¿Cuánto debería durar el permiso por fallecimiento?: "Dos días es una cantidad ridícula en términos emocionales y adaptativos"

Yolanda Díaz ha anunciado la ampliación a diez jornadas y en Salamanca24horas hemos querido conocer la opinión de una experta en psicología

Visita guiada al cementerio de Salamanca
Visita guiada al cementerio de Salamanca | Patricia Hernández

La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha anunciado este martes que la ampliación del permiso por fallecimiento a diez días se publicará "con carácter inmediato", según unas declaraciones recogidas por la agencia Europa Press. Actualmente, cualquier trabajador dispone de dos jornadas (cuatro si se requiere desplazamiento) con derecho a remuneración por la pérdida del cónyugue, la pareja de hecho o parientes hasta el segundo grado de consanguinidad o afinidad. "Es muy poco tiempo para hacer frente a la fase más aguda del duelo", afirma Teresa Sánchez, profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad Pontificia de Salamanca.

"No considero que tengan que ser diez, pero cinco días hábiles completos me parecen importantes si se trata de familiares de primer grado", añade y abre la posibilidad de ampliar el permiso si las circunstancias de la muerte introducen factores agravantes. "No es de ningún modo igual cuando se ha debido a un accidente de tráfico o laboral, que añade un componente traumático muy alto, a cuando es por causas naturales asociadas a la edad". Si, en cambio, es consecuencia de un largo proceso de desgaste y deterioro, los familiares directos y los cuidadores requieren un periodo de recuperación "mucho mayor".

El duelo implica más tiempo y suele durar entre doce y dieciocho meses, aunque "no deja de ser una cifra bastante arbitraria" que también depende de diversos factores: las edades del difunto y de la víctima, si esta ha sido la cuidadora principal de la persona fallecida, si la familia queda "desmantelada o muy perjudicada económicamente" con la muerte... Para sobrellevarlo en los primeros días son de ayuda los procesos rituralizados entre los creyentes y las reuniones celebratorias de la vida entre los que no tienen fe. ¿Y regresar a la rutina?

La vuelta al trabajo tras la muerte de un familiar

Un usuario manejando un ordenador
Un usuario manejando un ordenador | Europa Press

"Se suele decir que el trabajo es un remedio para mantener la atención en aspectos de la realidad que te sacan del pozo del duelo", por lo que hay quien prefiere volver a la rutina cuanto antes y no agotar el permiso por fallecimiento. La distracción que acompaña a cualquier tarea puede, en efecto, alejar a una persona de una "focalización obsesiva y excesiva de la pérdida que ha sufrido", pero una incorporación demasiado prematura no siempre es la mejor opción. Existe la posibilidad de que la actividad laboral se convierta en una "losa que impide que el deudo tenga el tiempo necesario para sí mismo, para atender sus propios estados emocionales y las necesidades que sobrevienen".

La profesora de la Universidad Pontificia de Salamanca reitera que los dos días de permiso actuales son "una cantidad ridícula de tiempo en términos emocionales y adaptativos". Más allá de lo sentimental, hay ciertos trámites que se deben resolver con cierta premura. Desde informar a la Seguridad Social o a la entidad bancaria de la persona fallecida a cancelar contratos y servicios como los de los suministros del hogar: "Todo eso requiere tiempo y tiene que haber alguien que lo haga. Si se tiene que incorporar al trabajo, ¿quién hace ese tipo de tareas?".

Para llevar a cabo esos trámites post mortem, las empresas pueden "ser más permisivas con los horarios" y dar permisos de media jornada. Otras facilidades pasan por presionar menos al trabajador que está afrontando una pérdida, ajustar su rendimiento a la capacidad de respuesta que tenga en ese momento o no imponer ninguna sanción si se producen retrasos. "Si uno se encuentra en una situación de duelo, no está en pleno uso de sus competencias intelectuales, sociales y funcionales. Ni tu concentración ni tu atención a las tareas van a ser las adecuadas", señala.

En los primeros días tras la pérdida predominan el estado de shock, la disociación, el aturdimiento, la perpejlidad, el cansancio o la incredulidad. "Uno está bastante fuera de la realidad como para tener que asumir funciones que pueden ser de gran responsabilidad, donde incluso, debido a ese estado, podría resultar peligroso", continuá diciendo Teresa Sánchez. Como ejemplo pone a los conductores profesionales, que, de sufrir una distracción grave, las consecuencias serían fatales.

Otros síntomas comunes a los que se enfrentan los trabajadores que han perdido a un familiar son la falta de apetito y los vómitos, entre otras alteraciones digestivas; el insomnio; la sensación de culpa al creer "que uno no ha hecho todo lo que debía" o la tristeza. "Es la que más predomina y no hay que medicalizarla ni convertirla en una patología. Es lo más normal en un duelo". Esta puede acompañarse de desgana, desmotivación y, en ocasiones, de alucinaciones acústicas y visuales: "Creen percibir la presencia de quien ha muerto al tener el hábito de verlo en la cama, en su sillón...".

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