Ecos de una ciudad dormida y llena de arte: así es la visita guiada al cementerio de Salamanca

El nuevo recorrido de la capital del Tormes permite conocer el culto a la muerte en la provincia, las diferentes zonas del camposanto y sus panteones con más valor artístico

Visita guiada al cementerio de Salamanca
Visita guiada al cementerio de Salamanca | Patricia Hernández

Visitar el cementerio de Salamanca desde un punto de vista histórico y artístico. Es lo que propone la nueva visita guiada organizada por el Ayuntamiento e iniciada el pasado 5 de octubre. Una veintena de personas nos reunimos a las 11:00 horas en la entrada del camposanto, donde Juan, arqueólogo de profesión, se presenta como nuestro guía. "Recordemos el espacio en el que vamos a entrar. Voy a intentar hablar un poco más bajo", señala.

Juan pasa a relatar el culto a la muerte en la provincia: desde estelas romanas en la parte de la muralla a las tumbas excavadas en roca de la época visigoda. Continuamos viajando en el tiempo hasta el siglo XII. Al lado de cualquier iglesia románica se erigía un camposanto, como el ya inexistente de la de Santa María de los Caballeros. "En excavaciones recientes se encontró una necrópolis a diferentes niveles". Otros ejemplos son los templos de San Cebrián y de San Julián. "Se iban levantando los huesos en osarios".

A partir del siglo XVIII comienzan los problemas de salubridad en los enterramientos que hay. Fuentes de la época señalan incluso que hay calles por las que es "horrible" caminar. Los cementerios se levantan y Carlos III aprueba la Real Cédula por la que no se puede enterrar en las iglesias y se tienen que buscar espacios abiertos. Se intentan crear sin éxito varios camposantos, pero no es hasta 1832 cuando se inicia la construcción del actual.

Nos acercamos a su portada, que data de 1867 y presenta un estilo muy sobrio, con alusiones al libro de Job y un memento mori que significa "Recuerda, hombre, que polvo eres y en polvo te convertirás". La atravesamos para situarnos frente al panteón abierto de Antonia Carabias, cuyo rostro está reproducido en mármol de Carrara. "Si no es el busto más perfecto que tenemos en toda la ciudad, poco le falta", reconoce nuestro guía. El sepulcro presenta cuatro columnas del mismo material y otros detalles en piedra de Villamayor.

Busto de Antonia Carabias
Busto de Antonia Carabias | Patricia Hernández

Juan nos descubre otros panteones abiertos, como el del ganadero de Ledesma Eloy Lamamié de Clairac, también en mármol de Carrara y con un marcado simbolismo: en cada esquina hay una tea bocabajo que indica el fin de la vida. A diferencia de otros, no es un sepulcro familiar, sino unipersonal. "Es el único". El de Antonio Fernández, en cambio, es el más tardío de todo el cementerio. Fue construido en granito en la década de 1940 y es un ejemplo de arquitectura funeraria moderna influida por la masonería.

Sepulcro de Eloy Lamamié de Clairac
Sepulcro de Eloy Lamamié de Clairac | Patricia Hernández
Sepulcro de Antonio Fernández
Sepulcro de Antonio Fernández | Patricia Hernández

Pasamos por delante de la tumba de Miguel de Unamuno. Juan nos recuerda que en esta visita no vamos a abordar ningún personaje ilustre, ya que lo importante es fijarse en el arte funerario. Salimos de la parte original del cementerio y nos adentramos en la que surgió de la reforma de 1920. Más concretamente, en la plaza de la Glorieta, presidida por el crucero de San Cebrián. A su alrededor se levantan varias tumbas en disposición circular y, un poco por detrás, el panteón de Luis Nieto y Purificación Hernández. La idea original es que hubiera uno en cada esquina, pero no fue así.

Visita guiada al cementerio de Salamanca
Visita guiada al cementerio de Salamanca | Patricia Hernández

Zona infantil y civil

También de 1920 data la zona infantil, diseñada para acoger a los niños que fallecían a una edad temprana. Refleja la alta mortalidad de la época y constituye "una forma de rendir homenaje a la vida corta pero significativa de los más pequeños", reza un panel informativo colocado por el Ayuntamiento. Esta área tiene su ampliación más al noreste, donde se leen diminutivos como Antoñito. Sin duda, una forma cariñosa de recordar los nombres de los infantes fallecidos.

Estatua en la zona infantil del cementerio de Salamanca
Estatua en la zona infantil del cementerio de Salamanca | Patricia Hernández
Ampliación de la zona infantil
Ampliación de la zona infantil | Patricia Hernández

Muy cerca de la zona infantil se erige la civil, que contaba con una entrada propia. En ella destacan dos tumbas: una con indicios masónicos por las letras 'a' y 'm' y el triángulo que tiene grabados y la de Pedro Dorado Montero. El pionero en la enseñanza de la criminología en la Universidad de Salamanca era religioso, pero tuvo una "agria" polémica con el obispo Padre Cámara, que evitó su enterramiento en el cementerio católico.

Tumba masónica en el cementerio de Salamanca
Tumba masónica en el cementerio de Salamanca | Patricia Hernández

Memorial y cementerio militar

Continuamos la visita guiada por el Memorial a los fusilados de la Guerra Civil. Fue inaugurado en octubre de 2011 y está compuesto por ocho lápidas de mármol grabadas con los nombres de los 848 represaliados salmantinos. El espacio se encuentra presidido por la escultura de un esqueleto humano realizada por José Luis Pinto. Su aspecto oxidado nos recuerda el inexorable paso del tiempo.

Memorial a los fusilados de la Guerra Civil
Memorial a los fusilados de la Guerra Civil | Patricia Hernández

Juan nos lleva ante la tumba en la que descansa el 'camarada' Enrique López Vidal y nos pide que nos fijemos en una pieza heráldica que no presenta ninguna otra: el yugo y las flechas. "No sabemos si murió en la contienda o de forma natural", explica. De ahí continuamos al cementerio militar, gestionado por el Acuartelamiento General Arroquia. En él están enterrados tanto caídos en diferentes contiendas como aquellos que han muerto de forma natural y simplemente han querido descansar allí.

Visita guiada al cementerio de Salamanca
Visita guiada al cementerio de Salamanca | Patricia Hernández
Cementerio militar
Cementerio militar | Patricia Hernández

Del panteón de la familia Brusi a la joya de la corona

La Capilla del Cementerio de Salamanca, pese a su pequeño tamaño, puede presumir de albergar una de las cuatro imágenes de La Soledad que había en la ciudad. Colocándonos en su puerta y avanzando unos pocos metros nos situamos ante el panteón abierto de la familia Brusi. Data de 1871 y posee un enrejado y arcos apuntados. Todo ello realizado en hierro. "Es el único ejemplo que tenemos de este tipo", mantiene nuestro guía.

Visita guiada al cementerio de Salamanca
Visita guiada al cementerio de Salamanca | Patricia Hernández

Visitamos otros panteones, como el de Laureana Ramos, de estilo neobizantino y con elementos decorativos griegos, romanos y egipcios; y el de Cándida López Moro, de diseño neogótico. En él sobresale su cúpula, algo gallonada e inspirada en la torre de las campanas de la Catedral de Salamanca. La belleza de ambos es eclipsada por el de doña Teresa de Zúñiga y Cornejo.

Panteón de Laureana Ramos
Panteón de Laureana Ramos | Patricia Hernández
Panteón de Cándida López Moro
Panteón de Cándida López Moro | Patricia Hernández

El panteón de La Corneja es, sin duda, la joya de la corona del cementerio de Salamanca. "Simplemente lo que es la reja es una locura. Es un totum revolutum de un montón de estilos", mantiene Juan. El mausoleo imita a una iglesia románica. Su grandeza coincide con la de la mujer que descansa eternamente en su interior. Doña Teresa de Zúñiga y Cornejo no tembló a la hora de enfrentarse el Ayuntamiento para defender su casa señorial, afectada por la decisión de abrir la Rúa desde Palominos.

Panteón de La Corneja
Panteón de La Corneja | Patricia Hernández

En la trasera de la construcción se puede apreciar el único Ángel de la Muerte de todo el cementerio. La escultura, que muestra a un arcángel cubriéndose la faz con ambas manos, custudia una tumba con el siguiente epitafio: "Se vio en su rostro después de la muerte un dulce reflejo de la serenidad de su alma".

Visita guiada al cementerio de Salamanca
Visita guiada al cementerio de Salamanca | Patricia Hernández

Pasamos ante la ampliación del cementerio infantil y desembocamos ante el panteón abierto de Íscar Peyra, en el que sobresale una columna rota. "De lo sentido que es, tiene mucha fuerza", afirma el arqueólogo. Igual de sobrio es el de los Marqueses de Villa Alcázar, con grandes cirios ceremoniales, presidido por una cruz y con una fuerza especial "por el simple hecho del espacio acotado por las cadenas".

Panteón de Íscar Peyra
Panteón de Íscar Peyra | Patricia Hernández
Panteón de los Marqueses de Villa Alcázar
Panteón de los Marqueses de Villa Alcázar

Los últimos mausoleos que Juan nos descubre son los de José Durán Cabezas, de cúpula gallonada y perteneciente a la Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz; y el de los Marqueses de Albayda, ubicado en una zona inacabada de panteones. En este último se han hecho uso de "todos los materiales habidos y por haber". "Parece una capilla", añade.

Panteón de los Marqueses de Albayda
Panteón de los Marqueses de Albayda | Patricia Hernández
Panteón de José Durán Cabezas
Panteón de José Durán Cabezas | Patricia Hernández

El final de la visita guiada coincide con un enterramiento. Juan nos guía hasta una parte algo más alejada, cerca de la entrada, para no molestar a los dolientes. Allí nos enseña varios nichos de familiares de Eloy Lamamié de Clairac y la que parece que es la tumba más antigua de todo el Cementerio de Salamanca: la de Juan Salcedo, que data de octubre de 1833.

Busto de Madame Ferret
Busto de Madame Ferret | Patricia Hernández

Acabamos como empezamos. Ante otro de los mejores bustos del camposanto. El de Madame Ferret. "No tenemos muchos datos de ella", reconoce Juan, que se despide de nosotros esperando que hayamos disfrutado de la visión cultural y artística del culto a la muerte durante la hora que ha durado la visita guiada. Las dos próximas se celebrarán el domingo 19 de octubre y se pueden reservar en la web de Salamancaymas.

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