Copista en el Museo del Prado, pensionado en Roma y protegido de Tomás Cámara: Vidal González Arenal, el gran pintor de Salamanca

El artista, que "bien merece un póstumo homenaje, y la exaltación de su vida y de su obra" por el centenario de su muerte, protagoniza una exposición en el Palacio Episcopal

Inauguración de la exposición temporal homenaje a Vidal González Arenal
Inauguración de la exposición temporal homenaje a Vidal González Arenal

Vidal González Arenal puede ser considerado, junto a Antonio Carnero, como el pintor salmantino más destacado de finales del siglo XIX. Su vida "fue espejo de buenas costumbres" y su mundo era el del arte. "A él se consagró y en el murió cuando todavía tenía firme la mano y vigorosa la inspiración para crear obras", reza El Adelanto de la época. Cien años después del fallecimiento del vitigudinense, sus cuadros e influencia siguen más presentes que nunca gracias a la exposición que alberga la Sala Núnez Solé del Palacio Episcopal hasta el 30 de noviembre. Los visitantes podrán acercarse a las numerosas escenas charras del más grato costumbrismo regional que inmortalizó o a su creación más querida, 'Entierro de Cristo', realizada durante su estancia en Roma, testigo, al igual que Madrid y Salamanca, de su nacimiento y consagración como artista. "Un artista que bien merece un póstumo homenaje, y la exaltación de su vida y de su obra, ejemplo de civismo, de austeridad y de trabajo".

Inauguración de la exposición temporal homenaje a Vidal González Arenal
Inauguración de la exposición temporal homenaje a Vidal González Arenal

Primeros pasos en el mundo del arte

Nacido el 25 de abril de 1850 en el seno de una familia modesta de Vitigudino, González Arenal no tardó en mostrar "una gran predisposición para la pintura, que le hace dibujar con avidez y emborronar cuartillas pintando muñecos", señala José Carlos Brasas Egido en un trabajo publicado en la Revista de Estudios de Salamanca. Sus aspiraciones artísticas quedaron relegadas a un segundo plano cuando se quedó huérfano a los 14 años y se vio obligado a servir en la casa de un modesto comerciante para ganarse la vida.

Al cumplir la edad mínima para prestar el servicio militar obligatorio es destinado a Madrid. Allí "empieza a desarrollar sus aficiones pictóricas" y se matricula en la Escuela de Artes y Oficios, donde obtiene el diploma de honor y premio de dibujo industrial en los dos primeros cursos. Es tan solo una pincelada del talento que alberga en su interior y que le acabará convirtiendo en uno de los pintores salmantinos más importantes. Su formación la completa con sus visitas a las salas del Museo del Prado para estudiar e incluso 'copiar' las obras expuestas, especialmente las de Murillo, "por el que siente una especial predilección".

Trece fructíferos años en la Ciudad Eterna

Las jóvenes promesas de la provincia de Salamanca que despuntaban en el cultivo de las bellas artes tuvieron la oportunidad de viajar al extranjero para ampliar sus estudios. Antonio Carnero fue enviado a Roma y, poco después, Vidal González Arenal siguió sus pasos. El oriundo de Vitigudino fue animado por sus profesores de la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando a pedir una pensión a la Diputación, pero la corporación local tardó en atender la solicitud por falta de presupuesto.

"En abril de 1883, cuando al tiempo que se aumenta en quinientas pesetas la subvención anual que disfrutaba Antonio Carnero Martín, la Comisión de Hacienda se lamenta de no tener datos suficientes para proponer la protección de otro pintor que había acudido a la Corporación en demanda de auxilio 'para dedicarse al divino arte'. En consecuencia, propone se conteste a Vidal González Arenal, 'al que para resolver acerca de su instancia es indispensable justifique su aptitud para la pintura", recoge José Carlos Brasas en su texto.

Dos años más tarde, para justificar sus aptitudes artísticas, la joven promesa del arte local envió una colección de dibujos suyos exhibidos en la Alamedilla, así como una copia de la 'Imaculada Concepción' de Murillo. "Supo plasmar algunas de las características más definidoras (...): la juventud de la Virgen, sin duda el elemento mejor capeado por el pintor salmantino, especialmente el rostro y la calidad de las manos, y el refinamiento del colorido con un fuerte predominio de los tonos dorados y luminosos del fondo sobre el que destaca la silueta de María", reconoce Eduardo Azofra en su estudio de la obra conservada en la Capilla de Cerralbo de Ciudad Rodrigo.

'Las vendimiadoras', de Vidal González Arenal
'Las vendimiadoras', de Vidal González Arenal

González Arenal consiguió primero una beca para proseguir sus estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando y, en 1891, dio el salto a Roma. Desde su llegada a la capital italiana estuvo ocupado en pintar un cuadro de tema bíblico: 'La despedida de Agar'. A este le siguieron otras creaciones, como 'Niños con nido', un lienzo de tipos costumbristas; 'Entierro en las catacumbas', inspirado en las escenas de martirio de época paleocristiana; 'Las Vendimiadoras', ambientado en la Campiña romana; y 'El Entierro de Cristo', "el que acaso sea su mejor cuadro y el más celebrado", según José Carlos Brasas. No en vano fue expuesto en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid de 1895 y en la Exposición Internacional de Munich de 1905.

Regreso a Salamanca

"En Roma tienen ustedes a un pintor de Salamanca de gran provecho. Es un formidable colorista y un gran pintor". Estas palabras fueron pronunciadas por el también artista y autor de 'Doña Juana La Loca', Francisco Pradilla, al obispo Tomás Cámara y Castro. Y este trajo a Vidal a Salamanca en 1904 y "le abrió el campo para sus creaciones. Llegó pleno de entusiasmos (...) después de una labor incansable y fecunda de trece años años inundando de cuadros de ambiente español a los chamarileros, que le explotaban de un modo inaudito", recoge El Adelanto del 19 de julio de 1925 con motivo del fallecimiento del vitigudinense. El propio Vidal mantenía que esos "traficantes" le "chupaban" la inspiración a cambio de unas monedas para vivir. De esta forma, sus obras acabaron en colecciones y museos de ciudades como Viena, San Petersburgo, París o Washington.

González Arenal
González Arenal | Cirilo del Castillo

Tomás Cámara, convertido en el protector de Vidal, le encomienda las clases de pintura y dibujo de la ya extinta academia del Círculo Católico de Obreros, junto a la Clerecía, donde establece su destartalado estudio-taller. En 1905 también se convierte en profesor de la Escuela de San Eloy. Su labor como docente dejó una intensa huella en la vida artística de Salamanca y la compaginó con encargos de retratos de personalidades (Miguel de Unamuno, Familia Sánchez Tabernero y Fabrés...) y con su actividad como pintor muralista de temas religiosos (restauración de los frescos de la capilla del Rosario de la iglesia del Convento de San Esteban...).

En los últimos años de su vida, González Arenal se mantuvo retirado de todo contacto con la vida de sociedad y fue víctima de una afección de estómago. Con la salud cada vez más deteriorada, se trasladó a Madrid en 1925 para ser operado. Murió el 1 de mayo y fue sepultado en el cementerio de la Almudena. La Universidad de Salamanca le rindió homenaje en los meses de julio y agosto con una muestra de sus obras, organizada por sus discípulos y admiradores y anunciada por el El Adelanto de la época: "En férvido agradecimiento al maestro muerto, organizan estos jóvenes animosos la exposición. ¿Y no es esta otra razón para que alabemos con entusiasmo idea tan bella y generosa?".

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