Los gatos son animales muy sensibles y hay muchas situaciones que pueden provocarles estrés. En principio, esto no es malo, ya que se considera una respuesta fisiológica a lo que el animal percibe como peligros. A pesar de no suponer un riesgo para ellos, si que puede afectar de forma importante a su salud física y psíquica, lo que puede generar un cambio en el comportamiento de sus felinos. El Grupo de Medicina Felina de AVEPA (Asociación de Veterinarios Españoles Especialistas en Pequeños Animales) señala que casi todos los desencadenantes que pueden causar o el estrés en el gato son de origen ambiental.
Conviene que los cuidadores estén atentos para detectar posibles actitudes y problemas que les surjan. Algunos de los síntomas más comunes de un gato estresado son hacer sus necesidades fuera del arenero, conductas compulsivas, falta de apetito, que se muestren especialmente apegados o la hiperactividad. Además, en algunos casos, suelen verse más agresivos o esquivos.
Por otro lado, algunas de las situaciones que con frecuencia generan ansiedad en los gatos pueden ser falta de enriquecimiento ambiental, una mudanza, la llegada de un bebé, reformas en casa, situaciones conflictivas o soledad prolongada.
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