Dos son los hospitales por los que tiene que pasar la leche humana donada antes de llegar a los bebés salmantinos: Río Ortega de Valladolid y Clínico de Salamanca.
En el primero de ellos, sede del Banco de Leche Materna de Castilla y León, se recoge la leche y se conserva a una temperatura que puede alcanzar los -80º. Allí se pasteuriza y se realizan análisis de control de calidad y microbiológicos. Una vez terminado este proceso, ya puede distribuirse al Clínico.
Para que llegue a Salamanca, la unidad de Neonatología del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca ha de solicitarla semanalmente a través de un programa informático.
Cuando se recibe, se traslada a la Biberonería de la unidad de Neonatología en un recipiente que mantiene la leche congelada.
Posteriormente, los botes se guardan en un congelador específico a una temperatura de -20º.
Con el lector de código de barras y la etiquetadora se detalla el bebé al que irá destinado cada suministro y cuánta cantidad se le dará, ya que existe una trazabilidad que permite obtener datos al momento de las características de esa leche, de su procedencia y del destinatario.
Entonces, las muestras se sacan del congelador y se obtiene lo que se ofrecerá a cada niño, que será determinado por los pediatras.
Antes de llevar la leche a los bebés, se especifica el modo en el que la recibirán, ya que algunos no pueden a través de un biberón y han de tomarla por sonda. Por eso, se dispone de jeringuillas para pequeñas dosis.
Los que pueden recibir la leche desde biberones la ingieren por esta vía, ofreciéndosele a las madres la posibilidad de que sean ellas las que alimenten a sus hijos a través de este procedimiento.
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