El cristo que cumple 500 años y que narra parte de la historia de Salamanca
A través de una exposición en la Torre de los Anaya, la Real Cofradía Penitencial de Cristo Yacente de la Misericordia y de la Agonía ha realizado un recorrido por la historia de la imagen del Cristo de la Agonía Redentora
La Semana Santa de Salamanca es una de las épocas más esperadas en la capital del Tormes, y entre todas las imágenes, de enorme valor artístico y patrimonial, destaca una que tiene un cumpleaños muy especial, el Cristo de la Agonía Redentora, que celebra sus 500 años, al menos desde que se tienen documentos del mismo pudiendo ser más.
Cinco siglos al servicio de Salamanca que se podrá visitar en la Torre de los Anaya para no perder ningún detalle de su historia, cuidada cada año por la Real Cofradía Penitencial de Cristo Yacente de la Misericordia y de la Agonía, y que ahora exponen durante todo el mes de octubre para salmantinos, salmantinas y turistas.
Como toda imagen espiritual, que muchas ocasiones sirve para entender parte de un pueblo, hay que basarse en los escritos que se tiene sobre ello. Para esta en especial tenemos que remontarnos hasta poco antes de 1580, cuando Bartholomé de Villalba y Estaña, en 1572, visitó el convento de monjas de Santa Isabel, del que sobrevive en la actualidad, únicamente, la iglesia situada junto a la calle Zamora.
Poco después de su estancia en el convento, hace referencia al Cristo expresando que “si tuviera la barba larga, pudiera competir con el más devoto”. Por lo que por aquel entonces ya llamaba la atención de aquellas personas que circulaban por la ciudad, plasmando en pergaminos una historia que no se ha de olvidar. En ese libro editado a finales del siglo XIX, ‘El Peregrino Curioso’, narra sus viajes como aventurero de España y Castilla.
De ahí en adelante, a través de las investigaciones realizadas por historiadores, se ha ido visualizando el gran legado en la historia del Cristo, donde se llegan a encontrar más referencias como la de Don Manuel Gómez-Moreno, en el que expone que “es un valioso crucifijo en tamaño natural y del siglo XV, aunque desfigurado por la peluca y un sudario moderno de trapo encolado”.
Poco a poco iba dejando su huella en la historia, y qué mejor que hacerlo entre los autores de la época. Incluso siglos atrás, ya no se veía como una imagen más de la capital del Tormes, sino como una referencia en toda la provincia charra. José María Hernández Pérez, en “Salamanca en el ayer”, ha ido recogiendo fragmentos de aquí y de allá, realizando una bonita reconstrucción del Cristo más veterano del municipio salmantino, el que ha visto caer y levantarse a Salamanca.
500 años dan para mucho, y es que, si en un principio el Cristo estaba en el Convento de Santa Isabel, su traslado a la Catedral el 30 de marzo de 1836 está lleno de preguntas. Entre todas ellas destaca una a la que no se le ha encontrado respuesta y, a no ser que aparezcan nuevos documentos, puede que siga así: “¿Por qué se trasladó?”.
La historia que podría ser más acorde a la realidad es por el estado del propio Convento de Santa Isabel, por lo que en 1831, cinco años antes de su traslado, ya se menciona que se desplazará hasta la Catedral de Salamanca. Además, según se puede apreciar en la exposición, se llegó a pensar que era un préstamo provisional, pero no, se convirtió en lo definitivo.
Cuatro teorías, pues, destacan en el propio Cristo y su traslado, algunos indican que por la Guerra de Sucesión, por la de la Independencia, la desamortización de Mendizábal o, y por último, la exclaustración de los conventos, que afectaría directamente, como es lógico, al de Santa Isabel.
Eso sí, también hay que entender el contexto histórico de la época, ya que en 1800 se adviertía del mal estado que vivía el convento. En 1835 se aprueba, por la desamortización, la exclaustración de lugares similares, y uno o dos años después, las monjas de la época abandonan el lugar abandonando todos sus bienes, entre ellos el Cristo de la Agonía.
El Miércoles Santos, que caía ese año el 30 de marzo de 1936, bajo la firma de la abadesa del Convento de Santa Isabel, Lucía Ortiz, el Cristo pasaba a manos del Cabildo de Salamanca, que bajo un acto solemne, realiza el traslado hasta la Catedral de Salamanca, lugar en el que permanece hasta la actualidad. Además, salió a escondidas del mismo para así evitar una posible ruina o pillaje ante el proceso de Desamortización de Mendizábal.
No hablamos pues de cualquier imagen, en las que, eso sí, todas cobran especial relevancia en Salamanca, donde la veneración por la Semana Santa sigue siendo grande, y se expone por cada una de las rúas del Centro Histórico en tan marcadas fechas.
Para seguir conociendo más a fondo al Cristo de la Agonía, el hermano mayor de la Real Cofradía Penitencial de Cristo Yacente de la Misericordia y de la Agonía, Roberto Sánchez, ha explicado algunos puntos claves para seguir entendiendo la historia que narra la figura religiosa. Como ha explicado a Salamanca24horas: “No se sabe en qué momento fue encargado ni la forma en la que llega a Salamanca, lo que se sabe es que permaneció en el convento de las Isabeles, mínimo, desde 1562”.
La emoción se siente al hablar del Cristo, y hasta ese punto y conociendo todos los datos, ha expuesto que “es una obra de arte, a parte del carácter devocional y espiritual, que sirve para la oración, a mayores de eso, el Cristo es una obra de arte y Patrimonio de todo Salamanca”.
Del mismo modo, desde la Cofradía se cuida al detalle que esté en perfectas condiciones, a pesar de que ha pasado por manos de restauradores en dos ocasiones, mínimo: “La Cofradía mima la imagen para que el Cristo esté en las mejores condiciones. Ha tenido dos restauraciones, una en 1996, donde se le retiran la imagen repintes y pegamento que tenía en la barba, porque pudo llevar una barba postiza; y en 2024, que fue la segunda restauración y donde se realizaron trabajos de mantenimiento, limpieza y reposición de algunos elementos de la policromía”.
La cruz es otro elemento clave que sirve para entender los cuidados que conlleva, y es que en 1986 “la cruz sobre la que estaba el Cristo fue sustituida cuando la Cofradía se hizo cargo, pasando a ser esa cruz la que tiene en la actualidad el Penitente”.
Asimismo, ante las miradas que despierta el Cristo de la Agonía, también ha destacado que no son los cinco siglos lo que más llama la atención del propio Cristo, sino que “los que le tenemos devoción a esta imagen y los que vivimos en la Cofradía en el día a día, no lo tenemos especialmente en cuenta. Lo que nos llama, y cada uno tiene razones particulares, es ese rostro ya batido por todo el calvario que tiene encima y esa serenidad que traslada el Cristo porque él ya está muerto”.
Otro contexto muy bello es el que se vive cada Jueves Santos, donde esa cruz tiene unas chapas metálicas, y cada una de esas chapas tiene el nombre de la persona que lo porta: “Es algo que solo se puede hacer una vez en la vida, y nos llegan solicitudes que quieren volver a realizarlo más veces, pero solo se puede hacer una”.
Por otro lado, entre todo el enigma que despierta el Cristo de la Agonía, ha añadido otro punto importante para entender tal magnitud: “La gente debe ir porque es una pieza artística que nos pertenece a todos y es patrimonio salmantino y es genuinamente salmantino. Se desconoce su origen, aunque se cree que pudiera estar relacionado con la Universidad de Salamanca, aunque no consta en ninguna parte”
De cara a que la gente visite la exposición, también ha expuesto que “es patrimonio de todos y es una oportunidad irrepetible para apreciar cada uno de los detalles desde diferentes ángulos y perspectivas que durante el año es imposible de apreciar a una altura bastante elevada, dejando pasar detalles por alto. Normalmente está detrás de las rejas de la Catedral y ésta es una oportunidad para estar cerca de la imagen”.
Además, se recogen documentos inéditos cómo los carteles que se pegaban por las calles de Salamanca para la procesión de la Semana Santa salmantina o fotografías de años atrás. Escritos de autores de la capital charra y de toda la provincia que siguen siendo devotos al Cristo de la Agonía y a la propia Cofradía.
Esta imagen atribuida a Juan de Balmaseda, por sus similitudes con el Cristo de la Misericordia, se podrá visitar hasta el 25 de octubre en la Torre de los Anaya para así visualizar la expresividad del mismo, sin barba, cabellera postiza y paño de pureza en tela encolada. Una oportunidad para sentir de cerca la Semana Santa de Salamanca, ante la imagen más antigua de una de las fechas más especiales para la capital del Tormes.
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