresión, insomnio…)”. Además, puede contribuir “a descompensar una situación de diabetes por el elevado contenido en azúcares sencillos”.
Sin embargo, la "toxicidad" de estos ingredientes dependerá de la edad “dado que los niños y los adolescentes son mucho más susceptibles a los efectos nocivos de estas sustancias cuando se ingieren en dosis elevadas” por lo que “se recomienda, claramente, no ingerirlas”. En adultos sanos “no se recomendaría tomar cantidades superiores al equivalente en cafeína de unos 50 mg/100 mL al día”, apunta el nutricionista, desaconsejando tomarlas en situaciones de salud como gestación, lactancia y problemas cardiovasculares o de salud mental.
“No deberían plantearse como un sustituto del alcohol”
Cuando estas bebidas salieron al mercado no existía debate debido a “las estrategias de mercado” que asocian su ingesta “con un mayor rendimiento físico, mental y de bienestar”. Sin embargo, los estudios pertinentes señalan que “no son para nada beneficiosos” a edades tempranas, por lo que se ha convertido en un problema de salud pública.
No obstante, Delgado ha cuestionado la disponibilidad de las bebidas, que se encuentran fácilmente en quioscos, bares o supermercados y a un precio asequible para sus consumidores habituales. “Algunos estudios indican que, a nivel mundial, el consumo de bebidas energizantes en adolescentes ha aumentado desde el 10% a entre el 20% y el 50% en los últimos diez años”.
En 2011 la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) informó que hasta el 68% de los adolescentes de 16 países europeos de entre 10 y 18 años y el 18% de los niños menores de 10 años habían consumido bebidas energizantes, llegando en algunos casos hasta una media de medio litro a la semana para los niños y hasta casi los 2 litros semanales para adolescentes.
En cuanto a la práctica extendida sobre mezclar bebidas energéticas y alcohol, el médico especialista destaca que “esta combinación aumenta significativamente las concentraciones de alcohol y cafeína en sangre” conduciendo “a estados subjetivos alterados que, entre otros efectos, incluye una disminución de la percepción de la intoxicación etílica” porque “la cafeína enmascara el efecto depresor del alcohol y, como consecuencia, existe más riesgo de seguir bebiendo”.
En esta misma línea, concluye que “no deberían plantearse como un sustituto del alcohol” dado que “el consumo temprano de estas bebidas entre población infantil y adolescente conlleva mayor grado de adicción a sustancias como el alcohol en el futuro y mayor grado de adopción de conductas de riesgo”.
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