'Ciudadanos por la Defensa del Patrimonio' propone culminar las actuaciones en el Mercado Central "con una mejora de su entorno urbano"

La Asociación entiende que pequeñas actuaciones ayudarían a favorecer el acceso y la percepción del edificio porque siguen siendo los principales problemas para su atractivo arquitectónico y comercial

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La Asociación 'Ciudadanos por la Defensa del Patrimonio' entiende que las actuaciones realizadas en los últimos tiempos para renovar la imagen del Mercado Central no son del todo acertadas, pero la limpieza, la restauración y otras medidas adoptadas para favorecer su conservación futura han sido las más destacables por necesarias.

La primera de esas actuaciones consistió en la instalación de iluminación nocturna en base a diferentes tipos de focos y colores que ha supuesto una notable alteración de las fachadas del edificio al añadirse todos esos elementos, ajenos a la obra arquitectónica, con sus correspondientes agujeros, cables y cuadros eléctricos. A cambio de gozar de una iluminación nocturna cuando el horario de apertura pública o de mayor actividad es el matinal.

La segunda de las actuaciones, encaminadas al cambio de imagen y la transformación del edificio, ha sido la colocación de una vidriera, que solo encuentra justificación política, nunca justificación histórica y con gran discusión por la combinación estilos artísticos y arquitectónicos.

Pero si se quisiese hacer más interesante el edificio e incrementar la afluencia de clientes y visitantes deberían realizarse pequeñas actuaciones encaminadas a favorecer el acceso al edificio creando un espacio público que lo integre y mejore la percepción del mismo; de tal forma que pueda ser observado desde cualquier punto con las mejores condiciones. También debería lograrse que las personas pueden estar y convivir en ese entorno. Todo ello redundaría en su atractivo arquitectónico y comercial en vez de verse perjudicado como así ocurre.

Comenzando por la fachada principal, recayente hacia la Plaza Mayor, el lado oeste del Mercado Central presenta un acceso por medio de una doble rampa y el espacio entre ambos edificios se encuentra principalmente ocupado por una amplia calzada que sirve para la parada de autobuses urbanos y para la circulación libre de todo tipo de vehículos, a lo que debe sumarse una parada de taxis y una recurrente presencia de vehículos detenidos temporalmente (carga y descarga, etc.). No es precisamente la forma más amable y permeable, a pesar de los tres pasos de peatones no regulados existentes entre Pozo Amarillo y Poeta Iglesias, para que las personas puedan adentrarse en el Mercado Central.

La fachada sur está siendo utilizada, de forma notoria, para el estacionamiento de vehículos de carga y descarga y para la colocación de contenedores junto al monumento. A estas dos afecciones, desde el entorno, se suma el estado descuidado del mismo: suciedad del pavimento y pérdida del arbolado urbano. Nada de ello juega a favor de invitar a entrar desde este lateral donde, además, una de las dos puertas de acceso al interior tiene unos contenedores soterrados que dejan poco espacio para el tránsito. La ausencia de actividad comercial exterior y de espacios para la estancia y el encuentro de los ciudadanos, como podría serlo la Plaza del Ángel, hoy un lugar inaccesible e inhóspito, tampoco aportan un dinamismo acorde a la actividad interior.

La fachada oeste, en la que el propio Mercado Central dispone de unos locales comerciales que carecen de la deseable coherencia estética en cuanto a la cartelería y donde el resto de elementos instalados merecerían un estudio, se asienta en un amplio espacio utilizado y destinado principalmente para el estacionamiento de vehículos y por tanto carente de personalidad. La puerta de acceso al interior solo lo es a la planta baja donde la mayoría de los puestos carecen de actividad, por lo que no es muy utilizada, pese a que debería potenciarse como accesible desde la vía pública en detrimento de los laterales con escaleras.

Por último, el espacio urbano situado ante a la fachada norte, pese a que también tiene un teórico carácter peatonal, se encuentra con varias dificultades que no facilitan ese tránsito libre ni la estancia de personas en el mismo: la circulación y presencia de vehículos, la ubicación de los bancos (único mobiliario urbano), la situación de unos contenedores soterrados (que además afecta estéticamente), la colocación de una estatua (que debiera replantearse) y las principales barreras que se crean: el libre aparcamiento (pese a la señalización) de un sinnúmero de motocicletas y las terrazas de grandes dimensiones de varios establecimientos de hostelería. Resulta difícil llegar al mercado en línea recta y sin detenerse antes con tantos y tan voluminosos obstáculos distribuidos por el espacio público. 

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