El Día del Vecino en Salamanca, una tradición que busca reencontrarse con las relaciones de toda la vida: “Antes vivíamos con las puertas abiertas y la gente se ayudaba mucho”
La plaza del Trujillo será testigo este sábado de la recuperación de este día, donde habrá baile, juegos y una paella popular gratuita para todos los salmantinos, con el fin de fomentar la integración de los vecinos y captar a los más jóvenes para que colaboren con las asociaciones vecinales de la ciudad
“Las relaciones han cambiado mucho. Antes eran muy buenas porque vivíamos en plantas bajas, las puertas estaban todas abiertas, la gente se sentaba al fresco por la noche y los vecinos se ayudaban los unos a los otros”. Así recuerda Isidora Herrero, presidenta de la Asociación de Vecinos Munibar, cómo era la convivencia entre vecinos cuando ella era una niña y vivía en el barrio de Pizarrales. Sesenta años más tarde, confiesa que “echo en falta esa unión vecinal que viví en la infancia”.
Este sábado 13 de diciembre vuelve a tener lugar en Salamanca capital el Día del Vecino, una jornada muy especial, a la par que importante, donde el objetivo es reencontrarse con las relaciones de toda la vida. En esta ocasión, la jornada se celebrará desde las 11:00 horas en la plaza Trujillo, siendo la cuarta celebración desde que tuvo lugar por primera vez hace 15 años.
Esta se trata de una jornada para todos los vecinos de Salamanca, con independencia de si forman parte de una asociación vecinal o no. Por ello, se estarán repartiendo invitaciones, de forma simbólica, para toda la gente que pase por allí. La jornada estará compuesta por una presentación con la lectura de un manifiesto, para dar paso a otras actividades donde habrá zumba, hinchables con juegos para los más pequeños, música a cargo del grupo Mayalde y paella gratuita para todos los asistentes.
Volviendo a los tiempos de la infancia de Isidora y poniendo de manifiesto qué se echa en falta, en lo que se refiere a las relaciones sociales, recuerda que “antes la gente tenía más hijos y por eso había también más unión entre los vecinos. Si los padres se tenían que ir a algún sitio, el vecino o la vecina se quedaba con el niño o le echaba un ojo a la comida. Ahora eso es impensable porque hay muchos coches por la calle y a los niños ya no se les deja salir a la calle solos”. “Es una pena,” lamenta, “antes éramos todos como familias y ahora los vecinos ya ni se conocen. Se saludan por decir hola, pero la gente va más por libre. Los niños están en el colegio, salen y van a clases particulares y a actividades extraescolares y puede que los lleven al parque, pero ya no se juega en la calle como cuando yo era pequeña”.
Rememorando su propia historia, reconoce que “he sido muy feliz porque vivíamos como en el pueblo. Todos nos conocíamos. Yo llevo viviendo toda mi vida en Pizarrales. Es un barrio en el que sí hay seguridad. Al contrario de lo que se piensa, se puede ir por el barrio tranquilamente y claro que suceden incidentes, pero son casos puntuales. Por lo general, no es un barrio inseguro, tiene sus problemas, pero como pasa en la zona centro u en otros barrios de la ciudad, lo que pasa es que nos tienen estigmatizados porque muchas veces no se especifica en qué zona del barrio sucede algo y por eso da esa sensación de inseguridad a quien lo no conoce, pero aquí hay gente que vive muy tranquilamente”.
Isidora Herrero encara ya 16 años siendo presidenta de esta asociación en la que lleva ya 22. El motivo de estar al mando de la presidencia de Munibar, explica que es porque no hay relevo generacional: “Ahora la gente no se implica como antes, sí cuando hay cosas que reivindicar como la petición del autobús que va a los hospitales, pero para estar en la Junta o colaborando en las asociaciones es más difícil. Antes, por ejemplo, había más implicación porque la gente tenía muchas necesidades y lo que más echamos en falta ahora es justamente que los jóvenes se impliquen más y no solo de forma puntual como en las celebraciones. Sabemos que es un trabajo no remunerado, pero necesitamos relevo generacional para seguir manteniéndonos”.
Captar jóvenes que se interesen en colaborar de forma voluntaria y altruista en las asociaciones vecinales es otro de los objetivos que pretende la Federación de Asociaciones de Vecinos de Salamanca (FEVESA) con este encuentro vecinal. “Pretendemos que la gente conozca el trabajo que hacemos, fomentar la integración de los vecinos y enganchar a los jóvenes, que sepan que hacemos muchas cosas y que hay mucho que aprender. La intención es que el sábado sea un día lúdico, que acuda mucha gente y que se diviertan. Les vamos a explicar dónde estamos y lo que hacemos, que tenemos una suelta de libros, un BookCrossing, y que tenemos para recoger cosas para Senegal como gasas, alcohol, material para higiene de sanidad, cuadernos etc. A lo largo del año también tenemos talleres, charlas, pilates, gimnasia de mantenimiento, guitarra, zumba, bailes latinos de iniciación, fiestas en verano con las peñas y la gente joven y en navidad para los más pequeños”. Para aquellos que estén interesados, pilates está programado en cuatro turnos en el colegio Rodríguez Aniceto, mientras que el resto de los talleres se llevan a cabo en la sede de Munibar y en el centro antiguo, colegio Miguel de Unamuno.
La primera vez que se celebró el Día del Vecino fue hace 15 años, un “éxito absoluto”, asegura. “Recuerdo que fue en Salas Bajas donde repartimos lentejas y carne de morucha. Fue muchísima gente. Otro año lo hicimos en La Aldehuela, pero no fue tan visible y la tercera vez en Ciudad Rodrigo, donde también hay asociaciones que pertenecen a FEVESA. Y, este año buscamos que se nos conozca más”.
Munibar es una asociación que goza de ser la más antigua de Salamanca. En 2026 cumple 50 años. Se creó en sustitución de la Asociación de Cabezas de Familia, la más antigua de España. El éxito de que Munibar siga en pie, dice Isidora, “son las personas que lo llevan y la gente del barrio. Sin vecinos que se interesen no sería posible mantener una asociación vecinal”. La presidenta hace también un guiño a Pizarrales: “es un barrio muy solidario, siempre lo ha sido. Fueron los propios vecinos quienes llevaron el agua en los años 60 desde la Chinchibarra hasta aquí construyendo una franja todos los domingos, que era cuando tenían tiempo. Era gente de la clase trabajadora. Además, los vecinos de Pizarrales siempre han sido los primeros que han mantenido unión y han encabezado reivindicaciones como el asfaltado de calles o la petición de servicios básicos”.
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