Local

​El coronavirus, devastador 'fichaje' en el 'sile-nole'

El COVID-19 ha transformado el ecosistema dominical salmantino al impedir las tradicionales reuniones de coleccionistas, grandes y pequeños, en un rincón de La Alamedilla



Cromos ical

El año 2020 será recordado por las transformaciones que hansufrido las vidas de ciudadanos de todo el mundo. Trágicas en muchos casos. Enotros, no tanto, aunque quien más y quien menos ha visto modificadas alguna ovarias de sus conductas. Cambios que afectan al bolsillo, a la rutina laboral oa la esfera social, y en definitiva, a la forma en que uno se relaciona con losdemás. Primero fue el confinamiento domiciliario, después el uso obligatorio dela mascarilla, la desescalada por fases y, más tarde, la segunda ola con elcierre perimetral de territorios o el toque de queda. Y un largo etcétera quemultiplica pormenores de forma exponencial. La imposibilidad de reunirse condemasiadas personas, la clausura de bares y restaurantes o el impedimento deentrenar en los gimnasios han supuesto golpes a la línea de flotación deltejido social en el día a día.

Del mismo modo, el coronavirus ha mutilado la celebración deeventos y actividades. En Salamanca, con gran población flotante en forma decolectivo estudiantil, suelen proliferar los actos culturales y conciertosvarios organizados para satisfacer a este público. Pero, en la provinciasalmantina, adquieren una dimensión especial cuando además tienen caráctertradicional. Sobre todo la Semana Santa, pero también las corridas toros, lasFerias de la Virgen de la Vega o las verbenas en las fiestas de los pueblos,que en verano animan el hastío del estío en las zonas rurales y ponen picante alas vacaciones de vecinos y forasteros. La pandemia se ha llevado por delantetodas ellas, y también otras que pueden parecer menos importantes, pero congran arraigo entre quienes se han criado en el entorno de ciudad. Es el casodel clásico intercambio de cromos en La Alamedilla.

Con tradición

Cada domingo, desde tiempos memoriales pero aun así lejanos,se reunían en Salamanca numerosas personas para cambiar, comprar y vendercromos. El sistema es conocido por todos. Se resumen en el arte del'sile-nole', abreviatura coloquial de uso infantil, con leísmo incluido, quecontrae la expresión 'sí lo tengo' o 'no lo tengo'. El uso de uno u otrodepende de si ya está, o no, en poder de quien quiere hacer 'negocio' conalguno de los cromos que se superponen sobre el taco de cualquier interlocutor.Una actividad manual de intercambio de objetos que está, a todas luces,contraindicada para contener la expansión del COVID-19. Así lo especificanclaramente las informaciones difundidas hasta ahora por las autoridades sobrela permanencia del virus en algunas superficies. Así es, el 'bicho', además demuy peligroso para salud, es un 'aguafiestas'.

Una costumbre fijada en Salamanca junto al parque de LaAlamedilla, pero que también es conocida en otros lugares de España. No demasiados.Algunos, tales como el mercado de San Antoni, en Barcelona, la plaza Quintana,en Madrid, o la plaza del zaragozano barrio del Tubo. En esos y otros espaciosse intercambiaban en tiempos de la 'vieja normalidad' todo tipo de colecciones:de animales, muñecas, cuentos, series de televisión o juguetes animados. No envano, Panini, la empresa más conocida en el sector, edita más de 60 coleccionesdiferentes. Sin embargo, la reina de todas ellas es la de la Liga de fútbol. Unhobby que ha animado a millones de niños y niñas a lo largo de décadas aaficionarse a este deporte. A conocer de carrerilla a sus estrellas y a losjugadores menos importantes. A todos. Porque esa es la gracia de lascolecciones de cromos: completar el álbum.

En estas circunstancias, para la propia empresa defabricación y distribución del álbum de la Liga, la irrupción del coronavirusha supuesto un importante contratiempo. De hecho, Panini cerró la primeraedición de este año el pasado 5 de agosto, con la temporada recién terminada yun futuro lleno de incógnitas. Sin ir más lejos, la continuidad en su club delprotagonista de la portada de esta temporada. Un tal Leo Messi. Tampoco seconocían todos los ascensos y, por eso, el Elche, último en lograr su billetepara Primera, no tiene diseño en su página de la primera edición. Lasposteriores, ya con los denominados cromos 'coloca', subsanan estacircunstancia y traen los últimos fichajes. Ilusiones renovadas para todos.Pero el 'fichaje' del virus, por supuesto, además de inesperado ha sidodevastador.

A partir de agosto, cuando empieza una nueva temporada defútbol, comenzaba a animarse este encuentro dominical de origen espontáneo.Padres con hijos, abuelos con nietos, y más de un adulto que se aferra al gustopor coleccionar. Gente de todas las edades que, desde las once de la mañanaatizaban el trasiego de la plaza. Más aún entre el mediodía y la hora de lacomida. Muchos aprovechaban el paseo a la hora del vermú para llevar a los máspequeños a buscar los cromos que les faltaban. Sin embargo, desde el pasado mesde marzo esta actividad ha caído en picado y apenas un puñado de personas acudea comprar. Nunca a intercambiar, porque, según reconocen a pie de plaza, espeligroso.

Un 80 por ciento menos en ventas

Así lo certifica Jorge Nieto, de los pocos que ha continuadoacudiendo cada domingo a La Alamedilla a vender y comprar cromos. “Ha bajadoradical. Aquí se podían juntar como mínimo 50 personas y casi siempre sesuperaban las 100”, explica a Ical, mientras un par de personas esperan paracomprarle cromos. Él, una mujer y su hijo representan toda la afluencia estedomingo. “Llevo viniendo toda la vida, desde que tenía seis o siete años”,recuerda con nostalgia a sus 57. “Y es un privilegio que no lo hay en todaEspaña”, reivindica, mientras mira al futuro con escepticismo. “Va a costar quevuelva porque la gente tiene mucho miedo a venir. Sí que sigue haciendo lascolecciones, pero esto ha pegado mucho bajón”, lamenta. Bien sabe lo que escoleccionar Jorge, que ha completado “más de 700” álbumes a lo largo de suvida.

Pocos metros más allá, en la trasera del paseo de Canalejas,junto al instituto Martínez Uribarri, se encuentra el quiosco Azul, regentadopor José Manuel González. Allí también se ha notado el fin de las masivas reunionesde cromos. “Llegó el estado de alarma y la gente, por miedo, ha dejado devenir”, explica. Además, cifra en el 80 por ciento el descenso que haexperimentado en la venta de cromos durante los últimos meses. “Se nota, peromucho”, lamenta. José Manuel lleva al frente del negocio 18 años y siempre harecordado la tradición de los cromos en La Alamedilla. “Más de 200 personas sehan llegado a juntar”, asegura. Gente de todas las edades. “Muchos niños, porsupuesto, pero también gente con 50 o 60 años que tiene la afición decoleccionar”, precisa. Para él la única solución para recuperar la tradición delos cromos en Salamanca pasa por una vacuna.

Por fortuna, en las últimas semanas han llegado las primerasnoticias que anuncian la distribución temprana de un fármaco. Una luz al finalde este túnel que ha cambiado la vida de todos y en muchas formas. También paralos pequeños coleccionistas que encuentran en esta afición 'de toda la vida'una manera de aprender disciplina, la de acabar lo que uno empieza, o para losmás mayores que quieren regresar a una feliz niñez, de la que tal vez nunca sefueron.

Comentarios
Anónimo Hace 3 años (22/11/2020 00:48)
Ese señor no es el que vende el cromo a 3 euros? <br/>445
Salmantino Hace 3 años (22/11/2020 00:44)
Por desgracia esta bonita afición se ha ido convertiendo en un "negocio" en el que los 4 o 5 adultos de siempre pretenden vender sus cromos a precio de oro a chavales. Ya casi ni se intercambia, lo cual era la esencia de esto. Y esto no lo ha traído el virus. Una pena. <br/>536
Ver más