Cuando un niño pequeño tiene fiebre, saltan las alarmas para los padres. Sin embargo, la fiebre no es una enfermedad, sino un síntoma. Como recalca el doctor Julio Maset, médico de Cinfa, “no siempre hemos de correr al hospital si nuestro hijo tiene fiebre. En la mayoría de las ocasiones, se trata de un mecanismo de defensa con el que el organismo intenta destruir los gérmenes: dado que los virus y bacterias proliferan a temperaturas que oscilan en torno a los 37º C, nuestro “termostato” incrementa la temperatura corporal para activar mecanismos que nos protegen y para aumentar la eficacia de nuestro sistema inmune. Por tanto, si un niño tiene fiebre, se debe buscar y tratar el problema que la origina que, habitualmente, suele ser una infección”.
Si sospechamos que nuestro hijo tiene fiebre, es importante confirmarlo midiendo la temperatura con un termómetro (que no sea de cristal), que le colocaremos bajo la axila; no es suficiente con tocar su frente con las manos o los labios. Valores entre 37,1º y 37,5º indican febrícula, mientras que, a partir de esta última cifra, se considera que hay fiebre. “Pero estos valores no deben obsesionar a los padres ni tienen que ser vistos como una norma rígida y aplicable a todos los niños por igual. De hecho, puede ocurrir que un niño presente 38,5ºC y se encuentre bien y que otro no tenga apenas energía ni vitalidad con 37,7ºC”, aclara el experto de Cinfa.
Por ello, conviene valorar cada caso en particular teniendo en cuentas varios aspectos. Uno de los más fundamentales es la edad del niño: si es menor de tres meses y tiene fiebre, siempre debemos llevarlo al hospital, al igual que si tiene entre tres y seis meses y la fiebre supera los 39º C.
Respiración, piel y estado general
En los demás casos, antes de acudir a Urgencias, los expertos en pediatría recuerdan que, ante la fiebre infantil, debemos fijarnos en tres factores, según detalla el Dr. Maset: “El primer aspecto a tener en cuenta es la respiración: hay que detectar si el niño respira más rápido de lo habitual, si las aletas de la nariz se le abren más o si se le hunden los espacios entre las costillas. El segundo factor a valorar es la circulación cutánea o aspecto de la piel: constituyen signos de alarma una mayor palidez, que haya adquirido un tono azulado o la aparición de manchas rojas o similares a vetas de mármol. Por último, debemos fijarnos en elestado generaldel niño; es decir, en cómo se encuentra y se comporta: si está irritable, si llora más, si su interés por lo que le rodea es menor, si sigue comiendo con normalidad o ha perdido el apetito, etc.”.
Si observamos una alteración de los anteriores aspectos o si la fiebre es alta (más de 38ºC) y no baja con la medicación, si pasan más de 24-48 horas y el niño continúa con fiebre o decaído, con llanto intenso o rechaza la alimentación, la pauta general será acudir al Centro de Salud para que el pediatra valore el caso. También debemos acudir al médico si observamos que el niño se deshidrata (llora sin lágrimas o no orina o lo hace en pequeña cantidad).
Como máxima a recordar, el experto de Cinfainsiste a los padres en que “ante la fiebre de los más pequeños, el sentido común es nuestro mejor aliado. Y buscar su bienestar desabrigándole e hidratándole regularmente al tiempo que vigilamos su evolución es nuestra mejor respuesta”.
Diez consejos para actuar ante la fiebre en niños:
- Deja que su propio organismo actúe. Debemos vigilar su evolución por si empeora, pero dejar que su propio sistema inmune luche contra la infección. La prioridad no es tratar o bajar la fiebre a toda costa, sino que, en general, hay que tratar al niño e intentar aliviarle.
- Emplea siempre un termómetro. No uses las manos o los labios para intentar saber si el niño tiene fiebre, ya que la forma correcta de medir la temperatura es con un termómetro. Preferentemente, que no sea de cristal, por el riesgo de rotura.
- No lo abrigues en exceso ni le quites demasiada ropa. No desnudes al niño por completo; mantenlo con la ropa necesaria para que esté fresco. Tampoco caldees demasiado la habitación o la casa.
- Hidrátale a menudo. Ofrécele cada poco tiempo agua y otros líquidos que, si es posible, contengan hidratos de carbono. Por ejemplo, zumos, papillas y batidos. Si todavía toma pecho, continúa con la lactancia con normalidad.
- No le bañes ni le des friegas. Darle baños de agua fría, friegas de alcohol o aplicarle paños húmedos está desaconsejado.
- Vigila su estado general. Observa cómo se encuentra, incluso por la noche, para detectar si está más irritable, cansado o llora más de lo normal. Permanece atento a un posible empeoramiento, signos de deshidratación o a la aparición de nuevos síntomas.
- Mejor, en casa. Es preferible que, mientras dure la fiebre, el menor no acuda a la guardería, escuela infantil o colegio. Avisa a estos centros de que el pequeño se encuentra enfermo.
- Identifica cuándo acudir a Urgencias. Debes acudir directamente a Urgencias si el bebé es menor de 3 meses o si tiene entre 3 y 6 meses y la fiebre es mayor de los 39ºC; si presenta fiebre mayor de 40ºC, convulsiones, rigidez de cuello, dificultades para respirar, vómitos o diarrea abundantes, orina escasa o manchitas rojas en la piel; la fiebre dura más de cinco días; o aparecen también otros síntomas como dolor de garganta, de oídos o sarpullido. Para el resto de situaciones y ante cualquier duda, pide cita con el pediatra en tu Centro de Salud.
- Sobre la medicación. Lee el prospecto y sigue las indicaciones pautadas por el pediatra sobre las dosis de medicamentos antitérmicos apropiados para su peso y edad. No le administres a la vez ibuprofeno y paracetamol, ni tampoco alternes o combines ambos medicamentos, a no ser que así te lo indique el médico. Además, recuerda que el paracetamol se puede tomar a cualquier edad, mientras que el ibuprofeno solo está indicado a partir de los 6 meses. No se recomienda el uso de ácido acetilsalicílico en niños. Puedes repetir la dosis si el niño vomita en los quince minutos siguientes a tomarlo.
- La fiebre no puede prevenirse. En algunos casos, los niños pueden presentar fiebre tras una vacunación, pero está totalmente desaconsejado el uso de paracetamol o ibuprofeno como medida preventiva ante una posible reacción febril, tanto por adelantado como inmediatamente después de recibir la vacuna. Si en los días posteriores el niño presenta fiebre y se le nota molesto, sí podemos darle un antitérmico o consultar al pediatra si es necesario.
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