Enfermería clave para prevenir caídas y complicaciones en pacientes mayores con cardiopatías
La investigación del Clínico y la Universidad de Valladolid analiza 144 pacientes mayores ingresados por cardiopatías
Un estudio del Hospital Clínico Universitario y la Universidad de Valladolid revela que la fragilidad y el riesgo de caídas en pacientes mayores con enfermedades cardíacas prolongan su ingreso hospitalario, lo que hace imprescindible una detección temprana para mejorar la recuperación y la calidad de vida. La investigación, publicada en la revista Nursing Reports, analiza cómo estas condiciones afectan a la duración de la hospitalización y subraya la importancia de la atención enfermera personalizada.
Un tercio de los pacientes presentan fragilidad
El equipo, liderado por Noel Rivas González, jefe de la Unidad de Enfermería de Formación del Clínico, junto a María López Vallecillo, Belén Martín Gil, Mercedes Fernández Castro, María José Castro Alija y el jefe del Servicio de Cardiología, Alberto San Román Calvar, analizó los datos de 144 pacientes ingresados entre 2022 y 2024. Los resultados muestran que un 33% presentaba fragilidad, definida como pérdida de fuerza y resistencia que reduce la capacidad de recuperación ante la enfermedad. Además, el 97% de los participantes tenía algún grado de riesgo de caída, y más de un tercio mostraba un riesgo alto o muy alto.
Estancias más largas y efectos en la recuperación
La fragilidad se asoció con estancias hospitalarias más prolongadas: los pacientes frágiles permanecieron ingresados una media de 10,6 días, frente a siete días en los no frágiles. Factores como la edad avanzada, el perímetro abdominal, la presión diastólica baja y un mayor nivel de dependencia funcional aumentan la probabilidad de fragilidad. Esta prolongación del ingreso no solo impacta en los recursos del sistema sanitario, sino que también agrava la pérdida de movilidad y dificulta la recuperación del paciente.
Planes de cuidados individualizados
El estudio recomienda evaluar la fragilidad desde los primeros días de ingreso para diseñar planes de cuidados adaptados a cada paciente, prevenir caídas y reducir estancias. “Existen escalas de cribado validadas, pero el reto es adaptarlas al ritmo asistencial y a cada unidad hospitalaria”, explica Rivas. Aunque la valoración de fragilidad está más extendida en atención primaria, los autores instan a incorporarla sistemáticamente en cardiología y otros servicios que atienden a población mayor.
El papel clave de los enfermeros
Los investigadores destacan que los cuidados enfermeros son esenciales, no solo por el seguimiento clínico, sino porque el personal de enfermería pasa más tiempo con los pacientes y puede detectar signos tempranos de debilidad o pérdida de equilibrio. “La atención debe ser multidisciplinar, con el paciente en el centro y todos los profesionales coordinados”, apunta Rivas.
Perspectivas y próximas investigaciones
El envejecimiento demográfico, especialmente en comunidades como Castilla y León, aumentará el número de pacientes mayores y frágiles en los hospitales. Detectar y tratar la fragilidad de manera temprana será clave para mantener la calidad asistencial y optimizar recursos. El equipo de investigación continuará estudiando cómo factores como la composición corporal, la diabetes o la obesidad influyen en la fragilidad y su relación con el consumo de recursos tras el alta.
“No se trata solo de prolongar la vida, sino de mejorar la calidad de la asistencia. Si detectamos la fragilidad a tiempo, podemos prevenir complicaciones, favorecer la recuperación y humanizar la atención hospitalaria”, concluye Rivas.
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