En un estudio realizado con algo más de medio millón de personas, los investigadores del Instituto George, en Australia, han descubierto que, si bien la relación entre varios factores de riesgo cardiovascular en la mediana edad y la demencia era similar para ambos sexos, no lo era para la presión arterial.
El estudio demostró que tanto la presión arterial baja como la alta se asociaban a un mayor riesgo de demencia en los hombres, pero en el caso de las mujeres el riesgo de demencia aumentaba a medida que subía la presión arterial.
La autora principal del estudio, Jessica Gong, afirma que, si bien se necesitan más investigaciones para verificar estos resultados, éstos pueden apuntar a mejores formas de gestionar el riesgo. "Nuestros resultados sugieren que un enfoque más adaptado al tratamiento de la hipertensión arterial podría ser más eficaz para prevenir futuros casos de demencia", resalta.
La demencia se está convirtiendo rápidamente en una epidemia mundial que afecta a unos 50 millones de personas en todo el mundo. Se prevé que esta cifra se triplique de aquí a 2050, principalmente debido al envejecimiento de la población. Se sabe que las tasas de demencia y las muertes asociadas son más altas en las mujeres que en los hombres.
En 2016 superó a las enfermedades cardíacas como principal causa de muerte en las mujeres australianas y es la segunda causa de muerte para todos los australianos.
A falta de avances significativos en el tratamiento, la atención se ha centrado en reducir el riesgo de desarrollar la enfermedad y los factores de riesgo cardiovascular se reconocen cada vez más como contribuyentes a los diferentes tipos de demencia.
Para examinar las diferencias de sexo en los principales factores de riesgo cardiovascular de la demencia, los investigadores del Instituto George utilizaron el Biobanco del Reino Unido, una base de datos biomédica a gran escala que reclutó a 502.489 británicos de entre 40 y 69 años (libres de demencia al inicio del estudio) entre 2006 y 2010.
Descubrieron que el tabaquismo actual, la diabetes, los niveles elevados de grasa corporal, el haber sufrido un accidente cerebrovascular previo y el bajo nivel socioeconómico estaban asociados a un mayor riesgo de demencia en un grado similar en mujeres y hombres.
Pero cuando se trataba de la presión arterial, la relación con el riesgo de demencia entre ambos sexos era diferente. Aunque la razón de esto no estaba clara, los autores propusieron algunas posibles explicaciones.
"Las diferencias biológicas entre mujeres y hombres pueden explicar las diferencias de sexo que observamos en la relación entre la presión arterial y el riesgo de demencia --apunta Gong--. Pero también puede haber diferencias en el tratamiento médico de la hipertensión. Por ejemplo, es menos probable que las mujeres tomen la medicación prescrita por el médico que los hombres, y puede que tomen más medicamentos y experimenten más efectos secundarios".
Aunque no hay tratamientos eficaces para la demencia, la prioridad es intentar reducir la carga de la enfermedad fomentando estilos de vida más saludables, y las pruebas más sólidas apuntan al control de la presión arterial.
"Nuestro estudio sugiere que un enfoque más individualizado del tratamiento de la presión arterial en los hombres, en comparación con las mujeres, puede resultar en una protección aún mayor contra el desarrollo de la demencia --resalta el profesor Mark Woodward, coautor del estudio--. También muestra la importancia de asegurar que se recluta un número suficiente de mujeres y hombres en los estudios y que los datos de las mujeres y los hombres deben analizarse por separado".
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