Un año cualquiera, a 6 de mayo, los salmantinos estaríandisfrutando de la primavera, y más con el agradable tiempo que está acompañandola primera semana del quinto mes del año. Los charros pasearían por las céntricascalles de su ciudad, se pararían en sus jardines, plazas y patios y ocuparíanlas terrazas disfrutando de una buena conversación.
Pero 2020 está siendo todo menos un año cualquiera. Lacrisis del coronavirus ha provocado que, aunque se pueda salir a pasear y hacerejercicio, la ciudad de Salamanca continúe vacía. Ya no en ocupación (puestoque cada vez son más las personas que hay en las calles) sino en espíritu,anhelando que la sociedad charra vuelva a disfrutar de tan magnífico lugar.
Sin embargo, hay un acto que ya se ha convertido entradición y con el que no han logrado acabar ni el estado de alarma ni elcoronavirus. Se trata de disfrutar de un helado en la Plaza Mayor que, aúnvacía, sigue atesorando esa magia de los grandes lugares.
Las colas para comprar un helado llegaban, poco antes de las21 horas, a prácticamente la mitad del ágora charra. Una hilera también extendidadebido a que los salmantinos, cumpliendo las medidas de seguridad, dejaban másde un metro entre los miembros de la fila.
Poco a poco, Salamanca va recuperando su aspecto y sustradiciones. Y con el esfuerzo de todos lograremos retornar a una normalidadque hace unas semanas se nos antojaba inalcanzable pero que ahora está a nuestroalcance.