​La experiencia de un médico del Servicio de Urgencias del Clínico en primera línea de batalla contra el Covid-19

Agustín Gómez es médico de Urgencias en el Hospital Clínico de Salamanca. Es uno de los especialistas de este servicio, clave en la lucha contra el Covid-19. Él es sólo una parte del potente engranaje que estos días ha combatido al virus en el Complejo Asistencial de Salamanca en Urgencias. Un servicio que dirige el doctor Rafael Borrás y que se ha ido ampliando para hacer frente a los días más duros y cuya labor es inestimable. Es la primera línea de batalla 

 Médicos dos prueba
Médicos dos prueba

En un momento de descanso, Agustín Gómez atiende la llamada de SALAMANCA24HORAS. Lo hace cuando en las últimas horas se ha dado a conocer un vídeo de homenaje a este equipo de trabajo, en el que su propio responsable, el doctor Borrás, agradece el buen funcionamiento del servicio e indica que se encuentran en “un decalaje” en cuanto al número de pacientes y de ingresos. “Espero que todo siga bien y podamos con el coronavirus”, afirma en el vídeo Borrás.

“La clave del servicio de urgencias del Clínico ha sido ir un paso por delante sobre las necesidades que iba generando la pandemia”, indica el doctor Gómez. En este sentido, afirma que ha habido gran diálogo entre la dirección médica del Complejo Asistencial y su servicio, y todas las necesidades que han ido solicitando se las han podido cubrir.

Con normalidad, el servicio de Urgencias ocupa sólo una parte de la zona operativa de la planta baja, que ya se fue ampliando antes del pico de incidencia. “Teníamos 600 metros cuadrados destinados a Urgencias y a mayores nos vimos obligados a solicitar la zona del Hospital de Día y de planta baja izquierda de Cirugía”, comenta el especialista. Los trabajadores han cambiado totalmente sus horarios, ahora lo hacen en turnos de 8 a 12 horas, con equipos de nueve médicos mañana, tarde y noche. A estos equipos se han ido sumando otros especialistas del Hospital que quisieron voluntariamente reforzar y echar una mano. Endocrinos, oftalmólogos, médicos del 112… “el 99% del personal del Hospital está trabajando al máximo”, dice el médico.

Los dos mu00e9dicos del Clu00ednico

El paciente puede llegar a urgencias por muchas causas, pero si presenta fiebre y congestión. La sospecha de Covid-19 positivo le hace pasar a la zona “sucia”. Es decir, al lugar en el que se realiza la prueba diagnóstica o PCR, que tarda unas cuatro horas. A la zona “limpia” acudían pacientes con problemas que nada tenían que ver con sospechas de coronavirus.

¿Y el virus?

“El virus nos ha demostrado que es rarísimo. Hay gente a la que casi no le hace nada y a otra en seis horas le puede destrozar los pulmones y causarle la muerte”, asegura el doctor. “Al principio, los propios compañeros que íbamos atendiendo casos luego nos facilitábamos lo que habíamos visto. El virus causaba síncopes y atacaba con mucha mayor incidencia a personas mayores y otras más jóvenes pero con patologías y predisposiciones. Con mucha carga viral es muy dañino. Con decirte que los protocolos de actuación sanitaria cambian cada quince días…”, explica Agustín Gómez.

La dureza de la pandemia

“En urgencias nadie se ha quedado sin cama en ningún momento”, afirma con rotundidad el médico. “Todos los contagiados han podido tener, dentro de la problemática de una epidemia, cierta comodidad”, explica.

“La gente llega con mucho miedo y es muy educada. Mira que en urgencias, en ocasiones, se generan situaciones conflictivas, como hemos visto muchas veces en los medios de comunicación; pero con el Covid-19 no pasa. Todo el mundo es tolerante, aunque estés continuamente pasando cerca de él”, explica.

Pero la situación es dura. “Son momentos tristes y muy duros. Psicológicamente lo es. Los pacientes están solos, sin acompañamiento para no propagar la enfermedad. Algunos, lamentablemente, están pasando sus últimas horas de vida y ver cómo se despiden de sus familias en la puerta, sin saber si volverán a verlos… eso duele mucho”, afirma Agustín Gómez.

En cuanto a nosotros, los sanitarios, el trabajo es duro pero es para lo que nos hemos formado. Trabajamos llenos de protecciones que dan mucho calor. Los visores se empañan en ocasiones pero no nos quitamos nada. Estamos con los EPIs ocho horas seguidas, continuamente viendo pacientes…”, explica.

“Ayudar es reconfortante. Seguramente cuando todo esto acabe es cuando nos pegue el bajonazo por lo que hemos vivido”, finaliza el médico. 

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