Una enfermedad cada vez menos peligrosa... pero sigue siendo mortal

Los avances en la ciencia y los nuevos tratamientos provocan que, con una detección temprana, la esperanza de vida sea la misma o incluso mayor que para el resto de personas. Una vez contraída, el mayor problema está en que no hay síntomas más allá de la destrucción de las defensas del organismo, que solo aparece visible pasados los años a través de una mayor aparición de infecciones. Las infecciones oportunistas, de hecho, suponen la enfermedad más indicativa de padecerlo, con el 52,7% de los casos
 

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 Una enfermedad cada vez menos peligrosa... pero sigue siendo mortal
Una enfermedad cada vez menos peligrosa... pero sigue siendo mortal

La peligrosidad del VIH y del sida, relacionados entre sí pero no lo mismo, está en que no tiene cura. Sin embargo, como se explicaba anteriormente, la detección temprana puede provocar una esperanza de vida o incluso mayor, ya que el cuidado que debe tener es aún mayor. Los únicos peros están en un tratamiento de por vida, lo que implica medicación, que puede tener efectos secundarios, y en la necesidad de llevar un estilo de vida más saludable. 

De hecho, el sida ha dejado de ser una enfermedad mortal en los últimos años gracias a los avances a no ser que se padezca también alguna infección hepática, que puede ser ya más peligroso. Y lo es a pesar de que la detección cada vez es más tardía debido a la falta de síntomas de la enfermedad. “Es uno de los problemas. Una sífilis tiene unos síntomas específicos e inmediatos. En el VIH no hay ningún síntoma específico. Hay gente que no ha notado nada, otros una gripe un poco fuerte, y solo pasado mucho tiempo ya te aparece una enfermedad identificativa de sida como puede ser la tuberculosis”, afirma el portavoz del Comité Antisida de Salamanca, Carlos Rodrigo. 

Tanto es así que, de hecho, según los datos de la Consejería de Sanidad del Gobierno regional, la enfermedad indicativa de sida más frecuente en el momento del diagnóstico, en los casos acumulados de sida en Castilla y León son las infecciones oportunistas, que suponen el 52,7%, más de la mitad de los casos. Una infección que puede llegar por otras razones. 

Así ha sido en los últimos años, aunque en el periodo desde el 2013 al 2015, la neumonía se ha convertido en la principal llegando a la mitad de los casos. La tuberculosis pulmonar y el sarcoma de Kaposi también son enfermedades significativas de portar VIH en el mismo espacio de tiempo, aunque hay otros muchos avisos que casi nunca se relacionan con la enfermedad del sida. 

Esto es así porque el virus ataca el sistema inmunitario, destruyendo las defensas del organismo, que cada vez tendrá más dificultades de defenderse. De esta forma, aparecerán infecciones, producidas por gérmenes, parásitos o virus, o algunas variedades de cáncer que en condiciones normales no se producirían. 

¿Cómo actúa el virus?

En una primera fase, el VIH se reproduce multiplicándose activamente en las células infectadas. Para defenderse, el organismo crea anticuerpos específicos que, sin embargo, no consiguen eliminar el VIH. Sí disminuye su presencia en la sangre pero no su actividad en otros órganos. Esto provoca que durante varios años, el organismo permanezca en una situación de aparente equilibrio aunque el virus se siga multiplicando.

Los linfocitos son las células más afectadas de manera que van disminuyendo progresivamente y, si no se interviene, tras una media de entre ocho y diez años, el paciente ya habría contraído sida y podría sufrir graves infecciones. Otra variación del organismo es la aparición de los anticuerpos que intentan luchar contra el agente. Se estima que estos aparecen entre la segunda y la octava semana en el que el virus entra por lo que su presencia detecta la infección. 

¿Qué pasos se pueden seguir?

El tratamiento, si el organismo no está demasiado afectado, puede provocar que el virus no se reproduzca y las defensas se mantengan de manera que se puede hacer una vida normal de manera relativa. En Salamanca, según comentan desde el Comité Antisida, el servicio específico funciona a la perfección con los actuales doctores. Sin embargo, en tres años, hasta tres se jubilarán por lo que habrá que esperar para ver su futuro. 

Donde sí hay más problemas, aseguran, es en otros servicios independientes de la enfermedad en el que, comentan, se les trata de otro modo e, incluso, podría haber doctores que no quieren tratar a estos pacientes. Más allá de la Sanidad, el propio Comité Antisida tiene un servicio específico en el que se realiza un apoyo a la persona entre iguales, y un acompañamiento mutuo y psicológico, así como también un servicio para los familiares. 

Lo mismo ocurre en Cruz Roja, que cuenta con un equipo de voluntarios que dirigen actividades de sensibilización y formación encaminadas a informar para prevenir conductas de riesgo tanto entre la población general de la provincia como entre colectivos más específicos con los que ya trabaja Cruz Roja desde otros proyectos. Además, Cruz Roja presta apoyo tanto a familiares como a personas afectadas por el VIH, dando así respuesta a la necesidad de información, orientación y apoyo que presentan.

Desde el Servicio Multicanal de Información y Prevención del VIH, que cuenta con el apoyo y la financiación del Plan Nacional sobre el Sida, del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Cruz Roja da respuesta a más de 40.000 consultas anuales a través de su línea telefónica gratuita 900 111 000, su servicio de chat (www.cruzroja.es/vih/chat), su dirección de correo electrónico informacionvih@cruzroja.es y las redes sociales Facebook y Twitter.

Por parte de Cáritas, además, se viene trabajando desde un programa específico desde 1994, año en el que se inauguró la primera casa de acogida de Castilla y León. Así, se afronta la situación desde tres niveles de intervención como es la individual, la familiar y la comunitaria. 

Las dimensiones, más allá de la propia casa de acogida, dirigida a las personas que se encuentran en una fase avanzada de la enfermedad y que carecen de un lugar donde vivir, también se centran, en un primer momento, en la acogida, información y acompañamiento personal, asesorando sobre la infección y acompañando en el proceso de inserción social y laboral. También se realiza un acompañamiento en el hospital y una intervención comunitaria, actuando junto con otros servicios e instituciones directamente en el territorio en el que reside la persona. 

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