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Empezó a beber a los 8 años, con 15 consumía drogas duras y a los 21 fue diagnosticado con VIH: “Siento el rechazo a leguas”

Después de una vida de adicciones al alcohol y a las drogas, Luis fue diagnosticado con VIH, y años después, con tuberculosis. Ahora lleva 26 años sin consumir y siente de nuevo las ganas de vivir: “Cuando te has hundido hasta el fondo tienes que dejarlo”. Ahora cuenta su testimonio “para que la juventud no caiga en esos errores. Yo tuve muy poquita ayuda, me lo tuve que proponer yo solito”

Luis, casa Samuel

Luis Colmenero es un salmantino de 53 años que tras una vidade excesos y adicciones contrajo VIH, que después pasó a ser sida, ytuberculosis. Lleva 26 años ‘limpio’, y recientemente ha sido sometido a untrasplante de hígado con el que ahora se siente una persona nueva. Cuenta su testimonio aSALAMANCA24HORAS, dice, para que otros no cometan los errores que él cometió.

Su historia comenzó muy temprano, porque sus padres eranalcohólicos: “eso te marca, te quedan secuelas desde niño. Viví muchasdiscusiones, peleas y uno va creciendo y te arrastra a lo que he sido”. Así, alos 8 años tuvo su primer contacto con el alcohol quitándole el coñac y el vinoa su abuelo. Sus amigos, cuenta, también lo probaron y empezaron a beber.

Más adelante, con solo 10 o 12 años empezó a fumar porros, yya con 15 probaba las drogas duras. Entre ellas, la cocaína y la heroína, “alprincipio inyectada y luego fumada, porque no me gustaba la aguja”. “No mefaltó droga que no haya probado”, añade. En esa deriva Luis empezó a cometerdelitos de robo para poder comprar droga, hasta que le penaron seis meses concárcel, que se quedaron en cuatro.

La exclusión de lamili por trapicheos, el paso por la cárcel y el diagnóstico de VIH

Sin embargo, antes de cumplir condena, fue destinado a lamili a Rota (Cádiz), donde a los 9 meses fue excluido también por problemas ytrapicheos por drogas. Explica que estando allí estaba mucho de menos a sunovia: “No aguantaba estar allí y provocaba para que me excluyeran”. Al volverde la mili se casó con ella, que se había quedado embarazada, y entonces fuedetenido para, ya sí, cumplir condena. Luis cuenta que a pesar de que no llevóbien ese tiempo en la cárcel sí le sirvió de ayuda: “cuando salí dejé de robarpara no volver a entrar en la cárcel”.

A pesar de que cuando su pareja se quedó embarazada dejó lasdrogas, Luis siguió a escondidas. Tuvo varios intentos pero siempre acababavolviendo. En esos meses, en el año 94, en una analítica rutinaria Luis seenteró de que era portador del virus del sida (VIH), aunque por aquel entoncesno estaba activado. Los médicos le dijeron que si hacía las cosas bien, secuidaba y se alejaba de las drogas y el alcohol, no tendría ningún problema.Sin embargo, siguió consumiendo y el virus se desarrolló, pasando a tener sida.

Fue tres años después, al nacer su hija, cuando tomó ladecisión definitiva. Sin embargo, los problemas que arrastraba hasta entoncescon su pareja y las discusiones por el miedo a contagiarse de VIH provocaronque rompieran su relación: “Ella no podía seguir así”.

La desintoxicación “apulso”

Ya entonces Luis se empezaba a dar cuenta de lo que lehabían hecho las drogas: “Había perdido mis hijos, mi mujer, mis amigos deverdad, no los de la droga”. Al estar enganchado, explica, no lo valoraba.“Cuando te has hundido hasta el fondo tienes que dejarlo”. Así, Luis pidió ayuday fue a Alcohólicos Anónimos para dejar la bebida.

Sin embargo, a las pocas semanas los médicos le detectarontuberculosis, por lo que tuvo que ser ingresado seis meses en el hospital deLos Montalvos: “Ahí aproveché para dejar las drogas y lo dejé sin medicación,sin metadona, me lo comí a pulso”. Al dejarlo de golpe, Luis detalla entrerisas que calmaba la ansiedad y los nervios con caramelos y magdalenas. Alsalir del centro hospitalario cambió radicalmente de hábitos, de amigos y debares: “Dejé de contactar con ellos para no caer”.

La vida de Luis 26años después

Y desde entonces… hasta hoy. Luis cuenta orgulloso que lleva26 años sin consumir alcohol, drogas y tabaco. “Ahora mismo me encuentrofenomenal”, más aún con el trasplante de hígado al que fue sometido hace seismeses y con el que ha podido superar la cirrosis crónica que sufría. “Meencuentro fenomenal, lo voy viendo día a día, tengo sensación de vivir, dedarlo todo. Cada día que pasa noto unas diferencias enormes, ganas de vivir, deluchar, me encuentro nuevo”, cuenta sonriendo.

A pesar de que se separó de la madre de sus hijos,posteriormente tuvo otra relación de 10 años que también acabó y ahora está consu pareja, que también es portadora. Luis asegura que actualmente derrochaenergía y la aprovecha reformando una casa que ha comprado con un huerto traspoder jubilarse gracias a un acuerdo con la empresa en la que trabajaba. “Loque antes veía imposible, ahora si lo veo posible, lo realizo”, sostiene.

Ese orgullo de haber superado sus adicciones no es solosuyo, sus hijos, con los que mantiene una buena relación, también venorgullosos cómo su padre ha cambiado. “Luché por eso, para que me viesen bien yme quisiesen. Estaré en deuda con ellos porque cuando me separe de ellos tenían8 y 6 años. No fui un padre para ellos y eso lo voy a llevar para toda lavida”.

El VIH, una marca depor vida

Respecto a su vida con sida, explica que todavía haypersonas en su entorno que no lo saben, sin embargo, en aquellos que sí losaben “siempre hay rechazo, en las miradas y en los gestos se nota mucho”.

No puede evitar hablar de Casa Samuel, el centro de Cáritaspara personas con VIH/sida: “te dan su corazón, son personas enormes”. Luis haestado allí dos veces: hace 5 años por un tratamiento del hígado, momento en elque conoció a su actual pareja. Hace unos meses tuvo que volver pararecuperarse del trasplante. “Es mi segunda casa, tengo muchísimo queagradecerles, una vida entera. Y si hay otra vida, la segunda vida también ladaría de agradecimiento a esa casa”, cuenta.

La labor dedivulgación de Luis

A pesar de que la vida de Luis no ha sido nada fácil, notiene reparos en contar su testimonio. Lo hace, explica, “porque yo no tuveestas oportunidades, antes no había tanta información, lo que he aprendido hasido en la calle con malas gentes”. Intenta con ello que los jóvenes no cometanlos errores que él cometió: “Yo tuve muy poquita ayuda, me lo tuve que proponeryo solito”.

Hoy Luis se siente una persona normal: “Ya no tengodependencia de eso, al revés, si puedo lo evito”. Se muestra muy optimista yasegura que no piensa volver a pasar por lo que pasó: “para mí, por muy mal queme venga la vida, no voy a recaer en lo peor”.

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