ENTREVISTA | El humorista JJ Vaquero afronta su regreso a Salamanca con “deseo”, porque “son el tipo de gente con la que me he criado”

Carismático, alegre y “enrollado”, así es el humorista vallisoletano José Juan Vaquero, más conocido como JJ Vaquero, quien describe su humor “muy de andar por casa, de barrio, canalla y mal hablado”.

Conocido primordialmente por sus apariciones en el programa de ‘El Hormiguero’ de Antena 3 y ‘YU: No te pierdas nada’ de los 40 Principales, es demandado para actuar en directo en diferentes salas de todo el entorno nacional.

En este caso, Salamanca ha tenido ya la suerte de disfrutar de su humor, y como todo en la vida, lo que gusta siempre se repite. Es por ello por lo que Vaquero regresa de nuevo a la capital charra este viernes, 14 de octubre, directo a la sala Potemkim a las 21:30 horas. Lugar donde las risas están aseguradas y donde admite que “estoy deseando ir”, porque en Salamanca está "el tipo de gente con la que me he criado, porque he ido mucho para salir de fiesta”.

Antes de su actuación, descolgamos el teléfono y hablamos con él para conocer al humorista que lleva dentro, su historia, su manera de trabajar, su salto a la popularidad y por qué no, algunas de sus anécdotas más comprometidas.

En primer lugar José Juan, es mucha la gente que conoce a Vaquero por sus monólogos “sin pelos en la lengua”, pero para quien no te conoce realmente, ¿cómo se describe asimismo Vaquero?
Es humor llano para todo el mundo, de andar por casa, muy de barrio, un poco canalla, pero cada vez menos, y mal hablado. Hay gente a la que no le gustan las personas que dicen tacos y yo no soy su humorista desde luego.
Son ya, si no me equivoco, 20 años los que llevas en el mundo del humor, ¿cómo comienza esta trayectoria? Supongo que es un don que te viene desde que eras pequeño…
Siempre me ha gustado hacer reír, pero empiezo muy tarde, con 30 años, a dedicarme al humor y es por los monólogos, porque ‘El Club de la Comedia’ empezó a sacar monólogos en la tele, muchos locales de las ciudades empezaron a sacar monólogos para los chavales de las ciudades también, y me apunté a uno de estos concursos y le empecé a coger el gusto. Pero fue tarde, era camarero, con puesto fijo en un hotel y creía que ese era mi futuro para siempre, y de repente se cruzó en mi vida toda la comedia y ha sido un giro de guion inesperado y muy chulo.
¿Tienen tus monólogos una estructura fija o unos temas en los que siempre te muevas, o es más improvisación y lo que vaya surgiendo?
No, lo llevo escrito todo. Puedo improvisar si pasa algo en la sala o en el teatro que alguien llega tarde, que se cae una mesa, un vaso... Son cosas que no las dejo pasar, pero lo que llevo preparado no va a un sitio específico para improvisar. Todo va escrito. Sobre la estructura me baso un poco en el día a día. Hace 15 años hablaba sobre salir de fiesta y ahora hablo sobre ser padre, un poco en lo que puedo observar en el día a día, porque al final es la realidad de todos, si no has sido padre, has sido hijo y te sientes un poco identificado.
¿Cómo es entonces esa preparación de un monólogo que enganche, que capte la atención del público y sea un éxito?, porque mucha gente piensa que no hay una preparación detrás de cada actuación…
A mí lo que más me cuesta es elegir el tema, saber de qué quiero hablar. Luego, llevo ya llevo muchos años de guionista en ‘El Hormiguero’, 11 en concreto, y tengo ya un sistema mental para sacar chistes sobre el tema que he elegido, pero lo que me cuesta realmente es saber sobre qué quiero hablar, y eso me lo tiene que dar casi siempre la vida. Lo siguiente de lo que quiero hablar y que todavía no me he sentado a hacer es que mi hija me hace preguntas de cosas que no le puedo decir que sí, no le puedo dejar hacer según qué cosas… Aunque a veces es mejor pedir perdón que pedir permiso, y como padre estoy en el otro lado de esa jugada, realmente soy más de lo voy a hacer y ya está, y ahora me doy cuenta de que me piden permiso para hacer qué cosas, que no puedo decir que sí pero que tampoco me importaría mucho si las hiciera sin pedirme permiso. Es algo sobre lo que quiero hablar, y en cuanto tenga un rato me sentaré frente al ordenador y habrá un monólogo sobre eso que ahora no existe.
No hay dos actuaciones iguales de Vaquero imagino, por eso de que se van rotando los temas, ¿no?
Lo primero me gusta localizar todo un poco. En Salamanca hablaré un poco de Salamanca, además tengo la suerte de haber viajado mucho a Salamanca y de haber tenido una experiencia propia, si no conozco el lugar me informó antes. Si hablo, por ejemplo, de un barrio conflictivo de Valladolid en mi monólogo me gusta saber antes cuál es ese barrio conflictivo de la ciudad en la que estoy, eso hace ya que todo cambie. Y a partir de ahí, como te he dicho antes, no tengo un sitio para la improvisación, pero siempre pasan cosas, siempre le suena el móvil a alguien con un politono súper raro… Entonces nunca hay dos situaciones iguales.
Fundamentalmente creo, corrígeme si estoy equivocada, por favor, que el público te conoce principalmente por tu presencia en el programa de ‘El Hormiguero’ y tu participación también en el programa de radio ‘YU: No te pierdas nada’, pero también te mueves bastante por todo el entorno nacional, no sé si también internacionalmente…
Lo primero, nacional o internacionalmente, nacional claramente porque he actuado en Londres, pero para españoles que viven allí, porque no tengo ni idea de idiomas y la verdad es que a veces me dan un poco de envidia los magos, porque pueden hacer magia sin hablar y en cualquier sitio del mundo, pero en mi trabajo no se puede. Aquí te tienen que entender tu idioma, tiene que ser de habla latina y tienen que entender tus chascarrillos, tus frases hechas, por lo tanto, ya fuera de España a mi me cuesta. Podría actuar en Argentina, en Colombia, pero ya hay un hándicap, aunque el lenguaje es el mismo, no es exactamente lo mismo.
En cuanto a cómo se me conoce, la gente me empezó a conocer por ‘El Hormiguero’, se me conoce también por ‘YU’, también por alguna comedia, hago también programas sueltos, por ‘Cero en historia’ dice la gente también que me conoce, pero también porque en 20 años de ir a una ciudad una y otra vez tengo mucho público hecho de verme en directo, y esa gente ya sabe a lo que va. Por lo tanto, ahora mismo cuando voy a actuar voy ya con la tranquilidad, porque creo que la gente sabe ya con qué se va a encontrar y yo sé dárselo, aunque siempre hay alguien desubicado que dice es el chico del Hormiguero y entra por eso, pero luego se da cuenta de que es bastante más canalla, o más bestia que en ‘El Hormiguero’. Y, sí claro, en televisión, en horario infantil, no se pueden decir muchas cosas, pero normalmente el público que va a verme sabe lo que quiere, yo sé lo que quieren y hay, por tanto, una buena complicidad.
Cómo apuntabas antes, has tenido la suerte de viajar varias veces aquí a Salamanca. Por ello, ¿cómo es el público salmantino como espectador en un monólogo?, porque los forasteros suelen ver a la gente de Salamanca como gente fría de primeras…
Claro, cuando viajas oyes a mucha gente decir que los de Salamanca sois muy fríos, también lo he oído yo de los de Valladolid. Entonces habría que ver quién son más fríos. Pero desde mi punto de vista para nada, son el tipo de gente con la que me he criado, porque antes de ir a Salamanca por ser monologuista, era camarero, entonces he ido mucho a Salamanca para salir de fiesta porque descansaba un martes, un miércoles o un jueves, y Valladolid está muy cerca de Salamanca, y puedes salir a tomar una copilla, pero en Salamanca te puedes pegar una fiesta, por lo menos cuando yo era joven.
El lugar de la actuación este viernes, 14 de octubre, si no me equivoco será en la Sala Potemkim, ¿la conoces ya?
Es en la sala Potemkim efectivamente, a las 21:30 horas. Es una sala que no conozco, pero me han hablado compañeros míos muy bien, dicen que suena fenomenal, y estoy deseando ir.
Finalmente, para concluir la entrevista dos preguntas más. La primera, si puedes desvelar alguna anécdota llamativa que te haya sucedido encima del escenario…
A mí me han sucedido infinidad de cosas, pero te voy a contar una que me ha ocurrido hace poco. Estaba encima del escenario y estaba haciendo una obra de teatro en la que tenía puesto el bañador de Borat, que suelen ponerse para despedidas de solteros, y de repente había en primera fila un señor al que me dirijo y un compañero mío de la obra, Fran ‘El Chavo’, me dice al oído “es mi cuñado”. Por lo tanto, como es el cuñado digo voy a subir el nivel, me bajo cerca de él, imagínate, yo solo con el bañador de Borat, me apoyo, me froto un poco y justo cuando estoy haciendo eso, escucho, “es el de al lado”. Me había equivocado de señor y estaba haciéndole eso a una persona que no era el cuñado de mi compañero, con lo que cual tuve que pedirle perdón. No obstante, él no se lo tomó a mal, pero me sentí fatal porque no era lo mismo. Mi plan era aprovecharme de que sabía que era un familiar y el público no, que luego incluso cenaríamos juntos, para crear un momento elevado, y cuando escuché que ese no era el señor, casi me muero.
Y ahora sí, para cerrar la entrevista José Juan, ¿qué es lo más reconfortante para un humorista cuando termina su actuación?
Fíjate, hubo un tiempo donde la gente se reía y yo que soy muy de chaval joven me decían: “Vaquero eres el puto amo”. Cosas de estas que te gustan mucho, pero con el tema de la pandemia la gente empezaba a decir “gracias” en los directos de Instagram y después se ha trasladado a las salas, y es increíble. Realmente no sabes cómo reaccionar porque piensas que eres tú quien tiene que estar agradecido de que ellos estén ahí para que puedas hacer tu trabajo, y que ellos sigan tan agradecidos contigo por haberlos hecho reír te hace pensar un pelín más allá. Obviamente durante hora y media no somos gente que solucionemos el mundo, pero a lo mejor conseguimos que determinados problemas se olviden, y eso mola mucho.