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​Los científicos confirman que la dieta mediterránea también es ‘realfood’

La leche, en el caso de los recién nacidos, es el único alimento sin el que no podríamos vivir. El consumo al alza de alimentos ultraprocesados, la reducción de la presencia de proteínas de origen animal y el impulso de estilos de vida como el veganismo o vegetarianismo protagonizan la actualidad nutricional

Los hábitos alimenticios se alejan de la dieta mediterránea

El consumo de alimentos ultraprocesados, ricos en sal,grasas saturadas y azúcar, se ha triplicado en los últimos años en España. Enconcreto, el 20,3% de los alimentos que se consumen en España pertenecen a estacategoría, dato que, según los científicos, nos aleja de la dieta mediterránea.

Cuanto más alta es la ingesta de alimentos ultraprocesados,menor es la adopción de la dieta mediterránea. En el marco del Día Mundial dela Alimentación, que se celebra este 16 de octubre, los científicos de laFundación Gadea por la Ciencia lanzan el mismo mensaje: “cada vez hay másevidencias de que el consumo de alimentos ultraprocesados está asociado con unmayor riesgo de padecer enfermedades crónicas que afectan al envejecimientosaludable y a la calidad de vida”.

Así lo explica José Ordovás, director del laboratorio deNutrición y Genómica del Centro Jean Mayer de la Universidad de Tufts (Boston),investigador en IMDEA Alimentación y consejero de la Fundación Gadea por laCiencia, “la dieta mediterránea es realfood, ya que este movimiento aboga porevitar el consumo de alimentos ultraprocesados, que es en lo que lasrecomendaciones nutricionales han insistido desde hace tiempo”.

Además, añade que “la diferencia es que han utilizadohábilmente otros canales no tradicionales basados en social media, que lespermite llegar a diferentes segmentos de la población. Lo que me preocupa esque con el tiempo el movimiento se radicalice y se convierta en una sectanutricional, pero hoy en día, lo que predica es comer productos lo másnaturales posibles”.

Qué, cómo y cuántocomer

Los únicos alimentos sin los que no podríamos vivir, segúnafirma Fernando Rodríguez Artalejo, catedrático de Medicina Preventiva y SaludPública de la Universidad Autónoma de Madrid y consejero de la Fundación Gadea,“son la leche, en el caso de los recién nacidos, y el agua, aunque en sentidoestricto no es un alimento; no obstante, las frutas y verduras frescas aportanmucha agua además de muchos nutrientes importantes”.

En cuanto a otro de los grandes mitos de la alimentación,haciendo alusión a la famosa frase de “beber un vaso de vino al día es buenopara la salud”, el experto afirma que, “cuanto menos mejor. No hay un nivelseguro de consumo de alcohol, excepto no consumir”.

Respecto a la tendencia al alza de reducir la presencia deproteínas de origen animal, recientemente los estudios han protagonizado unduro revés. Aunque cada vez consumimos menos carne roja o procesada, lo ciertoes que “según el último estudio, se ha demostrado que no hay mucho riesgo enconsumirlas, sino que es otro ejemplo más de cómo los vaivenes de lainvestigación nutricional lastran su credibilidad pública”. Así, explicaOrdovás, “lo que si debemos admitir es el impacto ecológico de su consumo, quesin duda es mucho mayor que el de otras alternativas que, posiblemente, seansanas y aporten un valor nutricional similar. En cualquier caso, debemos comerde todo, pero en plato de postre”.

Respecto a la hora a la que comemos, la evidencia todavía noes concluyente. “Lo fundamental es comer lo suficiente para no engordar, conpreferencia por frutas y verduras, cereales integrales y proteínas sanas,principalmente pescado, legumbres y carnes magras. Si se hace esto, loshorarios de comida no serán muy relevantes”, asegura Rodríguez Artalejo.Además, añade, “la calidad de la dieta de los que nos rodean también influye.Si es baja, es difícil comer bien en compañía, y al contrario también”.

En definitiva, “la dieta mediterránea ha evolucionadofavorablemente mejorando, sobre todo, en términos de seguridad y variedad, perosu procesamiento en algunos casos no ayuda. Lo peligroso es que, aunque lapoblación conoce los buenos hábitos alimenticios, está expuesta a continuasdistracciones que pueden conducir a una confusión. Necesitamos un mensajeunificado, así como dar voz a expertos con legitimidad en la materia”, concluyeOrdovás.

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