Que las aguas son peligrosas es algo a lo que la sociedad parece coger conciencia. Al menos eso se deriva de los datos aportados por la Federación de Salvamento y Socorrismo de Castilla y León, que recogía que siete personas habían fallecido en la región en el primer semestre de año, de los que seis lo hicieron en el río y otra persona en un canal.
Esta cifra supone, según los mismos datos, once menos que los que habían perecido por ahogamiento en el mismo tiempo del año anterior, según el Informe Nacional de Ahogamientos elaborado por la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo.
Dentro de estas cifras, Salamanca es el territorio, junto con Valladolid, con el mayor número de muertes por ahogamiento con dos, que, en el caso de Salamanca, habría que sumar la mujer perecida esta pasada semana en Agallas. Por debajo, León, Segovia y Zamora cuentan con una mientras que Ávila, Burgos, Palencia y Soria no ha registrado ninguna muerte.
Esta cifra sitúa a Castilla y León como la región que ha experimentado el descenso más significativo en muertes por ahogamiento durante los seis primeros meses del año con respecto al mismo periodo del 2016, el 61,1% menos, aunque continúa siendo el territorio interior con mayor número de víctimas en este sentido.
El perfil del ahogado es un hombre, en el 71% de los casos, mayor de 65 años (43%), de nacionalidad española, fallecido en un río que carecía de servicio, atención, vigilancia y socorrismo en la totalidad de los casos.
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