En 2020, un año en el que diez de sus doce meses estuvieron marcados por la pandemia, en la Catedral de Salamanca solo se celebraron cinco bodas -el 92,8% menos de las programadas-. Así lo confirma el sacerdote diocesano, Miguel Ruano, responsable de coordinar los enlaces en la Seo. “Teníamos programadas cerca de 70 bodas y al final se celebraron cinco, cinco valientes que decidieron casarse, y lo hicieron en la Catedral reduciendo los invitados, porque el problema no solo lo tienen en el aforo del templo, sino también en el convite”, subraya. De las bodas celebradas en 2020, tres lo hicieron en agosto y dos en octubre.
Como apunta este presbítero, con más de 57 años en el sacerdocio, “la Catedral Vieja es el templo más solicitado por los novios para celebrar su matrimonio, y no solo ahora en este tiempo”. Al respecto, argumenta que se trata de un templo con mucha historia, “y muchos lo hacen porque allí se casaron sus padres, o incluso, sus abuelos”.
Ruano recuerda las estadísticas de enlaces de los últimos años. Desde 2016 a 2020 se han celebrado un total de 286, con una media anual que ronda los 70 nuevos matrimonios, a excepción del año anterior. En 2021 ya se han celebrado cinco bodas, y sumadas a las que tengan lugar los próximos meses se alcanzarán las 41, todavía por debajo de la media habitual antes de la pandemia. Y como adelanta Miguel Ruano, para 2022 ya están confirmadas 49, casi la mitad de ellas entre junio y julio.
La importancia de la acogida
Este sacerdote recuerda los pilares básicos de cada encuentro previo con los novios que se casan en la Catedral. “Lo defino en tres palabras: acogida, acompañamiento e iluminación como primer anuncio de lo que ellos van a celebrar”, precisa. Miguel Ruano siempre está disponible para adaptarse a la agenda de los contrayentes, “muchos viven fuera de Salamanca, como Madrid, Valladolid o Alemania”.
Desde su experiencia con los novios, ve que llegan con absoluta libertad, “y con la opción tomada y una decisión valiente“. Este sacerdote es consciente de que ahora hay más matrimonios por lo civil que por la iglesia, “algo normal en una sociedad bastante secularizada”.
Sobre la situación actual, en Salamanca reconoce la particularidad que muchos jóvenes se casan en la Catedral porque estudiaron en la ciudad y regresan para dar ese paso. “A nivel religioso hay de todo, porque los hay que lo han abandonado, pero tienen recuerdos de su infancia y un deseo de lo que vienen a celebrar”, admite.
Capacidad de comunicación
Miguel Ruano cree que se nota cierto “divorcio” entre la Iglesia y la juventud, “no es la masa mayor que tenemos”, y apunta que el problema que ve, “no es el mensaje que se les da cuando vienen, sino la manera de dárselo”. Este sacerdote considera que falta esa capacidad de comunicación, “de escuchar su situación concreta, su pobreza en la formación religiosa y de descubrir también los valores que tienen”.
Una vez que se celebra la boda, como aclara este presbítero, “el problema que yo noto que falta es que estas parejas que quedan contentas, que han recordado sus sentimientos en la Iglesia, no se encuentran con un grupo de matrimonios donde puedan seguir alimentando lo que ahora han revivido”. Pero confía en que hay que seguir luchando, “y trabajando, con esperanza, y sembrando, que es la misión que yo creo que el Señor a mí me ha encomendado. Sembrar sobre todo el amor de Dios, la acogida y que sea lo que Dios quiera”.
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