Federico García Lorca: Poeta en Salamanca

Este 18 de agosto de 2020 se cumplen 84 años del asesinato del poeta y dramaturgo Federico García Lorca junto al barranco de Víznar, en Granada. La localización de sus restos sigue siendo un misterio

 Lorca
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Entre los captores y posteriormente ejecutores de García Lorca se encontraba el salmantino Ramón Ruiz Alonso, político y activista ultraderechista que fue diputado en las Cortes y posteriormente activo represor durante la Guerra Civil. 

Hace 104 años, el día 21 de octubre de 1916, un jovencísimo Federico García Lorca, con la mayoría de edad estrenada cuatro meses antes, visitó Salamanca por primera vez. Llegó en tren desde Medina del Campo con motivo de un viaje de estudios que le había llevado antes a las localidades de Ronda, Baeza, Úbeda, Ávila y, ese día de hace cien años, a la capital charra.

El joven Lorca no viajó solo. Le acompañó su profesor, el salmantino Martín Domínguez Berrueta, y otros cuatro compañeros de clase más. La prensa local se hizo eco de su viaje, debido a que se trataba de los cinco universitarios más destacados de la Universidad de Granada.

Así, El Adelanto, en su edición del lunes 23 de octubre de 1916 y bajo el título de 'Los estudiantes granadinos en Salamanca', narra los pasos que el poeta de mayor popularidad de la literatura española del pasado siglo siguió por las calles de la ciudad, dos años antes de que se trasladara a vivir a Madrid y su carrera despegase.

"Llegaron el sábado a las nueve y cuarto, siendo recibidos en la estación por el vicerrector señor Esperabé, que les dio la bienvenida en nombre de la Universidad (...) Conocedores teóricos de la ciudad y con un experto guía, vieron con el detenimiento necesario la Casa de doña María la Brava, la de Santa Teresa, San Juan de Barbalos, el Hospital y la Facultad de Medicina (exteriormente), Irlandeses, San Francisco, la Cruz, las Úrsulas, la Casa de las Muertes, Monterrey, Agustinas, Casas de los Bandos, San Benito, Clerecía, Casa de las Conchas y Universidad. Por la tarde, las dos Catedrales, el Puente Romano y Santo Domingo. ¿Verdad que es aprovechar el tiempo?", contaba la noticia publicada en el desaparecido decano de la prensa salmantina.  

Al día siguiente, los aplicados alumnos granadinos visitaron al rector Salvador Cuesta, que les obsequió, según la noticia, "con vinos, dulces y tabacos".

Según la investigadora Laura Rivas Arranz, autora del blog sobre historia de Salamanca Historias del cuarto de atrás, "Federico García Lorca se entusiasmó con lo que vió en Salamanca, a juzgar por el telegrama que envió a sus padres: Estoy en Salamanca extremadamente feliz. Esto es muy bello. Estoy visitando monumentos".

Para el escritor Ian Gibson, estos viajes por distintas partes de España que el poeta granadino realizó junto al profesor Domínguez Berrueta fueron los que despertaron su vocación como escritor. De hecho, fruto de esto surgió su primer libro en prosa, Impresiones y paisajes, una antología de temas políticos e intereses estéticos que fue publicada en 1918.

Una velada al piano

El martes 24 de octubre de 1916, el periódico volvía a hacerse eco del recorrido de Lorca y sus compañeros de clase por la ciudad. En Los estudiantes granadinos en Salamanca. La velada de ayer tarde, el diario da fe del acto que los estudiantes granadinos celebraron en la Universidad de Salamanca.

En la velada, presidida por el rector, intervinieron todos los estudiantes y su profesor, y se encargó de cerrarlo el por entonces desconocido García Lorca, que dio muestras de sus capacidades como músico y compositor. "Terminó la velada ejecutando el señor García Lorca, al piano, una composición granadina, que le acreditó de compositor y de ejecutante y que le valió muchos aplausos", contaba.

Dieciseis años después, Lorca regresó, ya consagrado, a Salamanca. Fue el 31 de mayo de 1932 en un acto organizado por el Comité de Cooperación Intelectual. El granadino ofreció una conferencia sobre la arquitectura del cante jondo y la narró el periodista Rufino Aguirre Ibáñez. "Sale Lorca con un poco de miedo. Le vemos la guitarra bajo el brazo, como a los tocaores, y una sonrisa humilde que dice: ¡Perdonad!, me he retrasado. ¡Señoras y señores! (...) y saca unas cuartillas. Todas desiguales, grandes, chicas, con membrete, escritas en cualquier sitio, donde la inspiración — el duende— le pusiera en trance de escribirlas".

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